El Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) es usado como en la década de los 70 para el espionaje y el seguimiento político, lo que representa un retroceso, coinciden analistas y expertos en la materia. Este órgano de inteligencia del Estado mexicano hoy está en la polémica, debido a su aparición en la escena pública, a raíz del encuentro de un agente de esa institución, con el aspirante a la candidatura presidencial del PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya Cortés.
Voces como la de Andrés Manuel López Obrador han pedido desmantelar a ese aparato de inteligencia. El propio Anaya pidió que se dedique a sus actividades de apoyo para combatir a la delincuencia.
Los investigadores coinciden, a su vez, en que es necesario que México tenga un sistema de inteligencia civil y consideran “absurdo o un desvarío” querer desaparecerlo.
Países como Estados Unidos con la Agencia Central de Inteligencia (CIA, por sus siglas en inglés) o la Agencia de Seguridad Nacional (National Security Agency, NSA, por sus siglas en inglés); el Mosad (Instituto de Inteligencia y Operaciones Especiales) de Israel o el M16 —Servicio de Inteligencia Secreto— de Reino Unido.
De acuerdo con la Ley de Seguridad Nacional, entre las principales funciones del Cisen destacan operar tareas de inteligencia que contribuyan a preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, a dar sustento a la gobernabilidad y a fortalecer el Estado de derecho.
Así como “procesar la información que generen sus operaciones, determinar su tendencia, valor, significado e interpretación y formular las conclusiones que se deriven de las evaluaciones, con el propósito de salvaguardar la seguridad del país”, entre otras.
Javier Oliva, doctor en Ciencia Política y experto en temas de seguridad nacional, opina que hoy en día en el Cisen se observa una regresión, con respecto a los servicios de inteligencia civiles al servicio de la democracia.
“La filtración de grabaciones, de conversaciones y de videos habla de un uso del Cisen, cuando su antecedente era el de una Policía Política —Dirección Federal de Seguridad (DFS)—, pareciera que estamos regresando ello”, destaca Oliva.
Para Jorge Torres, investigador y autor del libro “Cisen, Auge y Decadencia del Espionaje Mexicano”, hay dos agendas en servicio civil de inteligencia mexicano.
“La primera es la agenda política que no ha dejado de hacerse desde que fueron creados los servicios de inteligencia en los 70, esa agenda que tiene que ver con las redes de poder, donde se les da seguimiento a las personas, y otra que tiene que ver con la seguridad nacional, de la cual no sabemos mucho y no hemos visto muchos resultados”, señala.
En ese contexto, dice Torres, de repente surgen los escándalos que nos revelan que la agenda política sigue procesando esa información de espionaje o de persecución y no vemos la de inteligencia de los problemas de seguridad nacional, que es lo que debería de importarle al gobierno.
El investigador Armando Rodríguez Luna, integrante del Colectivo de Análisis de la Seguridad con Democracia (Casede), rechaza que haya una regresión, más bien, es una actividad que nunca ha dejado de hacer el Cisen.
“Tampoco lo dejó de hacer con los sexenios panistas, lo que pasa es que ahí disminuyó su capacidad operativa”, afirma.
El investigador considera que el Cisen ha sido funcional y exitoso porque ha sido un instrumento para dar información certera sobre las estructuras políticas y sociales del país.
En este sexenio, del presidente Enrique Peña Nieto, el Cisen ha tenido los mayores presupuestos para sus tareas.
Para este año, el organismo de inteligencia mexicano cuenta con una bolsa de 2 mil 888 millones 443 mil 702 pesos.
Esto representa un aumento en 64.9 millones de pesos, en comparación con el presupuesto que recibió en 2017, que ascendió a 2 mil 823 millones 449 mil 891 pesos.
El génesis
De acuerdo con información de la institución, el 13 de febrero de 1989, durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari, se creó el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), cuyo primer titular fue el general Jorge Carrillo Olea.
Pero la historia de los servicios de inteligencia de México señalan como “primer antecedente” la creación de la Sección Primera de la Secretaría de Gobernación (Segob), en 1918, durante el gobierno del presidente Venustiano Carranza.
Posteriormente, en 1929, en el gobierno del presidente Emilio Portes Gil, la Sección Primera se transformó en el “Departamento Confidencial” que contaba con dos clases de agentes: de información política y de policía administrativa.
En 1939, el presidente Lázaro Cárdenas transformó el Departamento Confidencial en la Oficina de Información Política, asignándole la tarea de hacer toda clase de investigaciones relativas a la situación del país y prestar los servicios confidenciales que le solicitara el personal de alto nivel de la Secretaría de Gobernación (Segob).
En 1942, durante la II Guerra Mundial, la Oficina de Información Política se transformó en el Departamento de Investigación Política y Social (DIPS) que se encargaba de atender asuntos de orden político interno y al control de personas extranjeras.
En 1947, al inicio de la Guerra Fría, se creó la Dirección Federal de Seguridad (DFS) que, entre otras tareas, era la encargada de vigilar, analizar e informar de los hechos relacionados con la seguridad de la nación y, en su caso, hacerlos del conocimiento del Ministerio Público Federal, así como proporcionar seguridad, cuando así se requería, a personal de gobiernos extranjeros que visiten el país.
En 1976, la DFS se transformó en la Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales (DGIPS), cuyo propósito era estudiar los problemas de orden político y social del país, así como realizar encuestas de opinión pública sobre asuntos de relevancia nacional.
En 1985, el presidente Miguel de la Madrid disolvió a la DFS y creó la Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional (Dgisen), con el propósito de establecer un marco funcional y administrativo que integrara mejor las distintas fases de la producción de inteligencia.
En el centro de la polémica
El pasado 13 de febrero, el aspirante presidencial de la coalición Por México al Frente (PAN, PRD y MC), Ricardo Anaya Cortés, acusó que era objeto de presunto espionaje en diferentes partes del país, por agentes del Cisen, y en Veracruz encaró a uno de ellos y le preguntó por qué lo seguía.
“Soy del Cisen, ando comisionado en esto… Para que no pase ningún problema”, dijo el agente, cuya identidad fue confirmada por el secretario de Gobernación, Alfonso Navarrete Prida, quien aclaró que no se espiaba a Anaya Cortés, y que el panista y su partido estaban enterados sobre dicho seguimiento.
Al respecto, el investigador Oliva Posada consideró que el incidente, más allá de la falta de capacitación de sus elementos, habla de una pérdida de la mística del sentido de pertenencia a la institución.
“Aquí se observa una condición inédita: México no había pasado tanto tiempo sin procurador general de la República, y esto aunado al uso de los recursos tecnológicos que hay en el Cisen en el pleno proceso electoral, te da una idea de las condiciones bajo las cuales se ha deteriorado una institución tan importante”, refirió Oliva Posada.
Jorge Torres precisó que parecía que se trataba de un encuentro entre aliados. “Cuando vi las imágenes, lo primero que pensé es que el tipo se presenta tan natural que lo que dice: soy yo, soy uno de sus aliados, ya habíamos hablado del tema, es decir, pareciera que más que espionaje era una actividad que se llevaba de mutuo acuerdo, pero no lo sé, si fuera espionaje el agente ni siquiera se deja ver”, enfatizó.
Rodríguez Luna reconoció que cuando se trata de agentes desplegados en distintos territorios del país es difícil mantener un alto nivel de profesionalización.
“El caso de Anaya Cortés refleja una falla brutal a nivel individual y a nivel regional de las capacidades de inteligencia, de seguimiento, de vigilancia”, opinó.
Buscan su desaparíción
El pasado 23 de diciembre, el aspirante presidencial de Morena, Andrés Manuel López Obrador, planteó que debía desaparecer el Cisen porque no se dedican a realizar labores de inteligencia, sino de espionaje a los opositores.
Para Oliva Posada, cualquier democracia en el mundo consolidada requiere de servicios de inteligencia, por eso el planteamiento del candidato presidencial de Morena, “sólo porque según él, señala que siguen a sus hijos, es una visión patrimonialista e ignorante de lo que son servicios de inteligencia”.
Rodríguez Luna consideró que se trata de un desvarío del aspirante presidencial, porque cualquier Estado en el mundo requiere de un servicio de inteligencia en áreas políticas y sociales.
“Lo que se debe de hacer es continuar con la transparencia de las actividades del Cisen, profesionalización, ahí donde se debe fortalecer son las facultades de la Comisión Bicameral de Seguridad Nacional y las comisiones de seguridad en la Cámara de Diputados y Senadores”, apuntó Rodríguez Luna.
Jorge Torres aseguró que en el hipotético caso de que López Obrador llegue a la presidencia sería difícil desaparecer una institución como el Cisen.
“Lo que se tiene que hacer, en todo caso, es renovar, reformar y hacer una agenda pública de las actividades de inteligencia como los países y democracias desarrolladas”, aseveró.
Otros casos
El 23 de febrero de 2017, la PGR detuvo al ciudadano español Ángel María Tellería Uriarte, conocido como Antxoka o Koldo, presunto miembro de la organización vasca ETA, en León, Guanajuato.
Su detención se logró con base en trabajo de inteligencia que estuvo a cargo de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) y el propio Cisen.
En abril de 2015, el Cisen y la PGR desactivaron un plan con el que presuntamente se buscaba asesinar al entonces diputado federal Ricardo Monreal Ávila y su hermano, el senador David Monreal Ávila.
Los trabajos de inteligencia de ambas dependencias permitieron ubicar en un hotel a los sicarios que tenían la encomienda de ejecutar a los legisladores.
En contraste, en enero de 2011, WikiLeaks dio a conocer que durante el gobierno del presidente Felipe Calderón, el Cisen permitió que agentes del Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en inglés), interrogara a migrantes centroamericanos, detenidos en México, para recabar potencial información sobre terrorismo.
Sobre el atentado con granadas la noche del 15 de septiembre de 2008 en el zócalo de Morelia, Michoacán, se conoció que las delegaciones de la PGR y el Cisen recibieron advertencias sobre el ataque a la población.
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