lunes, 27 de enero de 2020

"DESCARGAS ELECTRICAS": MEXICANA se "HIZO PASAR por INDOCUMENTADA" para CONSTATAR ABUSOS de la "GUARDIA NACIONAL ANTI-INMIGRANTE de AMLO"...ese que estuvo en las malas y ahora los jode por las buenas.

Dulce Susana Jacobo Cruz, estudiante de Morelos de 27 años, acompañó a la caravana hasta ser encerrada en Villahermosa, Tabasco. Denuncia el uso de descargas eléctricas para atrapar a los migrantes 

“Las personas se sienten engañadas. Ese no era el trato que estaban esperando. Si hubiesen sabido que estas eran las condiciones no hubiesen aceptado”. Dulce Susana Jacobo Cruz, de 27 años, fue integrante de la caravana que partió el 15 enero desde San Pedro Sula, Honduras. A diferencia de sus compañeros, ella no es centroamericana, sino mexicana. Originaria de Temixco, Morelos, actualmente reside en Ciudad de México y estudia Educación Indígena en la Universidad Pedagógica Nacional. Durante más de una semana, Jacobo Cruz fue se hizo pasar por migrante hondureña indocumentada y permaneció encerrada cinco días en la estación migratoria El Anexo, que el Instituto Nacional de Migración (INM) habilitó en la Ciudad Industrial de Villahermosa, Tabasco.

La joven denuncia diversas vulneraciones a los derechos de los migrantes.

Dice que las autoridades mexicanas les engañaron en la frontera de El Ceibo, Tabasco, al ofrecer empleos y albergues y ocultar que serían encerrados en un centro de detención de Villahermosa. 

Agentes de la Guardia Nacional y Policía Federal, añade, utilizaron descargar eléctricas para someter a los migrantes que el lunes, 20 de enero, escaparon de la estación migratoria.

Dice que cientos de migrantes están incomunicados, sin poder hablar con sus familiares y sin recibir información por parte del INM ni la posibilidad de pedir refugio ante la Comisión Mexicana de Ayuda al Refugiado (Comar). Que otros muchos fueron deportados tras aceptar la expulsión después de que las autoridades les dijesen que tendrían que pasar al menos seis meses encerrados. 

Jacobo Cruz sabe todo eso porque ella misma fue una migrante hasta el jueves 23 de enero. Ese día los responsables de la estación migratoria se dieron cuenta de que no era una hondureña que escapaba en caravana sino una estudiante mexicana a la que su mamá, Zita Cruz Salgado, puso una alerta por desaparición. 

Después de recuperar la libertad, dice la joven que su gran preocupación es el estado de sus compañeros. “Hasta el jueves no se habían iniciado trámites de regularización o de refugio”, explica. 

Animal Político quiso conocer la versión del INM y de la secretaría de Gobernación. Al cierre de esta nota todavía no había recibido respuesta. 

El 15 de enero, cientos de migrantes (al menos 3 mil, según autoridades guatemaltecas), se sumaron a la caravana de 2020 para tratar de alcanzar Estados Unidos. Se trató de la primera gran marcha centroamericana después del acuerdo del 7 de junio, por el que México se comprometió con Washington a frenar el flujo de indocumentados a cambio de que no se le impusieran aranceles en las exportaciones.

La caravana trató de cruzar a territorio mexicano a través de dos fronteras: El Ceibo, en Tabasco, y Ciudad Hidalgo, en Chiapas. En el primer punto, a través del que cruzó Jacobo Cruz y sus compañeros, la mayor parte de participantes de la caravana se entregó al INM con la promesa de ser regularizados. En el segundo se registraron dos intentos para cruzar que fueron abortados por la Guardia Nacional y el INM, que arrestó y encerró a cientos de personas. 

Al menos un millar de los centroamericanos, según datos del presidente Andrés Manuel López Obrador, ya han sido deportados. 
Una investigación que termina en un centro de detención

“Me enteré de la caravana y decidí acompañar a dos amigos que iban a participar”, explica Dulce Susana Jacobo, en conversación telefónica con Animal Político. Relata que estaba realizando una investigación sobre las redes migrantes en el sureste mexicano cuando tuvo conocimiento de la caravana. Conocía a otros jóvenes hondureños durante una estadía en el comedor Contra Viento y Marea, que funciona en Tijuana, Baja California, y que fue fundado por migrantes que participaron en la caravana de octubre de 2018. 

Los primeros días, dice la joven, fueron de tránsito hasta la frontera de El Ceibo. “Se nos impide el ingreso a México. Así que la gente se empieza a organizar y ver qué iba a suceder”, explica.

El grupo tenía algunos liderazgos, que establecen un diálogo con las autoridades mexicanas. “Les dijeron que les van a dar trabajo, pero que mientras tendrán que dormir en un albergue”, explicó la joven. 

Esa misma semana, López Obrador había anunciado que dispondría de 4 mil empleos para los integrantes de la caravana. 

fuente.-

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