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sábado, 3 de agosto de 2024

EL "DIA que MATARON a NORMA y ERNESTO": "HACE 38 AÑOS CRIMINALES LIGADOS al GOBIERNO EJECUTARON de 23 BALAZOS DOS PERIODISTAS"...y ya nadie o casi nadie se acuerda.



El gremio periodístico de Tamaulipas, estaba temeroso y consternado, porque Jorge Brenes Ayala, allá en Río Bravo, le tocaron a la puerta de su casa y cuando abrió lo mataron a balazos, apenas había transcurrido un mes, cuando Ernesto Flores Torrijos, descendió su vehículo, acompañado por su reportera estrella Norma Alicia Moreno Figueroa, ambos se dirigían a su periódico vespetino El Popular, cuando dos “deportistas”, les disparon a quemarropa:

Él recibió 17 balazos, ella 7.

Algunos balazos destruyeron la cabeza de Ernesto y en el caso de Norma, la boca, los periodistas de aquel entonces dijeron: la advertencia es clara, eviten pensar y callen boca, porque ambos periodistas eran duros y fueron víctimas de la violencia.

Se llamaba Norma, tenía 23 años, era reportera en Matamoros, Tamaulipas y se convirtió en la primera mujer periodista asesinada en nuestro país, justo en la mata del narco.

El 17 de julio de 1986, Norma Alicia Moreno Figueroa, jefa de información y columnista del periódico El Popular, fue asesinada en Matamoros, frente a su trabajo, junto a su director Ernesto Flores Torrijos, de 48 años de edad.

Además de publocar su información oficial, Norma, tituló su columna Buscando Caminos, allí en El Popular, cuyas publicaciones están prácticamente desaparecidas, pues en la hemeroteca de Matamoros allí en Casamata, existen algunas ediciones con páginas arrancadas, desorganizadas.

A Norma le encantaba escribir notas de denuncia en los que aplicaba un estilo nostálgico y crítico, estilo que comenzaba a desarrollarse en ese momento, por ejemplo hay una que habla del abandono y despilfarro de recursos en el Consejo Tutelar para Menores Infractores.

Allí Norma, responsabulizó al entonces Alcalde Roberto Guerra Velasco y el gobernador Emilio Martínez, de hacer mal uso de los recursos.

Quienes conocieron a Norma, sin dudarlo la identificaron como una chica muy alegre, con la sonrisa dibujada en su rostro, inquieta, llegaba a la redacción o a las mesas de café con su palabra:

“Ey monos, ¿cómo amanecieron monos?”

Era muy inquieta, muy entusiasta. Tenía poco con su columna, porque su amigo y jefe Ernesto le dijo con voz firme:

“Todo lo que tú quieras escribir, mientras sea cierto”.

Ernesto Flores, era una persona amable jefe del departamento de Circulación. Había regresado de Estados Unidos de Norteamérica con dólares y por su amor al periodismo, abrió el periódico vespertino El Popular allá por la 15 entre Matamoros y Abasolo, luego se cambió a la colonia Bancaria.

El éxito del periódico se fincó en que durante la tarde, era el único medio de comunicación, así que era el primero en publicar las notas que se registraban durante la madrugada y mañana, por eso llegó a vender 5 mil ejemplares diarios.

Ernesto era feliz, aunque no era deportista, le encantaba caminar, sin vicios, le decía a su hermana Nena:

“Yo no tengo nada contra nadie, pero si hacen algo pues ahí les va la noticia porque yo tengo que cumplir”.

A principios de junio de 1986, en los postes de las calles aledañas a la casa de Norma, allá en la colonia Buenavista, amanecieron tapizadas de panfletos donde la acusaban de ser “una mala mujer”, además de ser lesbiana.

En ese entonces su amiga Virginia Castillo, declaró que la joven se encerró en su departamento, se negaba a salir por lo que le pidieron que saliera y que continuara con su vida normal, porque enemigos siempre tendría:

“Me duele mucho que me hagan esto, yo lo que hago, lo hago de frente y escribo con mi nombre, no me ando escondiendo”, gritaba Norma desde el interior de su humilde casa, luego se supo que el autor fue Guillermo, el secretario particular del Alcalde Jesús Roberto Guerra.

En la edición 13 de nuestra Revista Vertical de Matamoros, publicada el 29 de enero de 1996, Nena, destacó que su hermano Ernesto, le había contado que había sido amenazado por teléfono, por integrantes del crimen organizado, por lo que incluso, el día de su muerte ya portaba un revólver calibre 38, que nunca alcanzó a utilizar.

El reloj marcaba las 07:10 de la mañana del jueves 17 de julio del 1986, hace 38 años, Norma y Ernesto iban llegando al periódico, descendían de la camioneta, según lo relatan los periódicos El Bravo, La Opinión y El Sol de Tampico, que dos hombres que fingían ser deportistas, descubrieron sus metralletas de sus ropas, para recibirlos a disparos, hasta les dieron el tiro de gracia.

Frente a El Popular, sobre la calle Vizcaya de la colonia Bancaria, a pocos metros del deportivo Bancario, quedaron los cuerpos; ella con 7 impactos, él 17, la muerte fue inmediata. En el sitio fueron recogidos 15 cartuchos percutidos de calibre 45 y 9 milímetros.

La sospecha también recayó en Juan García Abrego, el entonces jefe del narco, porque el atentado ocurrió a las 07:00 horas, día 17, en mes 7, con 7 testigos, de 7 balazos murió Norma y 17 Ernesto, era adorador de los múltiplos de 7.

Luego de los hechos, los periodistas enviaron telegramas al presidente, Miguel de la Madrid, exigiendo justicia; el gobernador de Tamaulipas, Emilio Martínez Manatou, prometió atender el caso por lo que envió al procurador Felipe Flores, el jefe de la Policía Judicial del Estado, Ricardo Zolezzi y al enviado especial Ramón Barrientos para resolver el multihomicidio:

“No tenemos nada de nada, hemos estado trabajando pero no hemos podido pescar ninguna pista y las personas que pudieran orientarnos no han querido venir a declarar”, reconoció el director de la policía judicial del Estado, Jesús Pérez Güémez a pocos días de los hechos.

Luego se descubrió que los policías en más de un mes que duraron en Matamoros dizque para investigar, vivían en costosos hoteles, pagaban comidas caras, cenas, bebían en los night club, ya tenían mujeres, era como si tuvieran vacaciones pagadas.

El caso lo atrajo la incipiente Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), que emitieron la recomendación 52/1991 por el doble homicidio, pero nunca hubo autores materiales, aunque hay voces que aseguran que los pistoleros murieron meses después.

Tampoco se conoció quién fue el autor intelectual del doble homicidio. Los restos incinerados de Norma y Ernesto fueron sepultados en el panteón de Los Tomates.

A 38 años de distancia, en la lápida no existe nombre de Norma Moreno, el vespertino El Popular está abandonado, se supo después que junto al edificio, estuvieron los sicarios estudiando todos sus movimientos.

Doña Margarita, en su momento, con sus ojos secos de tanto llorar dijo, mientras su mirada iba al azul del cielo:

“Mi hija no era mala… Yo sé que la carrera de periodista significa un riesgo, viven en constante peligro, sobre todo aquellos que abordan con dureza franca y abierta los temas. El periodista es un apóstol, mi hija fue un apóstol”. Espero una justicia que nunca llegó.

En Matamoros hay cuando menos cinco asociaciones de periodistas que todos llaman independientes, esta vez sus socios nunca se reunieron siquiera para guardar un minuto de silencio a la memoria de Norma Moreno y Ernesto Flores.

Fuente.-

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