La Medusa era el jefe de plaza de Guerreros Unidos en Huitzuco, Guerrero, la noche en que desaparecieron los 43 estudiantes de la normal rural “Isidro Burgos”. Sidronio Casarrubias Salgado fue quien reveló a la PGR el papel que La Medusa jugaba dentro de la estructura de la organización delictiva.
Tras ese apodo se escondía Walter Alonso de Loya Tomas, uno de los sicarios más violentos y peligrosos de Guerreros Unidos.
Se había convertido en un objetivo central desde que la Comisión Nacional de Derechos Humanos dio a conocer el testimonio de un chofer que dijo haber escuchado, la noche del 26 de septiembre de 2014, que un grupo de normalistas serían llevados a Huitzuco “para que allá decidiera el patrón”.
A través de declaraciones de sicarios y halcones que en cadena fueron cayendo en manos de las autoridades, se supo que La Medusa había sido integrante de La Familia Michoacana, que luego se pasó a Guerreros Unidos y que al estallar el escándalo de Iguala rompió con la célula de la que formaba parte: la comandada por los hermanos Benítez Palacios, conocidos como Los Tilos, y a la que también estaba integrado su jefe inmediato: Alejandro Palacios, El Cholo Palacios.
La ruptura fue tan fuerte que La Medusa ordenó el asesinato de los hermanos Benítez —no lo consiguió— y se pasó con el mayor enemigo de Guerreros Unidos: Los Rojos.
Un filtro policiaco ubicó ayer a Walter Alonso de Loya en Amealco, Querétaro. Al practicar la revisión física de una Chevrolet, un policía “tuvo a la vista” dos armas de fuego. A La Medusa le hallaron dos identificaciones con nombres distintos. Él y su acompañante, Erasto Bonfil, fueron detenidos.
Desde el año 2014, De Loya se había refugiado en un rancho de Querétaro. Todo este tiempo se hizo pasar por ganadero.
A aquel estado fue también a refugiarse otro líder de Guerreros Unidos, Adrián Jaime Vences, El Faraón. En agosto de 2015, la Marina lo ubicó en un fraccionamiento de San Juan del Río.
Desde aquel rincón de Querétaro operaba el tráfico de drogas y el narcomenudeo en el resto del estado, así como en Guerrero, Hidalgo y el Edomex. Se había hecho pasar como empresario inmobiliario. Había inscrito a sus hijas en un colegio particular. Sus vecinos lo consideraban “un hombre muy tranquilo” hasta que los helicópteros de la Armada sobrevolaron el fraccionamiento.
El Faraón intentó huir, acompañado por una mujer de 60 años.
La Sedena extendió un comunicado en el que se informó de su detención. Y luego sucedió algo muy extraño: al día siguiente se informó que El Faraón había muerto de un disparo en la cabeza durante “el enfrentamiento”.
El 31 de marzo de 2014, en otro choque con la Marina y el Ejército, fue abatido en Querétaro Enrique Kike Plancarte, fundador de los Caballeros Templarios y segundo al mando luego de Servando Gómez, La Tuta.
Plancarte, que según las autoridades asesinaba en rituales semireligiosos, se escondía en la zona semidesértica del estado, en el municipio de Colón. Estaba viendo un partido de futbol cuando los helicópteros se acercaron. Tuvo tiempo de huir, pero no logró salir de la cabecera municipal. Unos 200 elementos de las Fuerzas Armadas comenzaron a revisar vivienda por vivienda hasta que lo encontraron. Se desató una balacera. Plancarte fue abatido.
De unos años a esta parte Querétaro se ha convertido en el refugio por excelencia de los narcos. Ahí vivió largos años Juan José Esparragosa Moreno, El Azul, fundador del Cártel de Sinaloa. Ahí habitó también (en San Juan del Río), haciéndose pasar por empresario inmobiliario, Héctor Beltrán, El H, jefe del Cártel de los Beltrán Leyva —detenido al fin en San Miguel de Allende, Guanajuato, en octubre de 2014.
En Querétaro fue aprehendido en noviembre de 2015 uno de los 122 objetivos prioritarios del gobierno federal: Alejandro Castro Alfonso, líder de los Zetas en Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Tlaxcala y Querétaro, al que se presentó como narcotraficante, secuestrador y “chupaductos”.
En aquella entidad la Armada dio con el líder de la Familia Michoacana que dirigió y ordenó los secuestros en Valle de Bravo: Drey Jaimes Vences. Ahí ha caído una larga lista de miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación, los Zetas, la Familia Michoacana, los Beltrán Leyva, los Guerreros Unidos y el Cártel de Sinaloa.
¿Qué hay en Querétaro que atrae a los narcos como un imán? La respuesta posible es protección. Aunque puede haber algunas otras.
Hoy, la última captura ocurrida en ese estado podría aclarar definitivamente cuál fue el destino de los 43.
Fuente.-@hdemauleon
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