Las canciones de Chico Ché se han vuelto el sustituto discursivo del presidente de México. Cuando no tiene algo coherente que decir o no quiere comprometerse con un tema que le incomoda y molesta, pero al mismo tiempo quiere minimizarlo y banalizarlo, López Obrador recurre a la discografía de su paisano tabasqueño con sus letras jocosas y su ritmo tropical.
Chico Ché sirvió para contestarle a Estados Unidos, cuando interpuso su denuncia contra la política energética de su gobierno en el marco del TMEC, aunque después se desdijo y aceptó públicamente que le dolió la queja de Washington; y ahora el cantante del overol y bigote sirvió para ocultar la furia y temor del presidente ante el hackeo masivo de documentos militares confidenciales que sufrió la Defensa Nacional.
Porque ayer López Obrador primero validó la veracidad de los expedientes hackeados de los archivos digitales del Ejército Mexicano, al reconocer que sí son reales y que sí padece las enfermedades que mencionan, pero luego trató de desestimar o restarle importancia al contenido de esos expedientes en poder del grupo de hackers y activistas de “Guacamaya” y filtrados a medios digitales como el portal Latinus. “Casi no pude dormir de preocupación, pensando no, que es la gran nota. Pues no tienen nada… Están mal nuestros adversarios pensando que eso nos va a dañar, la gente hasta rechaza eso, lo ve como una invasión a la privacidad, una falta de respeto, una bajeza”, dijo el presidente antes de pedir que le pusieran la canción de Chico Ché “El ejército no me quiso”.
Cuando le preguntaron al presidente si tenía alguna hipótesis sobre el origen de este grupo de hackers que vulneró los sistemas de la Defensa mexicana, dijo que cree que viene de una agencia extranjera y que se trata de profesionales con experiencia en este campo que aprovecharon “que están haciendo un cambio en el sistema de la Sedena” para entrar y robar la información. “Pienso que es algo que se maneja desde el extranjero, que no es de México”, dijo el mandatario sin dar mayores detalles.
Lo más interesante ayer de la reacción del presidente mexicano, que al final es fiel a su estilo, es que contrasta con la forma en que otros países han abordado estos hackeos. En Chile, por ejemplo, donde también sufrieron un hackeo de información por parte del colectivo Guacamaya, que extrajo miles de documentos del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas, la ministra de Defensa chilena, Maya Fernández, convocó a una reunión urgente con el gabinete de seguridad y retornó a su país, el pasado 21 de septiembre, interrumpiendo la gira que realizaba con el presidente Gabriel Boric, para analizar las acciones a seguir para enfrentar el hackeo y ordenar una “investigación inmediata” para determinar las responsabilidades en este caso e interponer denuncias ante la justicia chilena.
Acá, aunque el presidente López Obrador minimizó el asunto y hasta se mofó con la cumbia de su paisano Chico Ché, al interior del gobierno, tanto en la Secretaría de Gobernación como en la Sedena y la Marina, había preocupación en serio por el contenido de varios de los expedientes e informes que fueron robados. “Se está revisando a fondo qué fue lo que pasó y cómo es que lograron vulnerar los códigos de seguridad del Ejército. El hecho es grave y se está haciendo un listado de los informes, expedientes y demás material que fue extraído de los servidores. Es claro que esto apenas es el inicio y que seguirán filtrando información confidencial y que puede poner en riesgo incluso a la seguridad nacional y a las propias fuerzas armadas”, nos decía ayer una fuente de inteligencia militar.
Es decir que, más allá de la reacción pública del presidente, que pretende negar el impacto que este robo de información tendrá para su gobierno, el hecho está siendo tomado con seriedad por las Fuerzas Armadas que, al final, son las que saben a detalle qué tipo de información fue extraída y el daño que puede causar su difusión. Ayer mismo se inició una investigación para tratar de seguir las huellas del hackeo y descifrar cómo es que se rompieron los protocolos de seguridad de los sistemas de la Defensa. Hay incluso una hipótesis que ya manejan en las áreas de inteligencia militar que apunta a “una traición interna” dentro del Ejército; es decir, que la fuga masiva de información pudo haber sido intencional y sería parte de las fuertes pugnas e inconformidades que se están registrando dentro de las Fuerzas Armadas.
Veremos qué arrojan las investigaciones internas en las Fuerzas Armadas y si se da a conocer cómo es que los sistemas encriptados y las claves de acceso fueron descifrados por un grupo de jóvenes hackers que se autoadjudican la filtración o si en realidad se trató de una fuga de información dentro de la propia milicia. Por lo pronto, lo grave de todo esto no es lo que se conoció ayer, que tiene que ver, efectivamente, con temas ya conocidos, aunque no siempre difundidos con transparencia, como la mala salud del presidente, la forma en que se dio la orden para doblegar al Ejército al poder del Cártel de Sinaloa en el Culiacanazo o la pugna fuerte que tienen el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval y el almirante Rafael Ojeda, de la Secretaría de Marina.
Habrá todavía mucha información y expedientes reservados que saldrán a la luz y ahí, todo indica, hay información delicada que sacudirá a Palacio Nacional. Ayer una cuenta de Twitter creada el jueves pasado y nombrada como @GuacamayaHacks que se atribuye al grupo de activistas, aunque ellos no la han reconocido oficialmente, mandaba un mensaje inquietante en sus publicaciones: “Presidente López Obrador, solo usted sabe lo que va a salir a la luz. Tome una buena decisión y Renuncie Ya”, decía el mensaje publicado en inglés y español y acompañado del hashtag #AMLORenunciaYa. De ser real esa cuenta y por lo tanto el mensaje, habría que preguntarse ¿qué puede tener un grupo de hackers en su poder y ahora filtrado a medios que podría provocar la renuncia de un presidente?
En todo caso, está claro que la irrupción de este presunto colectivo de activistas y hackers ocurre en una coyuntura especialmente complicada para el presidente López Obrador: el mismo día que se filtra la portada del libro “El Rey del Cash”, de Elena Chávez, quien fuera pareja sentimental de César Yáñez, actual subsecretario de Gobernación y uno de los hombres más cercanos a AMLO en los últimos 20 años, donde prometen revelar cómo fue que se financió, con cash y “aportaciones al movimiento” la trayectoria política y las campañas del ahora presidente. Si a eso se le suma la crisis económica, por la alta inflación, las diferencias y roces que ha tenido con Estados Unidos y la violencia e inseguridad que sigue afectando al país, está claro que, sea quien sea que está detrás del hackeo (o filtración por traición interna) de los expedientes militares, sin duda quieren desestabilizar y hasta vulnerar a la Presidencia de la República.
Por algo, el general secretario dijo en una ocasión, de acuerdo con testigos que se lo escucharon decir, la frase: “A mí me gustaría haber llegado seis años después, no seis años antes”, en relación a su nombramiento sorpresivo como secretario de la Defensa en este gobierno, porque a él le faltaba aún subir en el escalafón para encabezar la Sedena, pero por decisión de López Obrador y del general Audomaro Zapata, fue hecho secretario antes de tiempo. Así de complicadas se están viendo las cosas desde la visión militar. Por cierto, ¿sabían que hay una variedad de guacamayas que, por su color verde intenso, se conoce como el Ara militaris o el guacamayo militar? Dato curioso.
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