Los jóvenes Édgar Coronel Aispuro, y Héctor Ernesto Carrasco, fueron presentados por la Procuraduría General de la República (PGR) en 2015 como detenidos implicados en la fuga de Joaquín "El Chapo" Guzmán. Uno de ellos fue considerado como "pieza clave" en el plan maestro para la construcción del túnel.
El otro tuvo la virtud de aparecer en los medios como "chofer del capo" hasta su "operador logístico". En el proceso judicial que se le sigue a ambos, el delito de evasión de presos o delincuencia organizada no figura por ningún lado.
En los expedientes de amparo consultados por La Silla Rota, los dos jóvenes a los que también la PGR señaló de formar parte del cártel de Sinaloa, se les sigue proceso penal por los delitos de portación de armas de fuego de uso exclusivo del ejército, armada y fuerza aérea y contra la salud en su modalidad de posesión con fines de comercio. Ni una implicación respecto a la fuga, como presumió la entonces procuradora Arely Gómez.
Se trata de Édgar Coronel Aispuro, hermano de Emma Coronel, esposa del Chapo, detenido junto con su amigo Héctor Ernesto Carrasco Ruiz el 19 de agosto de 2015, semanas después de la fuga del penal de El Altiplano. Ese día, los jóvenes de entonces 20 y 26 años, -según afirmaron- iban a desayunar en algún lugar de Culiacán. No traían al changuito araña bautizado como "Botas" (mascota de las hijas de Emma), como aseguraron algunos medios citando a fuentes oficiales,
Lo que sí portaban era un fusil AR-15 y dos pistolas calibre .38 súper fajadas a sus cinturas, como sostiene el parte oficial de los agentes federales que los arrestaron. A Édgar la procuradora Gómez le achacó haber sido uno de los supervisores de la construcción del túnel, así como "el responsable de organizar la salida y el traslado de su cuñado".
El arresto en Culiacán lo dio a conocer la PGR hasta dos meses después, el 22 de octubre de 2015, cuando la cacería contra el Chapo se había desatado en la zona serrana de Tamazula, Durango, la cual desplazó a decenas de familias del Triángulo Dorado. En la capital de Sinaloa no fue menos violenta, con cateos, aseguramientos y detenciones de familiares del capo que luego liberaron.
Esta es la historia de uno que sigue en prisión.
Un desayuno interrumpido
Édgar y Héctor Ernesto se conocieron porque eran vecinos en la colonia Miguel Hidalgo en Culiacán, Sinaloa. A los dos les gustaba andar en bicicleta, pero la amistad quedó en suspenso cuando Édgar dejó de vivir en la casa de la calle Amado Nervo.
Un día, Édgar apareció por el barrio conduciendo un lujoso Mustang color rojo. Se detuvo afuera de la casa de los Carrasco, saludó y pitó un par de veces. Una semana después regresó e invitó a desayunar a Héctor Ernesto.
Héctor le comentó que ya había desayunado, pero lo acompañaría porque necesitaba comprar una camioneta. Por su parte Édgar quería ver un departamento. El Mustangavanzó por la ciudad en el mediodía caluroso, hasta llegar al Desarrollo Tres Ríos.
En la versión de los jóvenes, declarada al juez, el Mustang pasó por un lado de un convoy de la Policía Federal por la avenida Rotarismo sin contratiempos. En la versión de los policías de la División Antidrogas, un vehículo sin placas y la culata de un fusil les llevó a marcar el alto a sus ocupantes.
El parte policial, integrado en la causa penal 115/2015, firmado por tres federales, señala que eran las 13:45 horas del 19 de agosto de 2015, cuando pidieron a los ocupantes del Mustang que descendieran con cuidado. Al ser revisados, cada uno llevaba fajada la cintura una pistola calibre .38 Súper. Entre los asientos descansaba un AR-15. En el piso de la unidad, encontraron un paquete con un peso de un kilo 9 gramos de cocaína.
Acto seguido, según los policías, Héctor Ernesto intentó "charolear" pidiendo la "atención" de dejarlos ir "ya que eran gente del Cártel de Sinaloa y su jefe directo es El Chapo Guzmán". Édgar, en cambio, los increpó:
--¿Por qué no nos arreglamos?, ¿cuánto quieren para que nos dejen ir? Yo soy cuñado del Chapo Guzmán.
Ante la situación, declararon los policías, solicitaron refuerzos de sus compañeros y de elementos de la Marina. De inmediato fueron llevados al Aeropuerto, para ponerlos en un avion de la Armada de México y trasladarlos a la SEIDO en la Ciudad de México.
"En todo momento -escribieron en el parte- se respetaron sus derechos humanos a los detenidos".
Acusa tortura de la Marina
Pero la versión de los jóvenes señala que no traían ni las armas ni la droga, pues los agentes "las sembraron". Interceptados con violencia, a punta de jaloneos fueron bajados del Mustang en la avenida Rotarismo, y arrojados a una patrulla que se encaminó a la Base Termporal de la Marina en el Parque 87, en donde solo Édgar fue bajado e interrogado.
Coronel Aispuro relató que los infantes de marina lo arrojaron al suelo, se le subieron a las rodillas y estuvieron asfixiándolo con una bolsa, mientras le preguntaban por el paradero del Chapo, a lo que respondía que lo desconocía.
Sobre la fuga, Édgar contó que a él solo le pidieron buscar una pista en Querétaro, "porque le dijeron que la necesitaban para subir mariguana". De la casa donde desembocó el túnel, aseguró que estuvo un par de veces, pues uno de los encargados era un piloto al que le había pedido enseñarlo a volar, "pero nunca se dio la oportunidad".
La casa, en efecto, la vistió un par de veces. En una de esas, vio dos recámaras, dos hombres sentados en sillas de plástico, una mesa del mismo material y un televisor. En el exterior observó un remolque de las obras en construcción.
La noche de la fuga
La noche del 11 de julio del 2015, Édgar recibió una llamada de uno de los hombres de su cuñado, que le informó que pasaría a recogerlo a la gasolinera de Ixtlahuaca, ubicada por la salida a Tlajomulco. En punto de las 21 horas, el sujeto arribó en una camioneta Toyota color negro, y dos horas más tarde arribaron a la pista de San Juan del Río.
Para entonces en la pista, dijo, estaba una camioneta Honda CVR color gris y a un lado de ella su cuñado, el piloto y otras personas que no identificó. Subieron a una avioneta Cessna 201 y emprendieron el vuelo. Horas después aterrizaron en las afueras de Culiacán, donde tomó un taxi a un hotel de la carretera México-15, al norte de la ciudad.
Su cuñado y el resto de las personas se quedaron en la pista, y ya no supo a dónde más se trasladaron. Fue a los dos días que una persona no identificada le habló para decirle que pasara a recoger un Mustang, modelo 2015, color rojo, en la agencia Ford del bulevar Pedro Infante. No fue él, sino Emma. La unidad fue registrada a nombre de su madre, Blanca Estela Aispuro Aispuro.
Al ser interrogado por la Fiscalía, Édgar aseguró que no trabajaba para la organización y que conoce al Chapo por ser su cuñado, negó participar en la fuga, pero aceptó que sí sabía que se escaparía, mas no la fecha. De nueva cuenta "El Botas", la mascota, no apareció.
Devuelven el Mustang a suegra del Chapo
Fueron apenas 15 días los que Édgar Coronel paseó por Culiacán en el Mustang rojo que le mandó regalar su cuñado. Tras la detención, la unidad fue asegurada por la PGR y enviada al Servicio de Administración y Enajenación de Bienes (SEA) de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP).
La madre de Emma y Édgar, por considerar el vehículo como un obsequio del capo, interpuso un amparo ante un juzgado federal en la Ciudad de México para reclamar su devolución, pero este órgano declinó competencia y fue el Juzgado Primero de Distrito con sede la capital sinaloense el que resolvió el juicio 94/2016 a favor de Blanca Estela Aispuro Aispuro.
De acuerdo con el expediente público, la suegra de Guzmán Loera logró acreditar que ella es la legítima propietaria del Mustang en donde detuvieron a su hijo. Por más que la PGR intentó argumentar que el vehículo fue un "instrumento del delito", el juez de amparo confirmó que la Fiscalía no aportó pruebas de ello, ni que la unidad haya sido adquirida con recursos provenientes de la delincuencia organizada, por lo que el Mustang tuvo que ser devuelto a su propietaria.
El traslado de Carrasco Ruiz a Culiacán, "peligroso delincuente"
Cuando Héctor Carrasco Ruiz fue trasladado al penal de Culiacán el 23 de mayo de 2017 luego de ganar un amparo, apareció en los medios como "lugarteniente" del Chapo Guzmán, lo que llevó al gobernador Quirino Ordaz Coppel a declarar que el reclusorio local no contaba con las medidas para acoger a reos de "alta peligrosidad".
Ordaz Coppel tenía razón para temer, pues el 16 de marzo anterior 5 reos de alto perfil del Cártel de Sinaloa se habían fugado por la puerta grande. Los fugados son Alfonso Limón Sánchez, El Poncho Limón; Juan José Esparragoza Monzón, alias El Negro; Rafael Guadalupe Félix Núñez, El Changuito Ántrax; Jesús Peña González, El Peña, y Francisco Javier Zazueta Rosales, Pancho Chimal, este último abatido por la Marina en un enfrentamiento en la comunidad de Tepuche, un mes después de la evasión. Los primeros cuatro forman parte de las filas del clan que comanda Ismael Zambada García, El Mayo. Pancho Chimal era jefe de pistoleros de los hijos del Chapo, acusado del ataque al convoy militar el 29 de septiembre de 2016.
A pesar de las inconformidades tanto en el Gobierno federal como en el estatal, los jueces fueron claros al permitir la estancia de Carrasco Ruiz en el reclusorio ubicado en el extrarradio de la capital sinaloese. Un tribunal colegiado de Mazatlán concluyó que el joven no era procesado por delincuencia organizada y los exámenes sicológicos practicados en El Altiplano lo ubicaban como un interno de bajo permil criminológico, que no requería medidas especiales de seguridad.
El dictamen sicológico reveló un "umbral de delincuencia bajo, además no le percibieron signos o síntomas de estructura psicótica".
La autoridad penitenciaria entonces recurrió a los estereotipos para negar el traslado: Carrasco vivió en Estados Unidos y es originario de Sinaloa, regiones altamente criminógenas, además usa tatuaje y presenta adicción a la cocaína.
Los jueces afirmaron que ser de un región, usar tatuajes y ser adicto no convierte a ninguna persona en el peor criminal. La autoridad alegó que al ser detenido Carrasco dijo ser "gente del Chapo Guzmán", pero los jueces volvieron a replicar: en su proceso no hay imputación por ello. La directora del penal en Culiacán sostuvo que no contaban con una estructura de seguridad eficiente, además de existir sobrepoblación. Los jueces aseveraron que no era un argumento válido, pues el reclusorio debía tener las condiciones, si no, no fuera reclusorio.
Contra todo, el joven oriundo de la colonia Miguel Hidalgo arribó al Cedjude en la sindicatura de Aguaruto en medio de un dispositivo de seguridad, y hasta la fecha ni él ni Coronel Aispuro han recibido sentencia formal por los delitos que se le imputan.
Fuente.-LaSillaRota/
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