Al preguntarle su edad, el empresario poblano Alberto de la Fuente y de la Concha responde que hoy cumple seis años de haber vuelto a nacer.
"Y los oficiales son el 9 de enero", agrega este hombre que suma 44 de edad.
El 14 de septiembre del 2017, Alberto volvió a sentir la luz del sol tras permanecer secuestrado 290 días en una especie de caja con dimensiones de 1.50 por 2 metros.
¿Por qué decides hablar?
"Si algo me quedó muy claro como superviviente de un secuestro tan traumático, tan largo, tan horrible, es que salir y callar también es una forma de complicidad", afirma en entrevista el autor y activista de visita en la Ciudad.
Así es como Alberto comparte un escalofriante, pero valiente testimonio, para visibilizar una realidad atroz de México, ante la que observa una sociedad muy pasiva.
Fue secuestrado el 29 de noviembres del 2016 en San Andrés Cholula, Puebla, en plena mañana, tras dejar a su hijo en el colegio, por hombres en una camioneta con logos policiacos falsos y con vestimenta de militares.
En mayo pasado salió a la venta en España su libro La Caja.
Crónica de un secuestro de 290 días (editorial Medialuna), decidió hacerlo primero allá por la incertidumbre de cómo sería recibido en México.
En Monterrey ya está a la venta en la librería Publiarte, donde hoy presentará su libro a las 12:00 horas.
INMENSA RESILIENCIA
Aunque el libro parte de un cautiverio, para Alberto es una historia que va mucho más lejos que un secuestro, porque también puede ser vista desde la inmensa resiliencia que es capaz de desarrollar un ser humano cuando sólo se tiene a sí mismo para salir adelante.
"No se vayan con el miedo de la portada, de la temática", dice, "porque los que se han atrevido a entrar a la oscuridad de la caja al final han encontrado mucha luz".
¿Cómo era esa caja? Desde que lo detuvieron le colocaron unos goggles y audífonos de diadema con narcocorridos sonando a todo volumen.
Cuando se los quitaron ya estaba adentro de ese "gigante féretro": un diminuto cuarto gris, con cámaras, sensores de movimiento, una hielera para que hiciera sus necesidades y dos extractores de ventilación, aunque sólo funcionaba uno.
"He dado con otras víctimas de la misma banda, o aparentemente, porque el modus operandi es idéntico: la caja toda forrada de gris, con dos bocinas donde sale música las 24 horas, los 7 días de la semana", recuerda.
"Me pusieron una termohielera para hacer mis necesidades. Los primeros meses me metían una pequeña bañerita, (como) donde bañas a tu perrito, y era un baño con esponja".
SU ESTRATEGIA
Sin ventanas, los primeros meses dimensionaba el tiempo por medio de la música y las tres comidas diarias que le daban. Al principio, cuando era de noche, le ponían música clásica y bajaban la intensidad de la luz.
Pero los últimos meses la violencia aumentó: ya sólo eran narcocorridos, le quitaron la ropa y la colchoneta donde dormía y recibía únicamente un plato de frijoles al día.
¿Cómo sobreviviste?
"Tuve que reconstruir una estrategia de supervivencia", explica.
"Me di cuenta que yo era la única persona en la que me podía apoyar y estreché un vínculo muy directo con Dios.
"Un Dios que de alguna forma lo tenía olvidado. Soy católico por nacimiento, pero no era muy practicante y una de mis primeras decisiones fue agarrarme de la mano de Él".
¿Sentiste respuesta?
"En el momento más duro de mi cautiverio, cuando me dejé morir, me mandó una señal importantísima y fuertísima. Aunque digo, el milagro es que estás hablando conmigo. Pero yo quiero pensar que Él me mandó esa imagen de alguien muy especial que me sacó adelante y que está muy bien explicado en el libro".
Volver a ver a su esposa Mariel y a sus hijos, entonces de 3 y 1 año de edad, era también su más grande motor.
Decidió comer todos los alimentos que le daban, caminar por horas alrededor de la caja, hacer ejercicios aeróbicos y rezar.
Siempre pensaba: "sólo por hoy".
"Con muchísimo esfuerzo aprendí a controlar mis pensamientos tóxicos", cuenta.
"Me encontré una respuesta bien bonita porque dije: por supuesto que quiero salir por mi familia, pero también quiero salir por mí™. Y entonces empecé a desarrollar un amor propio y una fortaleza impresionante".
PROCESO DE SANACIÓN
Alberto cuenta que el proceso de sanación ha sido sumamente difícil, pero la pandemia por Covid- 19 lo impulsó a terminar su libro al ver cómo las personas sufrían tanto por el encierro.
"Veía a la gente desesperada en sus casas y decía: bueno, son casas, no cajas'".
Después comenzó a mandar mensajes por redes sociales invitando a las personas a reflexionar para que en ese encierro sacaran lo mejor de ellas mismas.
Actualmente, Alberto es vicepresidente de Justicia Ciudadana, organización de Puebla que preside el empresario Jesús Migoya, también víctima de secuestro.
Brindan apoyo psicológico y jurídico a personas de bajos recursos que sufrieron algún delito.
A seis años de su secuestro, Alberto no ha recibido justicia por parte de las autoridades. No hay ningún detenido, pero tiene la certeza de haber hecho lo correcto al haber denunciado.
Como parte de su visita a Monterrey, ayer dio una conferencia en el Club Industrial donde estuvieron empresarios como José Antonio Fernández, presidente ejecutivo del Consejo de Administración y director general de Femsa, y hoy presentará su libro.
"Si sigo viviendo aquí es porque no quiero permitir que ganen los malos, sobre todo quiero ser la voz de todos a los que les arrancaron la vida", afirma.
"Por otro lado, independientemente de este grito de auxilio para que el Estado y la sociedad nos visibilicen, quiero que muchísima gente que no tiene nada qué ver con un secuestro pueda utilizarlo como herramienta de vida, porque en verdad sí se encuentran muchos consejos de resiliencia, palabra que yo no conocía, hasta que salí".
Y asegura: "Sí se puede, estés pasando por lo que estés pasando, es posible".
ASISTE
- Presentación del libro La caja. Crónica de un secuestro de 290 días, de Alberto de la Fuente y de la Concha. Prólogo de Silvia Cherem y Saskia Niño de Rivera
- Charla del autor con Cristy Mesta y Fabiola Ramírez z Hoy, 12:00 horas, Librería Publi-arte, Bosques de Canadá 150, Bosques del Valle, San Pedro
- Entrada libre
Fuente.-
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