En Latinoamérica, es tradición que empresarios criminales en la forma de carteles se dediquen al narcotráfico. En Venezuela este se maneja desde el interior del gobierno, y si Nicolás Maduro gana otra vez las elecciones presidenciales, Venezuela afianzará su posición en el negocio global de cocaína.
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Por largo tiempo, los narcotraficantes han buscado penetrar el Estado, para facilitar su actividad y, de ser posible, poner recursos del estado a su disposición. Pero en ocasiones actores estatales corruptos deciden que no basta hacer la vista gorda a cambio de sobornos, y quieren que se les garantice participación directa. Eso fue lo que sucedió en Venezuela; a esos elementos del narcotráfico en el régimen venezolano se les llama el “Cartel de los Soles”.
El término “Cartel de los Soles” responde a las estrellas doradas que los generales de la Guardia Nacional Bolivariana (GNB) llevan en sus charreteras. El término se usó por vez primera en 1993 cuando dos generales de la Guardia Bolivariana, el jefe antinarcóticos Ramón Guillén Dávila y su sucesor Orlando Hernández Villegas, fueron investigados por narcotráfico. Hoy en día, se emplea ese nombre para describir a todos los funcionarios del gobierno implicados en el tráfico de narcóticos. Y hay muchos, diseminados en todos los organismos del Estado.
Durante los últimos tres años, InSight Crime ha estado haciendo acopio de información sobre altos oficiales, activos o retirados, que han estado implicados en tráfico de cocaína. Tenemos 123 archivos. Sin embargo, por motivos legales no publicaremos la lista completa. En lugar de eso adjuntamos aquí algunos datos de aquellos contra quienes creemos tener evidencia muy sólida.
El presidente Maduro, en lugar de hacer a un lado a los acusados de narcotráfico, los ha ascendido a los más altos cargos, quizás calculando que si el régimen cae ellos serán los que más tengan que perder y por consiguiente harán lo máximo posible para preservar al régimen, y a su cabeza.
Las figuras más influyentes del régimen bolivariano llevan ahora el estigma del narcotráfico en diversos grados:
Diosdado Cabello se proclama ya como la segunda figura más influyente del régimen en Venezuela, ya como el titiritero, el poder detrás de Maduro. De cualquier forma, con su influencia en la designación de funcionarios en posiciones claves, en especial dentro del ejército, no es posible que no tenga conocimiento de la dinámica del narcotráfico en el país. Fuentes del Departamento de Justicia de Estados Unidos hablaron sobre Cabello con InSight Crime bajo condición de anonimato.
“Mire, este tipo está metido hasta el cuello en todo tipo de actividades ilegales en Venezuela y estamos armando un caso contra él. Pero sabe cómo protegerse y mantener distancia del trabajo sucio”, señaló la fuente.
En mayo de 2015, el Wall Street Journal reveló que se estaba investigando a Cabello por narcotráfico y por ser jefe del cartel de los Soles. De eso han entregado evidencia, entre otros, Leasmy Salazar, quien trabajó como jefe de seguridad para Cabello. Él ha atestiguado que Cabello tiene un rol importante en el paso de narcóticos por Venezuela.
Cabello de inmediato demandó al Wall Street Journal por difamación, pero su pretensión fue rechazada por un juzgado estadounidense en abril de este año. También se nombraba en el artículo a su hermano José David Cabello.
Sobre el papel, el segundo hombre más importante del gobierno es el vicepresidente Tareck El Aissami. A él también se lo ha acusado de actividades ilegales, incluyendo narcotráfico. Antes de ser vicepresidente, fue gobernador del estado de Aragua. InSight Crime estuvo recogiendo testimonios de sus nexos con el crimen organizado en esta estratégica provincia de la costa Caribe.
Unos de los cargos más importantes en términos de seguridad son los de Ministro de Relaciones Interiores y comandante de la Guardia Nacional Bolivariana. Ambos cargos los ha ocupado el Mayor General Néstor Reverol, quien ha sido imputado por narcotráfico en Estados Unidos. El pliego de cargos en su contra afirma que Reverol alertó a narcotraficantes de operativos contra ellos, obstruyó investigaciones, puso en libertad a narcos arrestados y se aseguró de que se devolviera narcóticos incautados a los traficantes.
Cilia Flores, esposa del presidente Maduro y por tanto la Primera Dama, también se ha visto implicada en narcotráfico por asociación. No fue solo la condena de sus sobrinospor tráfico de cocaína en Estados Unidos; también su hijo, Walter Jacob Gavidia, juez del área metropolitana de Caracas, tiene una investigación en su contra. También ha resultado vinculada al caso del capitán Yazenky Antonio Lamas Rondón, piloto venezolano extraditado desde Colombia a Estados Unidos para responder por cargos de drogas. Este fue acusado de participar en más de cien narcovuelos del estado venezolano de Apure al Caribe durante la última década.
El desarrollo del Cartel de los Soles
Las estructuras narcotraficantes en el estado venezolano no son un cartel, sino una serie de redes muchas veces antagónicas enquistadas dentro del régimen chavista, con nexos que se remontan a casi dos décadas.
Venezuela siempre iba a tener un papel en el tráfico de drogas, dada su ubicación junto al principal productor mundial de cocaína, Colombia. Sin embargo, en un inicio eran los narcos colombianos quienes llevaban el negocio en Venezuela, y pagaban a oficiales del ejército en la frontera para que ignoraran el paso de cocaína por la frontera. Luego, lo inevitable: la corrupción se ahondó. En lugar de simplemente mirar hacia otro lado, narcos colombianos pidieron a elementos de la GNB que protegieran e incluso que transportaran cargamentos. Su función en la protección de fronteras, aeropuertos y puertos los hacían aliados perfectos para los traficantes.
Pero Colombia no estaba contenta con la sola exportación de cocaína a Venezuela. Para la década de 1990 también exportaba su conflicto civil; los ejércitos insurgentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN) estableciéndose en los estados fronterizos de Venezuela. Ambos grupos llevan mucho tiempo implicados en el negocio de la droga y han desarrollado estrechos vínculos con funcionarios del gobierno venezolano, muchas veces con la venia del presidente Hugo Chávez. Archivos encontrados en el campamento del comandante de las FARC Luis Édgar Devia Silva, alias “Raúl Reyes”, abatido en un bombardeo aéreo en Ecuador en marzo de 2008, revelaron los nombres de varios altos funcionarios del gobierno venezolano. Algunos de ellos se han visto implicados en actividades de narcotráfico; entre ellos están:
-Ramón Rodríguez Chacín, quien fue ministro del interior y de justicia en 2008, se reunió muchas veces con miembros de las FARC, quienes lo llamaban por el alias de “El Cojo”.
-Hugo Armando Carvajal Barrios (director de inteligencia militar) y Henry Rangel Silva (director de Servicios de Inteligencia y Prevención de la Policía, o DISIP) tenía contactos con el ejército insurgente. Ambos fueron sancionados posteriormente por “ayuda material en las actividades de tráfico de narcóticos de las Fuerzas Armadas de Colombia (FARC), una organización narcoterrorista”.
-Freddy Bernal, exalcalde; Cliver Acalá Cordones, General de la Guardia Bolivariana, y Ramón Madriz Moreno, importante oficial de inteligencia; todos ellos se reunieron con jefes de las FARC y ayudaron a coordinar su seguridad cuando se encontraran en suelo venezolano. Bernal y su mano derecha, Amílcar de Jesús Figueroa, supuestamente ayudaron a coordinar con las FARC un adiestramiento para los Colectivos Bolivarianos en guerra urbana y explosivos.
Los nexos entre el cartel de los Soles y las FARC fueron decisivos en el desarrollo del narcotráfico en Venezuela. Aunque las FARC se desmovilizaron en 2017 después de la firma de un acuerdo de paz con el gobierno colombiano, aún hay un creciente número de elementos disidentes en Venezuela, muy implicados en el tráfico de drogas. Se cree que estos elementos siguen trabajando con miembros del Cartel de los Soles.
Un momento clave en el fortalecimiento del narcotráfico en Venezuela se dio con la expulsión de la Administración para el Control de Drogas (DEA, por sus siglas en inglés), en 2005, después de que Chávez declarara que estaba “usando como máscara la lucha contra las drogas para, incluso, apoyar el narcotráfico y hacer inteligencia contra el gobierno [de Venezuela]”. Esto, combinado con la suspensión del acuerdo de sobrevuelo para monitoreo de narcovuelos, implicaba que Venezuela de pronto se convirtió en un hoyo negro para el acopio de inteligencia estadounidense en la lucha antinarcóticos. El crimen organizado estuvo presto a aprovechar esto, y las organizaciones narcotraficantes (ODT) incrementaron el uso de territorio venezolano.
También en 2005, la aprobación de una nueva ley (la Ley Orgánica contra el Tráfico Ilícito y el Consumo de Sustancias) decretó que las investigaciones y operaciones antinarcóticos ya no serían competencia exclusiva de la Guardia Nacional Bolivariana, sino que incluirían a todas las demás ramas de las fuerzas armadas: el ejército, la marina y la fuerza aérea. El cartel de los Soles se extendió de pronto de la GNB a todas las ramas del ejército. Mildred Camero, zar antinarcóticos de Chávez en esa época, declaró a InSight Crime que fue en ese momento que los militares pasaron de ser facilitadores a participantes activos en el tráfico de drogas. Antes de la aprobación de la ley, el narcotráfico se limitaba en mucha medida a la Guardia Nacional, pero una vez se dio jurisdicción a todas las ramas del ejército “se desató una guerra”, según Camero. El Ejército y la Guardia Nacional comenzaron a competir entre ellos por las rutas y comenzaron a negociar directamente con las FARC en lugar de hacerlo con los narcotraficantes civiles colombianos.
Esto, junto con la presión internacional, llevó a la detención de varios grandes narcos colombianos en Venezuela durante 2011 y 2012. Estos arrestos profundizaron aún más la participación del cartel de los Soles en el negocio de las drogas. Entre los detenidos estaban Maximiliano Bonilla Orozco, alias “Valenciano”, jefe de la organización criminal la “Oficina de Envigado”, capturado en noviembre de 2011; Héctor Germán Buitrago, alias “Martín Llanos”, comandante paramilitar, quien durante mucho tiempo pasó narcóticos por los llanos orientales de Colombia hacia Venezuela, arrestado en febrero de 2012; Diego Pérez Henao, alias “Diego Rastrojo”, jefe militar de la ODT Los Rastrojos, capturado en junio de 2012; y luego Daniel Barrera Barrera, alias “El Loco”, uno de los más prolíficos traficantes colombianos de cocaína, detenido en septiembre de 2012. Estos traficantes habían tenido protección de altos funcionarios venezolanos. Luego de sus capturas, el cartel de los Soles tomó el control de muchas de las rutas que los colombianos habían manejado, con lo cual pasaron de proteger los cargamentos a comprar y vender, y negociar directamente con compradores internacionales, entre los que se destacaban los carteles mexicanos.
Casos emblemáticos del cartel
La primera persona que habló con conocimiento desde dentro de la penetración del narcotráfico en el gobierno venezolano fue Walid Makled.
A finales de los noventa, Makled era uno de los narcotraficantes más poderosos de Venezuela. Su poder se derivaba de sus estrechos nexos con miembros del ejército venezolano, y su imperio criminal creció de manera exponencial durante los primeros años del gobierno de Chávez. Él controlaba el negocio del narcotráfico en el estado de Carabobo, que alberga el principal puerto venezolano, Puerto Cabello. Según la DEA, más del 70 por ciento de los narcóticos que se enviaban desde Colombia por medio de Venezuela se despachaban desde Puerto Cabello. Makled estaba conectado con el exgeneral de la Guardia Nacional, y por ese tiempo gobernador de Carabobo, Luis Felipe Acosta Carles. El general Alexis Maniero, quien era el jefe del 7o Comando Regional del Ejército en el estado de Sucre, expidió credenciales oficiales para Makled, quien lo consideraba un aliado valioso, según la zar antinarcóticos Mildred Camero.
En 2004, Makled perdió momentáneamente cuatro toneladas de cocaína en manos de la policía local de Valencia. Las drogas le fueron devueltas por Jesús Itriago, entonces jefe de la unidad antinarcóticos del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), luego de que Makled le pagara un millón de dólares, según documentos de la DEA a los que tuvo acceso El Nuevo Herald. Más adelante se abortó una investigación oficial en la legislatura del estado de Carabobo, cuando, según se dice, Makled también pagó a políticos claves para que abandonaran la indagación. Posteriormente Itriago fue promovido a jefe de la división antinarcóticos del CICPC.
En abril de 2006, se vinculó a Makled con 5,5 toneladas de cocaína halladas en 128 maletas de un avión que aterrizó en el sur de México (Ciudad del Carmen), tras despegar del aeropuerto de Maiquetia (actualmente el Aeropuerto Internacional Simón Bolívar) en las afueras de Caracas. El piloto del vuelo que quedó preso mencionó que la Guardia Nacional supervisó la carga y la salida del avión.
Los vínculos entre Makled, las FARC y el gobierno de Chávez se hicieron más evidentes luego de la detención de Makled en la ciudad fronteriza de Cúcuta, Colombia, en agosto de 2010. En ese momento, Makled era probablemente el narcotraficante venezolano más poderoso de su país —su nombre se agregó a la Lista Clinton en 2009—. Su posición como operador entre las FARC y elementos corruptos de las fuerzas armadas venezolanas, entre otras, implicaba que probablemente sabía más de la mecánica de la corrupción y el narcotráfico en Venezuela que cualquier otra persona. En entrevistas con los medios luego de su arresto, Makled alegó “todos mis socios comerciales son generales”, y que había pagado hasta a 40 generales venezolanos como parte de sus actividades en el tráfico de drogas.
Los miembros de la milicia, en servicio o retirados, nombrados por Makled incluyeron al general del ejército Henry Rangel Silva (quien posteriormente fue nombrado ministro de defensa), el exdirector de Inteligencia del Ejército Hugo Carvajal, el general de la Guardia Nacional Bolivariana Dalal Burgos, y el excapitán Ramón Rodríguez Chacín, quien era en ese momento ministro del interior y de justicia. Makled declaró que solía pagar US$50.000 semanales a Carvajal por su ayuda y cooperación. Silva, Carvajal y Rodríguez ya habían sido sancionados por el Tesoro estadounidense por su implicación con las FARC y el narcotráfico.
Makled declaró que cada día salían hasta seis narcovuelos del estado fronterizo de Apure, con cocaína hacia Honduras, desde donde se embarcaba hacia México y se introducía a Estados Unidos. Insistía en que había laboratorios de drogas en Apure y Maracaibo, y que estaban “vigilados por el gobierno”. Aunque Makled admitió que no había tratado directamente con Chávez, dijo que sí había hablado con “parientes suyos muy cercanos” (se cree que se refería a Adán, hermano de Chávez), y también alegaba que había financiado una de las campañas de Chávez a la presidencia a cambio de concesiones en Puerto Cabello.
Actualmente, Makled permanece en los calabozos de la policía política (Sebin), al igual que muchos de los secretos sucios del régimen.
En septiembre de 2013, Francia realizó una de las mayores redadas de su historia a una operación de cocaína, y halló 1,3 toneladas de cocaína, empacadas en 31 maletas, a bordo de un avión de Air France que aterrizó en París. El vuelo había salido del aeropuerto de Caracas, fuertemente controlado por la Guardia Nacional. El escándalo internacional obligó a actuar al gobierno venezolano. Se realizaron 28 arrestos, entre ellos el de un teniente coronel y otros miembros de la Guardia Nacional. Con estas capturas, el gobierno venezolano interrumpió las investigaciones y no se hicieron intentos por seguir líneas de investigación que llevaran a figuras de mayor jerarquía.
En noviembre de 2016, Efraín Antonio Campo Flores y Francisco Flores de Freitas, sobrinos de la esposa de Maduro y primera dama de Venezuela, Cilia Flores, fueron condenados por un tribunal de Nueva York por conspirar para traficar 800 kilos de cocaína a ese país.
Los sobrinos planeaban sacar la cocaína, suministrada por las FARC, del aeropuerto internacional de Caracas usando sus privilegios como miembros de la élite venezolana y su relación con el ejército. Volaron a Haití en noviembre de 2015, donde planeaban cerrar el negocio de drogas, pero fueron arrestados por la DEA. El avión lo pilotabanPablo Urbano Pérez, oficial del Ejército, y Pedro Miguel Rodríguez, teniente coronel de la Fuerza Aérea Venezolana.
La evidencia de que uno de los sobrinos, Efraín Antonio Campo Flores, planeaba poner algo de las ganancias del negocio con las drogas en la campaña política de su tía a la dirección de la Asamblea Nacional, indica que la Primera Dama no era ajena a las actividades de sus sobrinos y adónde llevaban su dinero.
El cartel hoy
El cartel de los Soles es hoy una red dispar de traficantes, que incluye actores estatales y no estatales, pero que operan en su totalidad con la venia y la protección de importantes figuras del gobierno venezolano. Sin esa fachada política clave, y el pago a las personas correctas, se detienen las operaciones de contrabando.
Con el país al borde de la bancarrota, la cleptocracia y el saqueo sistemático del erario público se han reducido. Simplemente no hay más dinero que robar del presupuesto gubernamental. Pero hay que mantener aceitadas las ruedas de la corrupción, especialmente dentro del ejército, que es el puntal que sostiene el gobierno de Maduro y que será quien corone al nuevo gobernante en cualquier cambio de régimen. InSight Crime cree que el narcotráfico es uno de los lubricantes principales de la corrupción en Venezuela actualmente, y que este atribulado país andino se está convirtiendo en uno de los principales centros del tráfico de cocaína en el mundo.
*Foto superior: Fernando Llano, AP.
(Informe Completo aqui)
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