Debo confesar que hace poco mas de 20 años fue la primera vez que escuché <leí> sobre Víctor Lustig, y para no variarle, fue en el libro “Las 48 Leyes del Poder” de Robert Greene. Es lógico que un libro que habla de estrategia lo cite innumerables veces como ejemplo gracias al arrojo que mostraban sus actos, por lo bien planeados que eran estos y por la facilidad que tenía para salir bien librado.
Para hacer esta columna, evidentemente consulté algunas paginas de internet y algunos textos para poder conocer los antecedentes de este personaje, además, conocer que fue lo que hizo y en que derivaron sus actos. Debo de dar crédito a Daniel Cecchini y a Javier Márquez Sánchez, ya que usé algunas partes de sus textos para ilustrar esta columna.
Víctor tenía un rostro algo tosco, pero tenia un escueto porte elegante, sus maneras refinadas hacían que pareciera que pertenecía <o eso creyeron muchos> a la nobleza europea, además, hablaba con fluidez varios idiomas. Muchos de sus compañeros de colegio eran hijos de aristócratas y para no ser menos se presentaba con un distinguido “Von” antes de su apellido. La primera estafa de Lustig fue convertirse en Víctor Von Lustig. Eso le permitió moverse bien en los Estados Unidos oculto en sus distintos personajes que le permitieron estafar a quien se dejara.
Dentro de sus grandes proezas esta la de haber estafado a un banco por la cantidad de 10,000 dólares. El banco lo busco a través de una agencia de detectives y dos meses después lo encontraron. Era tanta su desfachatez que contraatacó con una osada pero inteligente jugada, le dijo a los directivos que si lo apresaban contaría la facilidad con la que los estafó y todos los clientes se darían cuenta de la fragilidad en la seguridad del banco y perderían miles de clientes. Negoció su libertad y quedarse con el dinero robado a cambio de su silencio. El banco aceptó y Lustig se marchó triunfante.
Sorprendentemente vendió la torre Eiffel haciéndose pasar por un alto funcionario del Ministerio de Correos y Telégrafos y emprendió negociaciones secretas con seis empresarios a quienes les dijo que la idea del gobierno parisino era vender los hierros de la torre comochatarra.
No se sabe como conoció al capo del momento, al mismísimo Al Capone. Según contó el mismo, convenció al mafioso de hacer una inversión legítima de 50.000 dólares, la cual según explicó, le daría buenos beneficios y Capone confiado le entregó el dinero. Víctor no hizo nada con los billetes, ni siquiera huyó de Chicago. Lo resguardó en una caja de seguridad, y dos meses después lo retiró para devolverlo al mafioso diciéndole que el negocio había fracasado pero que quería darle la suma intacta, aunque él hubiera tenido pérdidas. El mafioso más poderoso de los Estados Unidos quedó admirado por la honestidad de Lustig <que no se había presentado con ese nombre> y le regaló 5.000 dólares de los 50.000 para compensarle las supuestas pérdidas que había tenido.
Ese era Víctor Lustig, tiempo después fue encarcelado y escribió un libro: “Los 10 mandamientos del estafador”. Sin dudarlo, todo un personaje que sigue dando de que hablar.
La política siempre ha estado llena de embaucadores, payasos y hombres con poca credibilidad. Complicidades y engaños están a la orden del día. Políticas y políticos los hay de todo tipo, desde los más serios hasta los mas parecidos al celebre Víctor.
Francisco García Cabeza de Vaca sin lugar a dudas es un político muy parecido al osado Lustig. Construyó su imperio a base de mentiras, prueba de ello son los montones de anécdotas que ya muchos platican, también, muchos son los que durante tantos años se fueron de boca con sus mentiras. Mire, para ilustrar mejor mis comentarios solo es cuestión de recordar que ahora se presenta como un miembro de la aristocracia vaquera inspirado en la serie Yellowstone, haciéndose pasar como un hacendado, dueño de miles de cabezas de ganado, y que porta una texana fina mientras camina por los rodeos de Houston acariciando vaquillas.
El que no lo conozca que se lo crea. Ahí le va un ejemplo más de estafas que le dieron éxito momentáneo: el personaje en cuestión ha tenido en dos ocasiones la oportunidad de llevar las riendas de un gobierno.
Primero de Reynosa, la ciudad más poblada del estado y después como gobernante de Tamaulipas. En las dos ocasiones sus estafas fueron descubiertas, perdió las elecciones que le precedieron, no logró darle continuidad a sus gobiernos… pero ¿por qué si eran tan buenos como los vendía?, fácil, la gente se dio cuenta de la gran estafa que eran, desde su discurso hasta sus acciones de gobierno.
En el caso de Víctor y de Francisco lograron embaucar a quien se dejó, y no es que fueran tontos los estafados, solo eran mas listos los estafadores.
Ahí está el caso de la nueva aventura en la que anda mareando a propios y extraños, y es que le ha hecho creer a algunos que de verdad está buscando la nominación de la candidatura por el Frente Amplio por México para la presidencia del país. A veces pienso que la gente que le hace caso no se han detenido a analizar bien todo el escenario, el nuevo Lustig habla de persecuciones políticas, de revanchismos, de que lo quieren encarcelar… ¡pues si!, si se robaron hasta los clips de las oficinas, ¿cómo no van a querer perseguirlos? Si le deben mucho a los tamaulipecos.
Considero que esta nueva aventura de buscar impunidad por medio del fuero, de tirarle al 10 para caer en el 7… perdón, de ser candidato, lo terminará mostrando a todo el país como lo que es… el Víctor Lustig del momento.
No dudo que escriba un libro también, bueno, ya sacó un documental, que por cierto nadie vio y que más que contar una historia, es una serie de imágenes para llenar su egoteca.
¿Ha escuchado usted la expresión “vender mezquites”? bueno, yo creo que la inventaron para el.
Con informacion: Elefante Blanco/Daniel Santos Flores/
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