La “cuarta fase” de los cárteles mexicanos llegó a Ecuador. La evolución de sus métodos delictivos se percibe en el estilo de los nuevos tecnocapos. Cambiaron los fajos de billetes por las transferencias electrónicas. Las maletas de dinero cedieron el paso a las inversiones en Bitcoin. El look ranchero y ostentoso derivó en un perfil más empresarial y discreto… invisible.
Así lo revela el director nacional antinarcóticos de Ecuador, el general Giovanni Ponce, quien detalló que los jefes criminales han migrado a las plataformas tecnológicas y al outsourcing para no dejar rastro de sus operaciones.
“Estamos en una cuarta fase del narcotráfico, la denominamos de los invisibles. Ahora sus mejores armas son los celulares, desde donde hacen todasus operaciones y siguen las rutas de sus paquetes. Tienen plataformas muy bien encriptadas y disponen de todos los recursos tecnológicos para reunirse de manera virtual y hacer sus transacciones”, dijo el general Ponce en entrevista con MILENIO.
Las nuevas estructuras criminales se basan en la subcontratación, en enviar emisarios o embajadores a zonas de cultivo para hacer el encargo, hacerse de los servicios de traslado y seguridad... todo esto por pedido.
Autoridades vinculadas con la lucha contra el crimen organizado detallan que desde la fachada del empresario crean empresas legalmente establecidas que sirven para lavar sus ganancias y tener una vida aparentemente normal. Esta circunstancia ha provocado que muchas investigaciones por operaciones ilícitas se encuentren atoradas.
El capo exótico
El zar antidrogas ecuatoriano reconoce que la primera gran era de los cárteles de la droga imperó en los años 80’s y 90’s. Su máximo referente en Sudamérica fue el líder del cártel de Medellín, Pablo Escobar, mientras que la figura icónica en México recayó en Joaquín El Chapo Guzmán.
La imagen de estos capos era de poder, llenos de excesos y lujos que literalmente controlaban todo bajo la premisa de plata o plomo. No reparaban en tener objetos bañados en oro, casas con animales exóticos, vehículos de colección. En esa fase de la historia del narcotráfico el objetivo era mostrar su fortuna y poder.
Funcionarios de las fuerzas armadas que acompañaron a MILENIO durante un recorrido por Ecuador señalan que los capos de antes podían construir un hospital o una escuela para una comunidad en tiempo récord, ordenar el cierre de un restaurante y pagar la cuenta de todos los comensales. Podían decidir desde la muerte de un colaborador y hasta el asesinato de un político o empresario.
Esta figura del jefe máximo era la encargada de viajar y cerrar los grandes acuerdos en otros países o con los demás capos de su nivel teniendo su palabra y sus códigos como principales ejes “éticos” y de trabajo.
Del colombiano se sabe que era dueño de una propiedad que incluía un zoológico completo lleno de animales exóticos, una colección de autos de lujo y antiguos, un aeropuerto privado y una plaza de toros.
Mientras que del sinaloense en la llamado Juicio del Siglo salió a relucir que tenía un zoológico privado, una pistola incrustada con diamantes y también usaba parte del dinero para pagar a policías y políticos que durante años lo protegieron y consintieron en sus actividades delictivas.
Estructura empresarial
Posteriormente, aunque siempre tuvieron un liderazgo rector, los cárteles empezaron a trabajar de manera horizontal, repartiendo territorios, rutas y ganancias. Como las Famiglias italianas.
El mejor ejemplo sería La Federación que surge en la víspera de la detención de Miguel Ángel Félix Gallardo, El Jefe de Jefes. Así ocurrió en México, pero ese mismo modelo comenzó a imitarse en otras regiones de América Latina.
Las autoridades ecuatorianas recuerdan que a finales de los 90’s Félix Gallardo convocó a los subalternos para repartirles las plazas y rutas del narcotráfico a fin de que todos tuvieran ganancias e influencia del negocio.
La Federación tuvo entre sus principales beneficiarios a los hermanos Arellano Félix que operaban en Tijuana; a Amado Carrillo Fuentes, dueño de Ciudad Juárez; a Juan García Ábrego en Tamaulipas y a Joaquín Guzmán Loera e Ismael El Mayo Zambada que se harían cargo de las operaciones Costa del Pacífico de México, convirtiéndose en el Cártel de Sinaloa.
Narcos multitask
Las autoridades ecuatorianas hablan de paralelismos entre lo que pasaba en México y lo que comenzaba a ocurrir en el resto del continente. Derivado de la lucha de territorios, rutas y drogas, los cárteles de la droga se hicieron más sanguinarios y contrataron los servicios de desertores de las fuerzas de seguridad, principalmente de ex militares mexicanos y centroamericanos.
Con ello, brazos armados como Los Zetas o Los Pelones también ampliaron su baraja delictiva migrando a otros ilícitos como extorsión, secuestro, cobro de piso, robo de combustible y homicidios.
Más tarde, muchas regiones de México, como Michoacán, Guerrero, Jalisco, Sinaloa, Guanajuato, Zacatecas, entre otros, sufrieron los estragos del multitask delictivo, una tendencia que comenzó a ser imitada en otros países.
La “cuarta fase”
El zar antinarcóticos de Ecuador, Giovanni Ponce, detalló que las organizaciones delictivas han migrado al uso de tecnologías como el uso de aplicaciones y el manejo de criptomonedas para no dejar rastro alguno de sus actividades.
También cambiaron su faraónica vida por la discreción de un bajo perfil, que les permite pasar desapercibidos y gozar de sus ganancias. Transformaron los ríos de sangre en sus luchas, por el outsoucing de una jornada laboral.
El perfil que ahora manejan, dijo Ponce, es el del próspero empresario que sabe a detalle cuándo y en cuáles negocios lícitos invertir para duplicar sus ganancias ilícitas.
“Han aprendido la lección y ya no andan en carros de alta gama ni luciendo pistolas o revólveres de oro; ahora son empresarios muy discretos que manejan muy bien los temas económicos”, puntualizó.
El editor de Código Vidrio, Arturo Torres, coincidió con la importancia del smartphone y el uso de tecnología por parte de los criminales que ahora desde la comodidad de su casa y a través de una llamada o un mensaje contratan personal para realizar su delivery.
“El uso de dispositivos se hizo muy común, la encriptación de los sistemas de mensajería ha ayudado mucho a los criminales porque ya no tienen la necesidad de venir a operar el trasiego de droga, lo hacen desde la latitud en la que se encuentren”, afirmó el periodista investigador.
Agregó que desde este perfil “fantasma o invisible” los capos van subcontratando personal por regiones que van desde la frontera con Colombia, donde se produce la hoja de coca, hasta pescadores en los puertos de Manta o Guayaquil, que se encargan de embarcar y enviar los paquetes de droga, lo que no deja rastro ni es necesario que ocupe un lugar en la estructura criminal.
Esta nueva forma de operar de los cárteles dificulta a las autoridades tener una certeza de la estructura criminal y su operación, así como seguir el rastro del dinero.
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