Cuatro meses de la segunda fuga
de Joaquín El Chapo Guzmán, su nombre y la cacería que hay en
su contra han pasado al asiento trasero del interés de los mexicanos.
Entendible. La información sobre cómo lo están buscando es secreta y tampoco
podrían desgastarla cotidianamente con un parte de actividades parcial. Pero no
significa que no estén tras él.
Funcionarios federales aseguran
que hoy en día, desde que estuvieron a cinco minutos de capturarlo hace dos
meses en Tamazula, en la sierra de Durango sigue huyendo por las barrancas de
la región. No tienen información que haya podido salir del cerco, pero tampoco
han podido tenerlo a distancia de captura o abatimiento desde el 6 octubre
pasado.
Guzmán se escapó corriendo del
rancho, tropezó en el monte y rodó decenas de metros hasta que lo detuvo una
reja de alambre de púas. El perfil genético de la sangre encontrada en el lugar
concordaba con la del prófugo, pero no se pudo determinar cuánta sangre perdió.
Por la forma como se ha ido escabullendo, Guzmán está en buenas condiciones
para seguir corriendo. A diferencia de octubre, dijeron los funcionarios, El
Chapo se encuentra mejor resguardado. Tras evadirse en octubre, se le
ha integrado su principal escolta, compuesta por ex militares de México y
Estados Unidos. Según los funcionarios, entre ellos hay ex Infantes de Marina
estadounidenses, cuyos jefes ya fueron identificados por la Marina, quienes se
presume están a cargo del primer diamante de su seguridad.
La cacería contra El
Chapo Guzmán es la primera gran operación tri-nacional que se hace en
México. Participan comandos de élite del cuerpo de Infantería de la Marina
mexicana, con el apoyo de veteranos de los bloques de búsqueda de narcotraficantes
en Colombia, que envió el Presidente Juan Manuel Santos a petición del
Presidente Enrique Peña Nieto, y de la DEA y la CIA, las agencias
estadounidenses que aportan la principal información de inteligencia a las
unidades mexicanas. La participación de extranjeros no es reconocible, dijeron
funcionarios federales, porque utilizan uniformes militares mexicanos. Los
agentes estadounidenses no tienen bases fijas en la zona de operaciones, no así
los colombianos, que tienen varias en territorio nacional.
La operación contra El
Chapo Guzmán está bajo el mando central de uno de los oficiales más
respetados dentro de la Marina, un almirante al que se le conoce como el
“Comandante Águila”, responsable también de la recaptura del narcotraficante en
Mazatlán en febrero del año pasado. El “Comandante Águila” tiene bajo su mando
a siete capitanes de las unidades de élite de la Marina. La ascendencia que
tiene el jefe del operativo sobre los comandos es absoluta, dijo un funcionario
federal que lo conoce. “Se la ha ganado al encabezar personalmente los
operativos en campo y dirigir a las unidades desde el campo de batalla”,
agregó.
Los comandos mexicanos, el bloque
de búsqueda colombiano y los agentes estadounidenses, operan de manera autónoma
y la información completa la tiene el Secretario de la Marina, Vidal Soberón, y
un grupo no cuantificado pero muy reducido dentro de las áreas de inteligencia
naval. En paralelo, cada semana hay una reunión del gabinete de seguridad al
más alto nivel, encabezado por la Secretaría de Gobernación, donde intercambian
información y coordinan operaciones. Ninguna de estas operaciones están
directamente relacionadas a la cacería en la sierra de Durango, pero van en
apoyo de lo que están haciendo las unidades de élite en esa región. La
información táctica que guía a los comandos, dijeron los funcionarios, la
proporcionan los estadounidenses.
De acuerdo con funcionarios, la
operación tri-nacional no viola la soberanía mexicana, al existir convenios
–que no ha visto quien esto escribe- internacionales que permiten este tipo de
acción multinacional en acciones de combate al narcotráfico. Pero tampoco es
fácil de explicar. La evasión de El Chapo no ha sido de
manufactura única mexicana desde su principio. En el túnel por el que se escapó
de la prisión de El Altiplano el 11 de julio, por ejemplo, participaron
zapadores europeos, de acuerdo con fuentes federales, que llegaron y salieron
de México en vuelos clandestinos que organizó el Cártel del Pacífico.
Los socios de Guzmán en esa organización
criminal movilizaron también a grupos sociales en la sierra de Durango para
denunciar violaciones a los derechos humanos por parte de la Marina, y darle
tiempo a Guzmán para poder huir. Aunque desviaron una parte de la atención de
la Marina, los comandos en la sierra no fueron frenados por los escudos civiles
que les quisieron colocar. El problema que han enfrentado se da por las
condiciones orográficas en la zona donde se esconde El Chapo, en la
cual sólo se pueden mover a pie, en mula, o llegar en paracaídas.
Funcionarios federales admitieron
que no hay una estimación del tiempo que les pueda llevar la captura de Guzmán,
como tampoco existe la certeza de que no se les escape. Un alto miembro del
gabinete del Presidente Peña Nieto ha dicho en privado que su recaptura es un
hecho, sin precisar tiempos tampoco. Ese optimismo no cuenta con toda la
información de lo que hacen los comandos en la sierra de Durango, donde
funcionarios federales dicen que una de las dificultades que han encontrado, es
que otras áreas del Gobierno Federal involucradas en la operación, no están tan
comprometidas como las unidades de élite. O sea, la historia de siempre.
Fuente.-
twitter: @rivapa
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