La primera instrucción es que usted
no nazca jodido.
La segunda instrucción es que no
nazca moreno.
La tercera es que no pertenezca a
una comunidad indígena.
La cuarta —esta considérela una
buena recomendación— es que no nazca en el Estado de México.
Sería conveniente, si eres mujer y
utilizas el transporte público, que no salgas de tu casa. Nunca. Olvidemos la
discusión de la vestimenta, simplemente no salgas.
Un consejo si eres menor de edad y
estudiante de escuela pública: reconsidera, quédate en tu casa.
Parece ficción. Novela futurista,
distopía maldita, pero no lo es.
En este país, mientras ustedes leen
este texto, se fragua una desaparición. En México desaparece una persona cada
noventa minutos. Quince personas al día.
1411 personas cada mes.
33 mil personas desaparecidas al
cierre del año 2017.
(Registro Nacional de Personas
Extraviadas o Desaparecidas. RNPED / datacivica.org)
Los llamo al escándalo, a
dimensionar en todo su peso lo que está pasando.
Sé que cada vez somos menos los que
creemos que no hay exageración que esté de más cuando se trata de defender la
vida humana.
Sé que nuestras filas se han hecho
flacas y escasas. Que no está de moda pensar que lo que más vale es la vida, la
propia, la de los otros. Sé que hay quienes prefieren alistarse a la defensa de
los arrecifes, del vegetarianismo y los derechos de los mamíferos que no
pertenecen a ninguna clase social incómoda ni confrontadora.
Pero yo insisto y sé que hay otros que
insisten y es fundamental que así sea. Porque si un día desaparezco yo, o
alguno de ustedes que ya nacimos jodidos, morenos, mujeres, indígenas o
estudiantes de escuela pública, tengamos la certeza de que habrá un remanente,
un grupo de pinches necios que preguntará por nosotros. Un grupo de insufribles
aferrados que valorarán la vida y que no se burlarán de la humillación ni de la
vulnerabilidad, que no convertirán el dolor inenarrable de nuestras familias en
un meme, que no cuestionarán si el desaparecido es responsable de su
desaparición, que se incendiarán de indignación y no pararán hasta que estemos
de regreso respondiendo a nuestro nombre y ciertos de que nuestro nombre
significa algo.
Los llamo a que no dejemos de
preguntar dónde están los 43.
Los llamo a que no dejemos de
preguntar qué le hicieron a Marco Antonio Sánchez Flores.
Porque entre esas dos preguntas cabe
el futuro de muchos de nosotros.
fuente.-@AlmaDeliaMC
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