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El general Martín Terrones, director de comunicación social de la Sedena, parecía amarrado a su mesa, suya de él y sus acompañantes mujeres uniformadas que departían alegremente, en el evento del martes 9 de junio del 2015 para festejar los 18 años del programa de entrevistas que dirige Sergio Sarmiento.
Totalmente discapacitado para las relaciones públicas, sintiéndose por encima del resto del mundo civil, no se dignó saludar a los muchos periodistas ahí presentes. Quiero creer que no los conoce y tampoco tiene interés en cumplir con las reglas sociales de su trabajo.
Inmensa diferencia con el general Ricardo Trevilla, cuyo nombramiento fue una de las mejores decisiones del general Guillermo Galván el sexenio pasado.
Esto es importante porque, obviamente, parece desconocer también las más esenciales reglas de la comunicación. No obstante tener lo que va de este gobierno en ese puesto.
De tal manera que no previó, avisó, hizo su chamba pues, respecto al comunicado oficial que mandó la Sedena a la Comisión Permanente del Congreso de la Unión para “avisar” de los ascensos postmortem de varios militares, entre ellos la tripulación del helicóptero Cougar derribado en Jalisco.
Nombres y dobles apellidos, grados, que habían sido guardados con total hermetismo por “razones de seguridad” fueron entregados a la reportera del diario Reforma que, de inmediato, los subió a su portal.
Y así estaban, sin que ninguno se hubiese dado cuenta, hasta que sorprendida comencé a subir tuiters al respecto, calificando esto merecidamente como una “pifia”. Me queda claro que el titular de la Sedena, general Salvador Cienfuegos me sigue en redes sociales…o tal vez la información de mi conversación con mi hijo Bruno para que esta información fuese subida a EstadoMayor.mx llegó a su escritorio de forma inmediata. Y comenzaron las llamadas urgentes. Supongo que mi querido Roberto Calleja tuvo que intervenir para que, ipso facto, los nombres fueron retirados del portal de Reforma.
Lo importante es que a los militares víctimas de criminales se les privó de honores, muy merecidos, en público por “razones de seguridad” y fue la misma Sedena, que se supone que sabe guardar su información, quien los publicitó sin ningún pudor.
Estos nombres estuvieron con acceso al público por tiempo suficiente para que cualquier interesado haya tomado nombres y apellidos. En lo personal me parece que no está en la estrategia criminal perseguir a familiares de militares o policías pero quien así lo ha magnificado a los cuatro vientos ha sido el gobierno de la República y, sobre todo, la misma Sedena.
De donde la pregunta que queda es por qué no tienen capacidad para las relaciones públicas, para la comunicación social, para la divulgación de sus acciones. En contraste con la incapacidad, supina e imperdonable, de no cuidar la secrecía que ellos mismos pregonan.
¡Cuánta incapacidad!
Aunque admito que para vigilarme, sea en redes sociales o como ya es costumbre, grabando ilegalmente mis llamadas o las de EstadoMayor.mx, sí que son eficientes y rápidos.
Fuente.-Isabel Arvide
@isabelarvide
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