Testimonios de terror, desplazados que deben caminar cientos de kilómetros para encontrar refugio, familias sin techo, caminos sin acceso, automóviles quemados, casas balaceadas… difícil aceptar que en Durango no se vive una guerra. Donde las fuerzas del bien, los uniformados, disparan contra la población. O, por lo menos, disparan sin consideración hacia las familias que vivían en esas poblaciones.
Imagen.-Potesta de ayer en Campamento de la Marina en Culiacan/El Norte.com |
Las crónicas periodísticas coinciden en mostrar esta “guerra” no declarada que afecta infinitamente a la población civil. En Tamazula, Durango, las casas muestran hasta 33 impactos de bala. La Marina-Armada de México dice, oficialmente, que fueron disparos de otros.
¿Pero quiénes pueden haber disparado si el operativo para encontrar al fugitivo “Chapo” Guzmán lo encabezan ellos? Y a sangre, a fuego, al costo que sea están dispuestos a lavar la humillación que significa su huida.
¿Esto es una guerra?
Parecería una guerra personal.
La tercera visitadora general de la Comisión Estatal de Derechos Humanos, en Sinaloa, Nuria González, asegura que los desplazados de Tamazula llegaron “con los pies reventados” a Cosalá, donde han llegado por lo menos 200 familias, más de 600 lugareños de la zona donde la Marina “busca” al señor “Chapo”.
¿Vale la pena esta guerra?
Tendríamos que preguntarnos cuánto tiempo más vamos, todos, a vivir una guerra que no ha sido declarada como tal, con todas sus consecuencias.
Los marinos, como los soldados, están entrenados para aniquilar a sus enemigos. En la medida que su profesionalización es más sofisticada, y los que persiguen al “Chapo” son tropas de élite, su capacidad de someter a estos enemigos es superior, incluyendo obviamente, matarlo.
¿O ya se nos olvidó la escena en Morelos cuando llenaron de billetes el cadáver de un criminal y lo fotografiaron?
Son sus enemigos, los malos, los que deben ser destruidos a cualquier precio, por eso disparan desde los helicópteros fuertemente artillados. Esa es su misión, para eso están, para eso viven. Hay una mística, una cultura interna que conlleva honor y patriotismo en sus misiones.
¿Y los daños colaterales? Esos, incluyendo muertos civiles, corresponden a la esfera de lo político, y por tanto, no atañen a los hombres de uniforme.
¿Hasta dónde vamos a llegar? Hasta donde quiere el Primer Mandatario y Comandante Supremo de las Fuerzas Armadas. Él es quien los manda.
Ya el almirante Vidal Soberón avisó, en un escueto comunicado donde niega lo evidente, que sus tropas seguirán en la región colindante de Durango y Sinaloa buscando al fugitivo. Y no habría forma de negarle la razón legal y hasta moral a esta persecución. El problema es que esto corresponde a los policías, que nos han dicho (recordemos las palabras de Cienfuegos) que no están capacitados para su trabajo.
Como son hombres entrenados para matar al enemigo quienes persiguen a un “enemigo” histórico, no podemos esperar sino muchos daños colaterales. Con el agregado de que se les escapó, aparentemente herido.
A todo esto hay que agregar la presencia, lo afirma uno de los alcaldes de los municipios donde está situado el operativo, de agentes de la DEA. Según testimonio del presidente municipal de Candelas, Santiago Chaídez Jiménez. O sea que mejor ni tocamos el tema de la soberanía nacional.
¿Importa que más de 200 familias hayan tenido que salir huyendo y estén en refugios de otra población? El almirante Soberón dice que no hay denuncias oficiales, como no las habrá por el inmenso pánico que existe entre ellos. No obstante, esto la CNDH ya hizo presencia en la zona.
Es muy fácil investigar de qué armas salieron las balas que están incrustadas en las paredes y techos de las viviendas. Todo depende de la voluntad política. Que, obvio, corresponde a los políticos que una vez más los mandaron a la guerra, a matar, a someter, a aniquilar al enemigo sin especificarles que nomás era “tantito”, que nomás era “la puntita”.
O sea que mataran pero poquito, que dispararan pero poquito, que asustaran a los civiles pero poquito… Que no estuviesen tan humillados y enojados por una afrenta que la corrupción civil les restregó sobre el uniforme.
¿Y luego, cuando este sexenio termine, cómo van a calificar la guerra de Peña Nieto?.
Fuente.-
Isabel Arvide
@isabelarvide
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