Un vehículo hechizo, con aditamentos extraños como una suerte de lanzallamas y supuestos rifles de asalto adheridos, provocó una fuerte movilización de elementos del Ejército en el sector Tres Ríos de Culiacán, Sinaloa, muy cerca del punto donde hace tres años ocurrieron los hechos del Culiacanazo.
La presencia del auto alertó al personal castrense, que acudió al punto sólo para llevarse una sorpresa.
La unidad se encontraba en la calle Juan Macedo, de la colonia Gabriel Leyva, hasta donde llegaron varias tanquetas y vehículos tipo DN-XI de la Secretaría de la Defensa Nacional.
Se trataba de un carro basado en la temática de la película Mad Max, hecho por Alek, quien se identifica con el personaje de la película luego de que su vida económica, laboral y amorosa se vino abajo tras vivir al menos 30 años en Estados Unidos.
Al ser entrevistado reveló: “El sueño americano no existe, con muchísimo esfuerzo logré tener una vida estable y cuando más sólido estaba: bienvenido a la realidad, empezar de cero”, relató.
Para él, la separación con su esposa y el hecho de que le quitaran la custodia de su hijo fue el comienzo de un apocalipsis personal.
“El carro está basado en Mad Max, la película de 1980, habla del fin del mundo y con todo respeto: para mi es el fin del mundo. ¡Es mi fin del mundo! Por todo lo que he vivido, como en la película Mad Max queda solo y se tiene que adecuar a lo que sea funcional”, comentó.
Obligado por las circunstancias, Alek volvió a México e intentó reconstruir su vida, pero se atravesó la pandemia y los esfuerzos fueron en vano. Desde hace un par de años llegó a Culiacán, donde encontró personas amables que le han tendido la mano.
Aunque ha tenido problemas con los militares y algunos policías, al final él les explica que su finalidad no es apología del delito, ni emular narcotraficantes, pues asegura que es una persona honesta y hace cualquier trabajo para ganarse la vida, siempre y cuando éste sea decoroso.
“Yo todos los días salgo a buscar el pan de cada día, a veces estoy a punto de tirar la toalla, pero hay señales. Una de las cosas por las que me quedé en Culiacán es por los códigos que hay aquí, no hay extorsión, no hay cobro de piso, no hay secuestro, ni nada de lo que existe en otros lugares, a mí me encantó eso y soy culichi por decisión”, comentó.
“Yo tuve la fortuna de conocer Culiacán, muchas personas piensan que es el infierno por la fama, más sin embargo no es así, es el lugar en el cualquiera quisiera vivir, porque aquí hay mucho respeto, hay códigos. Culiacán es otra cosa, es una burbuja dentro de un país”, puntualizó.
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