La decisión del presidente Andrés Manuel López Obrador de acabar con la Policía Federal provocó la inconformidad entre los agentes capacitados en las divisiones de Fuerzas Federales y Gendarmería, áreas sensibles para la seguridad nacional. Miles de ellos decidieron no incorporarse a la Guardia Nacional (GN), lo que debilita aún más a la institución y aumenta el riesgo de que sean cooptados por la delincuencia organizada.
EL ENTRAMADO BIEN ENREDADO:
Ese capital humano desechado cuenta con entrenamiento y experiencia de campo, pues hay, entre otros, tiradores selectos, expertos en medicina táctica, paracaidistas, operadores aéreos de alto impacto, de operaciones subacuáticas, infiltración aérea, aseguramiento de laboratorios clandestinos y búsqueda, identificación y neutralización de artefactos explosivos improvisados.
EMPRESA CRIMINAL EN EXPANSION:
Un grupo de 12 agentes –de los cuáles sólo dos firmaron su carta de adhesión a la GN– solicitó una entrevista con Proceso para dar su versión. Conocen las fortalezas y las debilidades de la corporación, sus puntos vulnerables y las estrategias, saben cómo actuar en cada situación y conocen la capacidad de acción y de reacción, el armamento, la capacidad táctica… Saben todo.
CARTELES SIN PROBLEMAS DE RECLUTAMIENTO
Entre el personal que pidió su liquidación hay agentes de todas las divisiones de la Policía Federal. Es un tema que debe alarmar al gobierno, dicen a la reportera.
Recuerdan que en julio de 2010 quien armó el coche bomba para La Línea, brazo operativo del Cártel de Juárez, fue un exmilitar experto en explosivos que salió de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y fue reclutado por ese grupo armado. Por eso advierten sobre la posibilidad de que se repita la historia de Los Zetas, formado por militares de élite, que se pusieron al servicio del Cártel del Golfo como su brazo armado y después crearon su propio cártel.
En las disciplinas de Fuerzas Federales quedan unas tres decenas de elementos, el resto –unos 140– “nos fugamos”, dice a la reportera uno de los uniformados que espera su liquidación. Pide que se le identifique sólo como Andrés.
Cuando la reportera les pregunta cuáles son las divisiones más sensibles de la Policía Federal, Miguel, otro uniformado, responde:
“Todas son sensibles: unas por el tema de la información, otras por la operación. Sin embargo, la mayoría (de los elementos) no tienen tanto problema porque su estructura se mantiene, pero en lugar de división, ahora son direcciones”.
Y aclara que “ni Fuerzas Federales ni Gendarmería están contempladas en la Ley de la Guardia Nacional; pensaban desaparecerlas… no contemplaron que muchos éramos gente con especialidades y que no íbamos a aceptar”.
Gendarmería, explica Miguel, era una división como de 6 mil empleados, hoy le quedan como mil 300. Sus grandes rubros son los ciclos productivos, la situación ambiental –la tala clandestina, la mariposa Monarca–, la investigación de arte sacro y piezas arqueológicas, áreas de corte no tan agresivo, pero sí de especialidades únicas que no existen en otra institución en el país.
La desbandada
Los entrevistados consideran que el Cártel de Jalisco Nueva Generación, así como el del Noroeste –los antiguos Zetas– y el de Santa Rosa de Lima están reorganizándose. Su propósito es expandirse territorialmente mediante la conquista de los pequeños grupos que trabajan de manera dispersa a lo largo del país. Es factible que incorporen a gente con los perfiles de los agentes que se están yendo de la corporación. Y esto, al final del día, va a tener consecuencias.
–¿Qué va a pasar? –pregunta la reportera.
El presidente Andrés Manuel López Obrador olvida nuestra historia, el tema de Los Zetas, que se formó con militares de élite que desertaron de la Sedena, dicen. Lamentan que muchos de sus compañeros que recibieron capacitación especializada se hayan ido y otros también opten por abandonar la corporación. El panorama para el país es el debilitamiento de las instituciones de seguridad, sostienen los entrevistados.
Insisten: para quienes están siendo liquidados, los cárteles son la única fuente de empleo que puede vislumbrarse en el país. Y aun cuando quedan las policías municipales y las estatales, el tema económico será una opción de mayor peso.
Según ellos, son 6 mil los agentes que solicitaron el retiro. Unos 2 mil ya se fueron de la División Regional, Gendarmería, Investigación, de la Secretaría General y de Fuerzas Federales; otros mil 200 están desplegados en operativos en espera de ser concentrados para hacer sus trámites y recibir su finiquito.
fuente.-
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