Los tamaulipecos se sacudieron al PRI pese al aparato de control y el miedo a la violencia que prevalece en la entidad.
Pero las perspectivas de cambio real con el gobernador panista “no sona alentadoras”.
Reynosa,Tam.-Los ciudadanos a quienes les correspondía votar en las casillas ubicadas en la pequeña calle Juan Nepomuceno Guerra –que lleva el nombre del contrabandista fundador del Cártel del Golfo– estaban ansiosos: a las cinco de la mañana del domingo 5 ya hacían fila en el centro de votación.
Al filo de las 10, las urnas transparentes de las 15 casillas ubicadas en la secundaria Berta González de Garza Zamora ya estaban a la mitad de su capacidad, con los votos de electores de las colonias Reserva Territorial Campestre, Leyes de Reforma, Olmito, Arboleda y Campestre, las más grandes y populosas de esta ciudad, que en los últimos años ha resentido un embate tras otro del crimen organizado.
En esta zona, siete de cada 10 casas ostentaba un emblema con una cabeza de vaca (en alusión al apellido del candidato panista Francisco Javier García Cabeza de Vaca) pese a que sus habitantes recibieron terrenos por medio del Instituto Tamaulipeco de Vivienda y Urbanismo, de parte de gobiernos del PRI.
Por eso aquella mañana el ambiente en la calle Juan N. Guerra era de romería. En la secundaria se concentraron vendedores de aguas frescas, nieves, pan, frutas, tostadas y dulces. Decenas de votantes buscaban las casillas donde les correspondía votar, según la inicial de su primer apellido.
Muchos de los que hicieron fila desde muy temprano trabajan en maquiladoras y querían votar antes de iniciar su jornada. Después de emitir su voto caían en las manos de los representantes de las empresas que hacían encuestas de salida. A media mañana dichos sondeos arrojaban resultados parciales muy cerrados, debido a que desde las 08:00 horas comenzaron a llegar camiones y taxis con quienes parecían ser acarreados del PRI. Sin embargo, al mediodía la diferencia se disparó a favor del PAN.
“Ya estamos hartos. Si hubiera otro candidato que pudiera dar la batalla al PRI lo apoyaríamos, pero no lo hay. La única opción es Francisco García Cabeza de Vaca”, dice a Proceso un votante cuyo nombre, al igual que el resto de los testigos, se omite a causa de la inseguridad que priva en la zona.
Otro de los presentes afirma: “Vienen muchos acarreados a votar por el PRI. Hasta los muertos vienen a votar… pero los muertos de hambre que sólo vienen por las despensas que les prometieron”. Uno más: “El PRI ya no gana ni por favor. El pueblo ya despertó y sería una incongruencia que el pueblo votara por sus verdugos”.
La calle Juan N. Guerra, en la colonia Reserva Territorial Campestre, fue inaugurada por el gobernador Egidio Torre Cantú el 19 de junio de 2015. Está en un área donde cotidianamente la gente padece extorsiones, cobros de piso a los negocios, secuestros, levantones y frecuentes enfrentamientos con armas de grueso calibre entre grupos rivales del Cártel del Golfo o de estos contra Los Zetas.
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La imposición del nombre del fundador del Cártel del Golfo a esa calle implicó que el gobernador celebrara al grupo criminal que ordenó el asesinato de su hermano, Rodolfo Torre Cantú, en 2010, cuando era candidato del PRI a gobernador. El domingo 5 los tamaulipecos le pasaron la factura por su negligencia como funcionario. Aquí se dice que Egidio Torre prefería jugar golf a combatir la inseguridad.
San Fernando
Prácticamente lo mismo ocurrió en zonas rurales donde el PRI mantenía sus esperanzas de triunfo gracias a su “voto duro”, como San Fernando.
En los últimos días de marzo de 2010 arribaron a ese municipio decenas de camionetas atestadas de hombres armados. En los vidrios y puertas, unos camiones tenían pintadas las siglas CDG y otras la letra Zeta.
Ambos cárteles, antes aliados, se habían dividido un mes atrás. Antes del mediodía del día 31 las granadas ya destruían negocios, las ráfagas de los cuernos de chivo y R-15 descascaraban las fachadas de las casas y los chirridos de llantas rompieron la tranquilidad que el pueblo había tenido desde hacía décadas.
Manchas de sangre y decenas de cuerpos quedaron dispersos por la calle principal. Apenas era el preludio de la barbarie que impondrían en el pueblo Los Zetas, encabezados por Martín Omar Estrada Luna, El Kilo, y sus “guardias”.
Para mediados de 2011 el general Miguel Gustavo González Cruz, jefe de la Octava Zona Militar con sede en Reynosa, presentó un informe al gobierno de Egidio Torre Cantú. En él detalló las actividades de Los Zetas en San Fernando: extorsión a todo tipo de negocios, incluyendo a los productores de sorgo que perdieron su cosecha, así como secuestros, levantones y frecuentes asesinatos.
Además, desde abril de aquel año y durante aproximadamente dos meses, los 40 policías municipales que estaban en la nómina del Kilo (cuyos jefes eran El Wache y La Ardilla) se dedicaron a bajar pasajeros de los autobuses foráneos. A los jóvenes les revisaban sus celulares; y a los provenientes de Michoacán o Sinaloa los separaban. Escoltados por sicarios zetas uniformados como si fueran militares y con el rostro cubierto, se los llevaban en camionetas a la zona de El Arenal, donde los mataban y enterraban en una fosa excavada con maquinaria pesada del municipio.
En esas ocasiones los autobuses continuaban su camino hacia la frontera con Estados Unidos con muy pocos los alrededor de 40 pasajeros que los habían abordado. Esos secuestros terminaron cuando los choferes de las líneas de transporte hicieron huelga para exigir a sus empresas que ya no los mandaran a San Fernando.
La matanza de 72 migrantes en agosto de 2010 y el descubrimiento de narcofosas con 193 cadáveres registrados oficialmente convirtieron a San Fernando en el emblema de los asesinatos múltiples y desapariciones forzadas en Tamaulipas. Esto, pese a que las autoridades federales “borraron” de las fosas al menos a 100 cadáveres que ya no contaron y que enviaron a una fosa común del panteón municipal, en vez de remitirlos al Servicio Médico Forense de Matamoros.
La lista nominal del Instituto Electoral de Tamaulipas (Ietam) en San Fernando da una idea de la violencia que agobia al municipio. En las elecciones de 2010 el padrón registró a 125 mil 527 electores. Para 2016 la cifra bajó a 118 mil 365: 7 mil 162 ciudadanos menos. Las autoridades estiman que más de 5 mil personas abandonaron el poblado, lo que significa que alrededor de 2 mil desaparecieron o fueron asesinados.
La exdiputada local Marta Alicia Jiménez Salinas, quien formó una asociación para ayudar a víctimas, calcula que los niños huérfanos a causa de la violencia suman alrededor de mil.
Consultadas por el reportero, varias personas que buscan a familiares desaparecidos indicaron que las autoridades de la anterior administración en San Fernando y Ciudad Victoria, así como las federales en la Ciudad de México, nunca los “ayudaron en nada”. Una de ellas, quien sufrió el plagio y desaparición de tres hijos, afirma que fue García Cabeza de Vaca quien recientemente les comenzó a brindar apoyo.
De hecho el candidato del PAN arrancó su campaña por la gubernatura de Tamaulipas en San Fernando. Su primer acto fue una reunión privada con unos 300 familiares de desaparecidos o asesinados, a quienes les prometió que si ganaba, los respaldaría ante autoridades estatales y federales para localizar a sus familiares.
Sin embargo, algunos le reclamaron que sólo se acordaran de ellos en época de elecciones. García Cabeza de Vaca también les prometió que pediría respaldo al Ejército y la Marina para combatir a los cárteles que gobiernan en Tamaulipas.
En una entrevista previa a los comicios, García Cabeza de Vaca declaró a Proceso: “Lo que sucede hoy en Tamaulipas es el reflejo de la entrega de la clase política al crimen organizado. Jamás he titubeado en este tema, así que desde la tribuna he apoyado a las fuerzas armadas para que actúen en Tamaulipas”.
De todas formas, esa reunión con las víctimas favoreció a Cabeza de Vaca. La votación en San Fernando alcanzó 71.3% del padrón, la más alta del estado. Ello contribuyó a la derrota estrepitosa del PRI, que obtuvo 30 mil 111 sufragios mientras que el PAN logró 46 mil 685.
Los municipios asolados por la violencia también tuvieron una alta participación de votantes. Según las estadísticas del Ietam, en Mante, Altamira, Xicoténcatl y poblados rurales como Hidalgo, Villagrán y Mainero acudió a sufragar más de 60% de la lista nominal.
Hidalgo fue la población donde el candidato priista Baltazar Hinojosa no fue a pedir el voto durante su campaña porque no había “condiciones de seguridad”, ya que presuntamente ahí tiene presencia el grupo de autodefensa Columna Armada Pedro J. Méndez.
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“Alternancia poco positiva”
“¿Por qué un PRI fuerte y relativamente bien organizado puede perder esta contienda electoral? ¿Cómo explicamos esta competencia tan fuerte en un estado históricamente priista, con un aparato de movilización electoral tan efectivo?”, cuestiona la doctora Guadalupe Correa-Cabrera, profesora e investigadora de la Universidad de Texas en Brownsville.
“La respuesta es sencilla”. Continúa. “La extrema violencia en los últimos años y la falta de resultados contundentes en materia de seguridad alimentan un voto de castigo contra el partido en el poder.”
Para la politóloga especializada en temas de gobierno y seguridad, la situación nacional refuerza esta tendencia, por lo que el voto de castigo contra Egidio Torre también puede interpretarse como contrario al presidente Enrique Peña Nieto.
Sin embargo, a decir de Correa-Cabrera el apoyo que le dio la población a García Cabeza de Vaca y al PAN en esta ocasión parece relacionarse más con la inconformidad general (el “humor social”) y no con una posibilidad real de cambio.
Afirma que el PAN contó con la ventaja de no haberse desgastado en una gestión de gobierno. Por eso, para ella “las preguntas son las siguientes:
¿Francisco Javier García Cabeza de Vaca asegurará la estabilidad y la gobernabilidad en el estado, con respeto a la legalidad y sin vínculos con la delincuencia organizada?
¿Se deslindará el PAN del verdadero actor que ha gobernado Tamaulipas en las últimas décadas (el narcotráfico)?
En otras palabras
¿tendrá el PAN la capacidad para gobernar un estado tan complejo como éste, donde la experiencia nos deja ver que no existe un monopolio del uso legítimo de la violencia?”
Si se toman en consideración las investigaciones en curso y los señalamientos al político panista por supuestos vínculos con la delincuencia organizada, concluye la académica, las perspectivas de la alternancia en Tamaulipas no parecen “del todo positivas o halagüeñas”.
Fuente.-
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