domingo, 30 de junio de 2024

"CURIOSO y ADEMAS CINICO": LAS "DOS TONADAS del JILGUERO MAÑANERO EXHIBIERON la DOBLE MORAL del GOBIERNO de CUARTA CORRUPTO de PRIMERA"...y hay viene al AMLOleaks.



Es curiosa -por no decir cínica- la reacción del presidente Andrés Manuel López Obrador frente a la liberación del periodista Julian Assange, el fundador de los famosos WikiLeaks.

El mandatario mexicano se desgarró las vestiduras durante años, buscando que se liberara al personaje que sacudió al mundo con la difusión de miles de documentos que exhibían presuntos abusos y espionaje del gobierno norteamericano en todo el mundo.

El inquilino de Palacio Nacional decía una y otra vez -quizás no sin razón- que eso era una injusta persecución que atentaba contra el derecho básico de la libertad de expresión.

Lo absurdo es que esa defensa a ultranza de Assange se da en la Mañanera de esta semana, justo cuando Carlos Loret de Mola está sometido a una persecución política por parte del presidente y de su gobierno de la Cuarta Transformación.

El periodista líder del sitio Latinus viene desenmascarando todas las tropelías de “El Clan”, ese amasijo de intereses políticos y de negocios dominados por las ambiciones personales de algunos de los hijos del presidente López Obrador.

Nada diferente a lo que hizo Assange a nivel global, pero esto constreñido a México. Investigaciones, filtraciones, documentos, grabaciones de audio y de video, que muestran a cielo abierto la descarada corrupción de Andy y José Ramón López Beltrán con su club de cuates. Denuncias que, si el mandatario celebra hoy lo de Assange, también debería estar celebrando las que hace Loret.

Pero el jilguero mañanero tiene dos tonadas, una para los de afuera y otra distinta -diametralmente opuesta- para los de casa. Es candil de la calle para exigir libertad de expresión afuera, pero oscuridad en su Palacio Nacional donde detesta que se metan con sus hijos enriquecidos escandalosamente, y que hoy buscan desesperadamente penetrar las entrañas del segundo piso de la Cuarta Transformación, para no perder lo que ya controlan.

Pero, aunque reitere que detesta el término, el presidente López Obrador muestra una clara doble moral cuando se trata de someter a juicio a los medios de comunicación. Del actual sexenio, sólo “respeta” a los periodistas que laboran con su comadre Carmen Lira en La Jornada. Y, en ocasiones, la lumbre presidencial pretendió tiznar incluso a Julio Hernández, el popular “Astillero”, que se le ha tenido que plantar en La Mañanera para increpar y ejercer su derecho de réplica.

Fuera de ahí, y de un puñado de incondicionales a sueldo que despachan en las oficinas del “Goebbelitos” de la 4T -mejor conocido como Jesús Ramírez- el resto del periodismo mexicano le parece repugnante. Así se apelliden Aristegui, Gómez Leyva, Riva Palacio, Dresser, Krauze, Aguilar Camín. Sus “moneros” de cabecera son intocables, incluso algunos cobran como asesores presidenciales, pero los que van a contrasentido, como Paco Calderón, son condenados al infierno de su desprecio.

Triste personaje López Obrador, quien en sus días como opositor encontró en periodistas como Carmen Aristegui o como José Gutiérrez Vivó -entre otros- a profesionales de la comunicación que incluso perdieron sus espacios de difusión en radio, televisión y prensa, porque osaron darle voz a quien entonces era considerado un peligro para México.

Fueron esos periodistas libres, las y los que mantuvieron ardiendo la flama del derecho de expresarse a un proscrito de la clase política que gracias a esa libertad pudo alcanzar la Presidencia de México, bajo el falso lema de “Juntos Haremos Historia”.

Lo que confirma esa doble moral de Assange-Loret es que López Obrador es primero él, después él y al final él. Su egolatría, su megalomanía y esas ansias de eternizarse en la historia con un discurso plagado de mentiras, lo obligan a cortar con todos aquellos que disienten de su evangelio. Sean políticos, empresarios, intelectuales o periodistas.

Sólo existen dos lenguajes que el inquilino de Palacio Nacional entiende. El de la incondicionalidad que les exige a los que son sus subordinados y el de la complicidad que ejerce al pactar en lo oscurito, bajo la mesa, con quienes le representan una amenaza.

Tal como lo hizo con Enrique Peña Nieto, gracias a cuyo acuerdo de inmunidad, hoy el constructor favorito del peñismo, José Miguel Bejós, disfruta de ser -de la mano de Carlos Slim- el constructor favorito de la Cuarta Transformación. Sólo 161 mil millones de pesos de contrato, 20 veces más que los que entre 2013 y 2018 le dio su pareja en el golf, el entonces presidente Enrique Peña Nieto, de acuerdo a lo reportado por el diario Reforma. Si entonces fue un escándalo, ¿por qué hoy ese favoritismo hacia Mota Engil no lo es? Doble moral lopezobradorista, multiplicada por 20.

Nunca, como ahora, se hace vigente el supuesto “desliz” que tuvo la candidata Claudia Sheinbaum en Baja California Sur, cuando dijo que López Obrador llegó a la Presidencia por ambición personal.

“Nosotros no vamos a llegar a la Presidencia como lo hizo el presidente Andrés Manuel, por una ambición personal, nosotros llegamos a hacer justicia”.

Ya se hizo justicia y se festeja, con Julian Assange. ¿Habrá justicia para defender la libertad de expresión de Carlos Loret, Carmen Aristegui o Ciro Gómez y de tantos a los que el presidente López Obrador quisiera ver fuera de las cámaras, lejos de los micrófonos, sin pluma en mano?

Pero la vida es un inexorable karma. Ya vendrán, en el fatídico séptimo año, los AMLOLeaks… y entonces, reseñaremos.

Fuente.-

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