La
verdadera tragedia para el gobierno de Peña Nieto no ocurrió el sábado que se
fugó “El Chapo”, sino cinco días más tarde cuando las empresas petroleras de
todo el mundo le dieron la espalda a su reforma energética. Lo del capo
sinaloense fue un golpe de imagen chusco y vergonzoso, pero de escasas
consecuencias prácticas; el menosprecio de las petroleras, en cambio, es un
misil a la zona de botes de salvavidas en momentos en el que el gobierno de
Peña Nieto comienza a naufragar.
Pregunta: las empresas petroleras desairaron a la reforma energética de Peña Nieto por a) los precios actuales del petróleo no son un incentivo para invertir; b) las bases para la licitación no eran realistas y exigían demasiado; c) existían arreglos por debajo del agua para sacar provecho a las licitaciones. Veamos.
¿Por
qué? Porque la reforma energética era, en efecto, la tabla de salvación a la
que se aferraba el Presidente. El as en la manga con el que taparía las bocas
de los incrédulos. Lo que sucedió fue dramático. Se esperaban 18 mil millones
de dólares de inversión en respuesta a la primera licitación de 14 bloques
territoriales ofrecidos para su explotación a empresas privadas, pero sólo se
colocaron el equivalente a poco más de mil millones. Como se sabe, el concurso
de 12 de los 14 bloques quedó desierto por falta de interesados o por haberse
recibido ofertas por debajo de los esperado.
Las
consecuencias son devastadoras en lo político y en lo económico. En lo político
porque confirma el fracaso de las reformas de Enrique Peña Nieto. No está
funcionando la reforma educativa, la energética va por el mismo camino y de la
de justicia mejor ni hablamos. Y en lo económico, porque está claro que no
habrá en el corto plazo la cacareada inversión petrolera del exterior capaz de
dinamizar a la alicaída industria nacional. No se ve por dónde llegarán las
tasas de crecimiento de 5 o 6 % anual prometidas por el Presidente y, todo
indica, estaremos creciendo a promedios de 2%, es decir, a la mitad del ritmo
con el que cerró el sexenio de Calderón.
Pero
las malas noticias no terminan aquí. Los especialistas comienzan a especular
sobre las razones de tan pobre resultado en las licitaciones. Y ciertamente hay
material para la sospecha. Resulta que la empresa ganadora de los únicos dos
sectores otorgados es una compañía mexicana originalmente fundada hace
unos meses con la participación de Jerónimo Gerard Rivero, cuñado de
Carlos Salinas de Gortari. Sierra Oil & Gas, reconvertida en un consorcio
con otras dos empresas posteriormente, afirma que Gerard Rivera dejó la
presidencia de la compañía hace unas semanas y que un fondo internacional tomó
el control de la misma, pero es un hecho que la licitación fue preparada desde
hace meses.
Por
otro lado, los expertos revelan que los dos sectores otorgados a este consorcio
eran aparentemente los menos atractivos para la inversión si se partía de la
información técnica ofrecida por el gobierno a los interesados. Es decir, los
que ofrecían perspectivas más grises.
Y
como la burra no era arisca, los palos la hicieron, tendríamos que preguntarnos
si no estamos, otra vez, frente a una licitación dirigida. ¿Tenía Sierra Oil
& Gas información privilegiada de la que carecían el resto de los
interesados sobre lo que realmente existe en esos dos bloques? A la luz de lo
que ha sucedido con los contratos de carreteras a favor de OHL o la cancelación
por irregularidades en el concurso del tren México-Querétaro que construirían
los chinos, valdría la pena examinar lo que hay detrás de este proceso.
Creyendo que los catorce sectores se iban a colocar en el mercado, alguien pudo
pensar que sería buen negocio enriquecerse a mansalva con dos de ellos. Digo,
son apenas dos de catorce, ¿no? Nadie podía anticipar que sólo se colocarían
esos dos y que, en consecuencia, quedarían exhibidos.
Ciertamente
lo que acaba de suceder es apenas la primer ronda de licitaciones, habrá otras
en los próximos meses. El problema es que si las grandes empresas petroleras
barruntan que hay gato encerrado en estos concursos, la apertura habrá nacido
muerta.
Se
me dirá que hay tanto en juego con esta reforma energética que ni siquiera los
priistas se atreverían a medrar con ella y ponerla en riesgo. Pero yo no puedo
dejar de pensar en la fábula del alacrán y el sapo. “¿Cómo has podido picarme a
la mitad del río?”, dijo el sapo que llevaba en la espalda al alacrán, “ahora
moriremos los dos”. “No he podido evitarlo”, respondió el alacrán, “es mi
naturaleza”. Tampoco puedo dejar de pensar en las privatizaciones de Salinas de
Gortari que convirtieron a Carlos Slim en el hombre más rico del mundo, o casi.
Son
atascados, pues, es su naturaleza. Aunque eso los lleve a ahogarse.
Fuente.-
@jorgezepedap
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