Castigos feroces, ley de plomo y un país “inundado” de fentanilo. Las acusaciones de la Justicia en Estados Unidos son una pequeña ventana a las atrocidades cometidas durante años por el Cartel de Sinaloa. Uno de sus líderes, Ovidio Guzmán, enfrenta varios cargos con penas de prisión perpetua.
El hijo de Joaquín El Chapo Guzmán, que fue extraditado el pasado viernes de manera exprés, ha rechazado todos los cargos ayer lunes en un tribunal en la ciudad de Chicago. Allí la causa compromete también a sus tres hermanos, con quienes formó la rama de la organización criminal conocida como Los Chapitos: Iván Archivaldo, Jesús Alfredo y Joaquín. El Ratón, como se le conoce a Ovidio, enfrenta en el Estado de Illinois cinco cargos: posesión de droga con intención de distribuirla, conspiración para importar, manufacturar y distribuir droga, conspiración para lavar dinero, portación de armas y ser miembro de una empresa criminal. Además, tiene seis cargos pendientes en Nueva York y uno en Columbia.
La acusación en Nueva York, que incluye a otras 23 personas —desde sicarios a vendedores chinos de precursores—, es quizá la más detallada. El documento relata en múltiples páginas cómo Ovidio Guzmán generaba adictos al fentanilo mezclándolo con medicamentos prescriptos. Sabía incluso, aseguran, que una combinación equivocada podía matar al consumidor.
En otras páginas, la Justicia de Estados Unidos cuenta cómo los hijos más grandes de El Chapo imponían la ley de plomo a base de homicidios, amenazas, secuestros y torturas. La acusación señala que lanzaban a sus víctimas vivas a las jaulas de sus tigres. Para mantener su poder, Los Chapitos adquirieron armamento militar, que les facilitaba el combate contra todos sus enemigos. Y sembraron la sierra sinaloense de laboratorios clandestinos que, estiman, producen unas 100.000 pastillas de fentanilo al día.
Droga por aire, mar y tierra
La acusación en Chicago apunta a que el Cartel de Sinaloa era una organización transnacional de tráfico de drogas, dirigida por El Chapo e Ismael El Mayo Zambada. Los hijos del primero tomaron el lugar de su padre después de que este fuera encarcelado en 2016 y extraditado al año siguiente. De acuerdo a la Fiscalía, el Cartel de Sinaloa coordinó el trasiego de “grandes cargamentos” de drogas provenientes de Centroamérica y Sudamérica —principalmente Colombia, Ecuador, Venezuela, Perú, Panamá, Costa Rica, Honduras y Guatemala— hacia México, y luego a través de la frontera estadounidense. Lo hacía “generalmente en cargamentos de cientos o miles de kilogramos al mismo tiempo” para luego distribuirlo en Estados Unidos. Entre las sustancias que menciona, enlista: cocaína, heroína, marihuana y metanfetaminas.
Para trasladar las drogas hacia México, usaban aviones de carga, aviones privados, submarinos, embarcaciones semisumergibles, contenedores enviados por barco, buques de carga, lanchas, autobuses, trenes, camiones, automóviles y sistemas de transporte internacional. Las sustancias eran luego almacenadas en casas de seguridad ubicadas en la frontera, puntualmente señalan Tijuana y Mexicali, ambas ciudades en el Estado de Baja California. El paso siguiente era introducirlas a Estados Unidos, en vehículos o túneles, a través de los cuales eran llevadas hasta la región sur de California. A partir de ahí eran distribuidas por todo el país.
Presuntos integrantes del Cartel de Sinaloa colocan metanfetaminas en cápsulas, en Culiacán, el 4 de abril de 2022.
En muchos puntos, los narcotraficantes entregaban la droga sin pedir el pago a cambio en ese momento, de acuerdo a la acusación. Lo pedían posteriormente para poder mover con mayor facilidad el dinero. Para lavar el dinero que entraba usaban varios mecanismos entre los que se registraron: criptomonedas, tráfico de efectivo, depósitos bancarios, transferencias, cambio de moneda, y sistemas alternativos, como la adquisición de objetos como coches, aviones o helicópteros que eran comprados en un sitio y trasladados hasta otro. Para evitar llamar la atención de las autoridades, los criminales usaron teléfonos satelitales y lenguajes en código, agrega el documento.
Los Chapitos, de acuerdo a la acusación, ganaron poder en el Cartel de Sinaloa intimidando y causando violencia contra otro de sus líderes, Dámaso López Nuñez, actualmente en prisión en Estados Unidos condenado por narcotráfico. Con el fin de expandir su poder y evadir la ley, los hijos de El Chapo compraron armamento, sobornaron a funcionarios públicos e incitaron a la violencia, incluso mataron, secuestraron y agredieron a otros narcotraficantes rivales y miembros de su propia organización, dice la Fiscalía estadounidense.
El segundo cargo que enfrentan los cuatro hermanos es por formar parte de una empresa criminal. En este caso, la Fiscalía asegura que los cuatro hermanos ocuparon posiciones de líderes y supervisores, además de obtener “ingresos sustanciales”. Lo que pudieron contabilizar las autoridades de EE UU fueron unos 10 millones de dólares en un periodo de 12 meses. La acusación desarrolla puntualmente cuánta droga trasladaron y en qué fechas.
El registro es meticuloso. Entre mayo y septiembre de 2008, los hermanos movieron por el Pacífico unos 10.000 kilogramos de cocaína. Por esos días, trasladaron otros 4.716 kilogramos de la misma sustancia entre Colombia y México. En noviembre de ese año, supuestamente distribuyeron 20 kilogramos de heroína en Chicago. En junio de 2009, repartieron unos 96 kilos de cocaína en California. Así se desarrollan en la acusación al menos 32 ocasiones en las que trasladaron o vendieron narcóticos. Parte de la droga fue confiscada en Estados como Texas, Arizona o Nueva Jersey.
La acusación apunta que los cuatro hijos de Guzmán Loera participaron junto a su padre y El Mayo en el asesinato en octubre de 2010 de Israel Rincón Martínez, también conocido como El Guacho, un sicario que intentó matar a Iván Archivaldo Guzmán y fracasó. En venganza, el Cartel de Sinaloa le torturó hasta su muerte. Ese homicidio ya fue tratado en el juicio contra El Chapo en Nueva York. También señalan que participaron en la muerte de Jesús Antonio Muñoz Parra, el padre de uno de los jefes de plaza de Dámaso López Nuñez; de Mario Nungaray Bobadilla, conocido como La Liebre y supuestamente sobrino de López Nuñez; y un hombre llamado Geovanni Hurtado Vicente, al que le decían Amigo.
Tráfico de fentanilo
Los cargos por traficar fentanilo se encuentran en la causa que Ovidio Guzmán tiene abierta en un tribunal en Nueva York. De acuerdo a esa acusación, Ovidio, junto a Iván Archivaldo y Jesús Alfredo, lideraron “la mayor, más violenta y más prolífica operación” de tráfico de esta sustancia en el mundo. El Ratón enfrenta allí casi los mismos delitos que en Chicago, pero la diferencia es por el trasiego de 400 gramos de fentanilo por tierra y aire desde 2014 en adelante. Esta droga, uno de los focos rojos para la Administración en Estados Unidos, se fabrica en México pero sus precursores entraban por el aeropuerto de Ciudad de México desde China. La estimación oficial es que los hijos de Guzmán Loera operan en 45 países del mundo, incluidas las grandes ciudades de América, como Buenos Aires o Nueva York.
Las autoridades estadounidenses estiman que esta rama del Cartel de Sinaloa ha estado desarrollando la producción de fentanilo desde 2014. “Los Chapitos fueron pioneros en la fabricación y el tráfico de fentanilo —la amenaza de droga más mortífera que nuestro país haya enfrentado jamás—, inundaron Estados Unidos durante los últimos ocho años y mataron a cientos de miles de estadounidenses”, señaló el pasado abril Anne Milgram, directora de la DEA, que responsabilizó únicamente al Cartel de Sinaloa y al Cartel Jalisco Nueva Generación por el ingreso de fentanilo a su país. “Estos cárteles nos han demostrado que no se detendrán ante nada para fabricar, traficar y llevar estas peligrosas drogas a todos los rincones de nuestro país”, dijo.
Uno de los documentos relata cómo Ovidio Guzmán puso un puesto “de avanzada” en Ciudad de México para poder vender fentanilo con más facilidad a los traficantes de heroína que quisieran utilizarla para cortar su producto. La acusación no aclara en qué año se estableció ni cuánto tiempo operó en la capital mexicana.
El jefe de los sicarios
El expediente abierto en el tribunal en Columbia apunta hacia Néstor Isidro Pérez Salas, alias El Nini, conocido en Sinaloa por ser el jefe de la banda de Los Ninis, un grupo de jóvenes y adolescentes que trabajan como sicarios para el Cartel de Sinaloa. La corte allí señala a El Nini como “el líder y comandante” de este grupo encargado de “brindar seguridad” a Los Chapitos. “Desde al menos 2012 hasta febrero de 2021, Pérez Salas supuestamente conspiró para distribuir y fabricar cocaína y metanfetamina para su importación ilegal a los Estados Unidos, utilizó un arma de fuego para promover el presunto delito de tráfico de drogas y mató, intentó matar, amenazó y causó lesiones corporales a otra persona para intimidar a un testigo e informante del Gobierno”, señala un comunicado del Departamento de Justicia. Pérez Salas supuestamente opera bajo las órdenes de los hijos de Guzmán Loera.
Los Ninis fueron responsables de hacer “limpieza” en otros Estados mexicanos, como Coahuila, Sonora, Michoacán, Tamaulipas y Chihuahua, señala la acusación de Nueva York. Incluso operan el pago de impuestos de otros productos que no están relacionados con el narcotráfico, como la “cerveza, papel higiénico y electrónicos”, dice el documento. El expediente apunta la tortura y el homicidio en 2017 de tres miembros de la organización criminal Los Zetas, bajo órdenes de los dos hijos mayores del El Chapo, en la casa de Iván Archivaldo. Como también el asesinato ese mismo año de dos agentes de la entonces Procuraduría General de Justicia. A uno de ellos, asegura el documento, lo torturaron por horas con un sacacorchos y le echaron chile en las heridas para hacerlo sufrir más. A ambos al final les pegaron un balazo en la cabeza.
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