La versión corre desde hace días en columnas y círculos políticos y parece tener asidero en los hechos recientes.
Primero, el gobierno del presidente Enrique Peña Nieto se decía dispuesto a extraditar a Joaquín El Chapo Guzmán a Estados Unidos pero aclaraba que lo haría “dentro de los tiempos legales y procedimientos”. Y esos tiempos legales eran, a decir de la procuradora Arely Gómez y de sus colaboradores, “por lo menos en un año”. Y de pronto, el año como mínimo se volvió apenas unos meses, y el presidente le ordenó públicamente a la PGR “acelerar el procedimiento de extradición… lo más pronto posible”, y ya hay versiones de que El Chapo será extraditado en marzo próximo y entregado al gobierno estadunidense.
¿Qué cambió o que ocurrió en el ínter entre la extradición que llevaría un año y la orden presidencial de hacerlo “lo más pronto posible”? La detención en España de Humberto Moreira habría hecho al gobierno mexicano modificar los “tiempos legales” y ordenar un proceso fast track de extradición. A Moreira lo detuvieron el 16 de enero de manera sorpresiva acusado de “blanqueo de capitales, cohecho y organización criminal”. Seis días después, el 22 de enero, Peña Nieto ordenó la aceleración del proceso de extradición de El Chapo desde Davos. Ese mismo día, apenas unas horas después del presidente desde Suiza, Moreira era liberado de la cárcel “con restricciones” por el juez español Santiago Pedraz y abandonaba la prisión de Soto del Real.
¿Fue todo una afortunada casualidad o coincidencia? Dicen que no existen las casualidades en política y la intervención del gobierno de México en la liberación de Moreira pareció confirmarse no sólo con la entrega de los expedientes de la PGR que exoneraban al ex gobernador de Coahuila y que fueron claves en el alegato de inocencia de la defensa y en la decisión exculpatoria del juez Pedraza, sino también con la orden presidencial hecha pública para que se acortaran los tiempos para la entrega de Joaquín Guzmán Loera a Estados Unidos. Es decir, habría habido canje de fichas entre Los Pinos y la Casa Blanca, y el intermediario sólo fue el gobierno español.
Porque al final nadie entendió, ni en México ni en España, por qué la fiera Fiscalía Anticorrupción, que una semana antes había detenido a Humberto Moreira con lujo de fuerza y hasta con un desplante de burla al presidente mexicano en su mensaje #misióncumplida, de pronto se desvaneció y ni siquiera recurrió el fallo del juez, dejando vencer el plazo legal para hacerlo, cuando habían lanzado acusaciones tan fuertes contra el político mexicano al que, tanto en la Audiencia como en filtraciones a la prensa española, acusaron de “estar vinculado con Los Zetas”.
Luego vino el viaje apresurado de regreso de Moreira y su llegada triunfal a territorio mexicano, donde el ex gobernador es invitado a cuanto programa de radio y televisión para “lavarse la cara” y decir que no guarda rencores, que todo fue “una lección de vida y de política” y que está listo para regresar a la actividad política. “Porque lo llevo en la sangre”, dijo. Y en medio de la “redención” del ex gobernador que dejó en la quiebra a su estado con una deuda de 33 mil millones de pesos están las señales políticas inequívocas: primero el líder del PRI, Manlio Fabio Beltrones (que nunca quiso a Moreira) esquiva el bulto tras su detención y dice que “hay que esperar”, y un par de días después cambia notoriamente su discurso y le ofrece al ex líder preso “ayuda si nos la pide”.
Ese gesto de Beltrones, que parece obedecer a un cambio de línea desde Los Pinos, donde deciden ir al rescate del amigo en desgracia en España, es puntualmente registrado y agradecido por el propio Moreira en su apurado regreso a México cuando dice en varias entrevistas que “le agradezco al dirigente de mi partido las expresiones y comentarios que tuvo hacia mi persona”.
Al final Moreira no sólo está libre y ayer fue nuevamente exonerado por la PGR, cuya titular, Arely Gómez, volvió a declarar que las investigaciones que se hicieron sobre el ex gobernador de Coahuila “están cerradas” y que todas “terminaron en ejercicio de la acción penal y no fueron impugnadas”. Es la misma procuradora que ahora trabaja a marchas forzadas con su equipo de subprocuradores y abogados para “acelerar” la extradición de El Chapo y cumplir así con la orden presidencial “lo más pronto posible”. En España ya ni chistaron por la salida de Moreira, en la Casa Blanca ya dejaron de presionar por una extradición que saben que está próxima y en Los Pinos sólo piensan en la recepción al papa Francisco y en cómo le harán para estrenar el lujoso y ostentoso avión presidencial. Y así, como en los cuentos de hadas, se cierra el ciclo y todos contentos. Sólo hay que esperar para ver en cuánto tiempo se va Joaquín Guzmán a Estados Unidos. Y que cada quien saque sus conclusiones.
Fuente.-
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