Una enmarañada red de cómplices los que facilitaron la segunda fuga de Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo Guzmán, que involucra a funcionarios de altos niveles que parecen estar protegidos por el manto de la mentira oficial; en ese sentido, diversos datos y análisis dan cuenta de ello.
La Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido) ejercitó acción penal en contra de dos funcionarios del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) y tres de la División de Inteligencia de la Policía Federal que presuntamente encubrieron la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán Loera el pasado 11 de julio. En ese sentido, la Seido indicó que los servidores públicos inculpados por la segunda fuga del Chapo son responsables de no haber emitido de manera oportuna la alerta para que personal de las secretarías de la Defensa Nacional (Sedena), de Marina, la Policía Federal y la Procuraduría General de la República (PGR) activaran los protocolos de emergencia para evitar la evasión del capo, revelaron funcionarios que participan en el gabinete de seguridad nacional.
No obstante, en comparación con la primera fuga de El Chapo, en la cual, se procesóal 87% de los implicados, en esta ocasión, hasta el momento, solo el 20% de los implicados inicialmente está detenido; por lo que, solo siete personas están en proceso judicial relacionadas con la fuga, de las 34 que originalmente fueron retenidas.
Mientras tanto, en la comparecencia de los funcionarios responsables de la seguridad en las prisiones, el secretario de Gobernación se presenta “orgullosísimo” de su trabajo.; de tal forma que “la cárcel del ridículo internacional es presentada como un ejemplo para el mundo”, refiere JesúsSilva-HerzogMárquez. “Es una cárcel certificada”, repite Chong presuntuoso. Por lo que, para el titular de Segob “la fuga parece un detalle menor que no tendría por qué manchar la reputación de los funcionarios que tienen a su cargo la reclusión de los presos”; “El político incompetente se disfraza de burócrata escrupuloso”. A su vez, el comisionado de seguridad se extraña cuando se le pregunta si ha considerado la renuncia. El político responde con la excusa de oficinista: ¿por qué habríamos de renunciar si cumplimos con todos los “protocolos”?
Por su parte, Jorge Carrillo Olea, ex director del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), aseguró que hay una “gran mentira” en relación a la fuga del Chapo Guzmán del penal de El Altiplano “es un recinto cerrado, un espacio que está blindado, es imposible penetrarlo, yo sé cómo está, yo diseñé en mis tiempos esa chingadera, es inviolable. Pero es inviolable la instalación más no las personas que ahí trabajan. Desgraciadamente, hay mucha corrupción”. Además, los sistemas de video vigilancia son “una intrusión en tu intimidad, total y absoluta, estás sentado en el excusado y te están filmando, cosas tan desagradables de decir, como que te estás masturbando y te están fotografiando. Es decir, no existe la mínima privacidad mientras comes o mientras duermes, todo el tiempo estás siendo monitoreado, es una cosa terrible pero parece que aquí no lo era tanto”, añadió Olea.
En ese sentido, la fuga de Joaquín Guzmán no hubiese sido posible sin una decisión institucional atípica: nunca haber sido cambiado de celda. Lo anterior, pese a que por rutina los reos de alto perfil periódicamente pasan de una a otra celda o hasta son trasladados a otro penal. Por lo que, de acuerdo con un funcionario federal conocedor de la investigación confirmó que desde el 22 de febrero de 2014, cuando fue detenido en Mazatlán, hasta el sábado pasado, cuando escapó por un túnel, “El Chapo” siempre estuvo en la celda 20, en el área de Tratamientos Especiales del Penal Federal del Altiplano.
Por otro lado, pero no menos importante es el aliado de Ramón Eduardo Pequeño, quien hace unos días —en medio del escándalo desatado por la fuga de Joaquín Guzmán Loera— fue cesado de la División de Inteligencia de la Policía Federal, y ahora opera como titular de la División Científica de la misma corporación; es decir, tiene el mismo rango. Por lo que, pese a que la mayor parte de los siete consignados por la PGR en las investigaciones de la evasión del capo pertenecían a la División de Inteligencia que dirigía don Ramón. Cabe destacar que al igual que el comisionado Nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, Pequeño tuvo puestos clave en la pasada administración y ambos eran personajes muy cercanos al entonces secretario Genaro García Luna. Además, Ramón Pequeño fue en la administración de García Luna el jefe de la División Antidrogas de la Policía Federal, por lo que fue el encargado de combatir al Cártel de Sinaloa y de perseguir a El Chapo, al que nunca pudo aprehender. Entonces: ¿Quién apadrina a Ramón Pequeño?, se preguntan dentro del propio gobierno.
Mientras tanto, las encuestas revelan la incredulidad ciudadana con respecto a la versión oficial de la fuga del Chapo; al respecto, un 54 por ciento de encuestados no cree que haya escapado de esa manera por 36 que sí lo creen; un 88 por ciento está seguro que se fugó con complicidad de autoridades y 65 por ciento asevera que el peso de la fuga fue la “incompetencia de las autoridades” por apenas 17 por ciento que se la otorga “a la astucia” del capo.
En ese sentido, de comprobarse que la huida sí fue por un túnel de kilómetro y medio, peor será para la credibilidad de las autoridades y las instituciones, señalóRobertoZamarripa. Por lo que, la precisión de movimientos, minutos de retraso en las alertas, tipo de construcción del túnel, tiempo que habría demorado labrarlo, instalaciones eléctricas, de ventilación; la edificación de la casa de rescate, la huida en descampado, la falta de vigilancia externa en el penal, las condiciones de descuido de la prisión, el robo de los mapas, los privilegios en la celda. “Cada dato tiene una causa y un responsable.” “Y no es asunto de organigrama.” “Es de ética, de responsabilidad, de cumplir con lo que juraron cuando tomaron posesión.”, sentenció el analista.
Asimismo, ManuelLópezSanMartín considera que la primera explicación del comisionado nacional de Seguridad, Monte Alejandro Rubido, —casi once horas después del escape de Guzmán Loera—, no sólo no abonó a llenar los vacíos informativos, sino que alimentó la especulación.
Al respecto, el recuento que dio el domingo Rubido, detalla que la última vez que se vio a El Chapo en los monitores de vigilancia interna fue a las 20:22 horas. Después, señaló, se le dejó de observar “en el área de las regaderas”, a donde entró a ducharse. Además, se dijo que a las 20:52 —30 minutos después de que ‘dejaron de verlo’— se “detectó su ausencia” y tres minutos después, a las 20:55, se dio alarma por evasión; en ese sentido, el columnista San Martín piensa que la versión era un “sinsentido”. Primero, porque no hay zona de regaderas colectivas en el área de Tratamientos Especiales, donde sólo existen 20 celdas, entre ellas la que habitaba El Chapo —cada una tiene, además de una cama, una TV (tamaño tablet), un baño (que en realidad es un hoyo) y una regadera individual—. Segundo, porque ningún interno se baña por las noches, pues todos lo hacen al filo de las 6 de la mañana, después del primer pase de lista. Tercero, porque no hay “puntos ciegos” ni en áreas comunes ni en dormitorios. Y, cuarto, porque cada una de las celdas y pasillos se monitorea las 24 horas del día dentro, sí, pero también fuera del penal.
Asimismo, el investigador Héctor Domínguez Ruvalcaba, piensa que en México “la estructura del Estado participa o se favorece de las actividades criminales por medio de acuerdos y pactos a cambio de garantías de impunidad”. “Las reformas legales se hacen para proteger ciertas áreas de la criminalidad, de lo contrario ya habríamos resuelto la mayoría de los feminicidios, la trata de personas o lo sucedido con la red de Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre”. En este sentido, la fuga del “Chapo” no debería sorprendernos, considera Domínguez.
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