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La recaptura en Los Mochis, Sinaloa, de Joaquín Guzmán
Loera en un enredado operativo federal, no solo reveló los claroscuros de
la forma en que operan las estructuras de la inteligencia civil y militar en
México.
Sacó
a la luz las deficiencias de cooperación y coordinación entre el Ejército, la
Marina, la Policía Federal y el CISEN, que estuvieron cerca de dar al traste
con los últimos instantes de la reaprehensión del capo y más tarde con su
traslado a la Ciudad de México y su presentación ante la prensa.
En
los entretelones posteriores a la Operación Cisne Negro, las versiones
recogidas aquí y allá por de diversos medios nacionales e internacionales van
perfilando los pleitos y viejas rencillas entre militares y marinos, y luego
entre jefes navales y jefes de la Policía Federal que pelearon con los dientes
la paternidad de la recaptura del capo.
Cuando
los laureles por la reaprehensión estaban a punto de posarse en las sienes de
los mandos navales que encabezaron el asalto a la casa de Los Mochis, el
agarrón entre el segundo comandante de la Unidad de operaciones Especiales
(UNOPES) de la Marina y los mandos de la Policía Federal para llevarse detenido
al Chapo y presentarlo en sociedad, desnudó los niveles de colaboración,
coordinación y responsabilidad reales entre las fuerzas anticrimen del país.
Los
federales que detuvieron en la carretera a Guzmán Loera y al Cholo Iván
-cuando ya se les habían escapado por las alcantarillas a los
marinos tras el zafarrancho en Los Mochis-, se dieron cuenta del tamaño de la
presa y de las repercusiones que todo ello tendría, para bien y para mal.
Por
eso, antes que nada y tras confirmar ante sus mandos centrales que tenían al
Chapo, la Comisión Nacional de Seguridad (CNS) fue la primera instancia en
subir a las redes sociales las primeras dos fotos de Guzmán Loera esposado una
habitación del Motel Doux, y más tarde al interior de una camioneta en la que
fue escoltado hacia instalaciones federales para luego ser llevado al
aeropuerto local.
Todo
el accionar fue seguido por los grupos de intervención especial de la Marina,
enviados desde la Ciudad de México por el almirante Vidal Soberón para cumplir
la Operación Cisne Negro.
El
jaloneo fue severo entre marinos y federales. Los primeros exigían se les
entregaran los detenidos porque a ellos, responsables y cabezas del operativo,
les correspondía llevarlo y presentarlo ante la PGR.
Los
federales decían que no, que ellos eran los responsables porque sencillamente
ellos lo habían capturado. Que le hicieran como quisieran pero ellos no iban a
entregarles a nadie.
Y
así fue; los federales recibieron todo el apoyo de sus mandos y lo único en que
cedieron fue en permitir que el Chapo y el Cholo fueran llevados en un convoy
de la Marina hacia el aeropuerto, pero con cuatro policías federales en el
grupo (dos para cada detenido).
El
desquite mediático de la Marina vino después precisamente en el aeropuerto de
Los Mochis, al bajar al Chapo de la pick up naval y llevarlo, toalla en la
cabeza, al Learjet de la PGR. El instante fue grabado y fotografiado por
infantes de Marina. En el video se aprecia el recelo y la mala actitud delos
policías cuando uno de los marinos se acerca más y toma fotos a la puerta del
avión.
Se
escucha claramente el grito de uno de los federales “ya no tomen fotos, nada de
fotos” y se ve el movimiento y el paso que da hacia el marino para que deje en
paz la cámara mientras otro naval graba desde atrás todo lo ocurrido. Esos
instantes fueron subidos por la Marina a redes sociales y enviados a varias
redacciones y a diversos directores de medios para presentarlos como parte
sustancial del operativo encabezado por la secretaría de Soberón.
Después
el jaloneo siguió con iguales proporciones de pleito cuando el Learjet aterrizó
no en el hangar de la Policía Federal, sino en el de la PGR. Las horas
siguientes, las de los exámenes médicos y de la corroboración de identidades,
fueron también de pleito, para determinar quién presentaría a los detenidos, en
qué aparatos se les trasladaría y quien quedaría como héroe o al menos como
figura responsable de la recaptura.
Por
eso la presentación y traslado al penal del Altiplano tardó horas, porque los
altos mandos navales y de la PF no cedían y exigían el crédito final del
operativo.
Mientras
en los medios de prensa circulaban con profusión las versiones sobre la “misión
cumplida” encabezada por la Marina, en las redes sociales las imágenes y los
relatos daban a la Policía Federal como la responsable final de la recaptura
del Chapo.
La
puntilla final, mediáticamente, la dio la Marina al difundir el video del
asalto a la casa que ocupaban el Chapo y sus escoltas y lugarteniente en Los
Mochis. La contundencia de los 15 minutos y medio del video del asalto en la Operación
Cisne Negro dejó sin respuesta a la Policía Federal, al menos hasta el sábado
16.
Ese
día se anunció que los elementos responsables de la captura de Guzmán Loera y
de Gastélum recibirán una condecoración especial por su trabajo.
fuente.-Redacion
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