Carlos Bremer en Shark Tank. Carlos Bremer en la portada de tres revistas sociales de Monterrey. Carlos Bremer como el anfitrión de un concierto privado de Luis Miguel. Carlos Bremer como el confidente de Bill Clinton que organiza un encuentro exclusivo en el Club Campestre. Carlos Bremer como el mecenas del ‘Canelo’ Álvarez y de los deportistas mexicanos. Carlos Bremer como el patrocinador de Samuel García y de Mariana Rodríguez. Carlos Bremer como el gran amigo del presidente Andrés Manuel López Obrador.
La vida social del presidente de Value Grupo Financiero proyecta la imagen de un empresario exitoso, filantrópico y consciente. Carlos Bremer está en todos lados. Sin embargo, nadie parece capaz de responder una pregunta: ¿De dónde viene el dinero de este ‘tiburón’?
Detrás de la relación con Bill Clinton, de los brindis con Luis Miguel y de los discursos de apoyo a Samuel García se esconde una realidad: las cosas no van bien en Value Grupo Financiero, una compañía con un valor de capitalización de mercado de 840 millones de dólares que ha sobrevivido a un escándalo tras otro gracias a las conexiones políticas de su fundador, Carlos Bremer.
El 11 de diciembre, HR Ratings, la única agencia crediticia que califica a Value Grupo Financiero, cambió de estable a negativa la perspectiva de la compañía. Aunque se ratificó la calificación HR A+, la misma que Value ha tenido desde el 2010, esta señal fue interpretada en algunos círculos financieros como una alarma sobre el imperio financiero de Bremer.
Los últimos tres años han sido críticos para Value. El estrés financiero ocasionado por la pandemia del Covid-19 exhibió un escándalo de inversiones con partes relacionadas. La compañía puso en duda su deber fiduciario cuando utilizó recursos para comprar deuda corporativa de dos compañías en problemas en las que Bremer tenía participación directa o indirecta: la firma inmobiliaria GICSA y la compañía de transporte marítimo TMM.
A esto se sumó un litigio promovido por un grupo de docentes retirados de la Universidad Autónoma de Nuevo León que están inconformes con la gestión que ha hecho Value Grupo Financiero del fondo pensiones. Las acusaciones de malos manejos comenzaron a reflejarse en los estados financieros de la compañía. En el 2022, la pérdida neta de Value fue de 1,245 millones de pesos. Al cierre del tercer trimestre de este año, la compañía registra una utilidad negativa de 265 millones de pesos en los doce meses previos de operación. Este es el punto neurálgico que señala el reporte de HR Ratings: “La modificación de la perspectiva de estable a negativa para Value se encuentra fundamentada en una generación de pérdidas en doce meses”, se lee en el documento.
El balance general del grupo financiero arroja una deuda total de 12,372 millones de pesos. No obstante, la posición de efectivo es de apenas 235 millones de pesos. El grueso del pasivo, 7,608 millones de pesos, son acreedores por reporto, un rubro que creció 63.8 por ciento en relación al año pasado. HR Ratings está preocupado por el deterioro de Value Grupo Financiero para cumplir con sus obligaciones. “La pérdida acumulada derivó en una disminución en los niveles de solvencia respecto al año pasado”, asegura el reporte.
En los días previos al anuncio de cambio de perspectiva, Value comunicó a la Bolsa Mexicana de Valores que se presentaron movimientos inusitados en la operación de los títulos de la compañía. El 1, 4, 5 y 8 de diciembre, la acción del grupo financiero presentó un comportamiento inusual.
El reporte de HR Ratings confirmó la precaria situación de la compañía y que los resultados del año pasado eran consecuencia de los presuntos malos manejos de las inversiones de Value en papeles de deuda de partes relacionadas. GICSA, la compañía de Elías Cababie Daniel en la que Carlos Bremer fungía como consejero independiente, es el caso emblemático de esta trama. Cababie Daniel también es consejero suplente de Value Grupo Financiero.
En diciembre de 2021, HR Ratings colocó en observación negativa a tres de los ocho fondos de operación de Value por su exposición a GICSA. Esta firma inmobiliaria representaba casi el 30 por ciento de la composición de los fondos ValueF2 y ValueF3, dos de los instrumentos de mayor peso en la compañía de Bremer.
En abril de 2022, GICSA realizó una reestructura de su deuda por 600 millones de dólares. Las posiciones de Value se evaporaron. Actualmente, el único vestigio público de esta relación es una participación de 22.3 millones de pesos en títulos de GICSA en el fondo ValueF6. La gran interrogante es quién cargó con la pérdida. ¿Las operaciones propias de Value, sus clientes o los fondos de pensiones que administra la compañía? Paradójicamente, el año pasado Value cambió de auditor contable: despidió a PriceWaterhouseCoopers y lo reemplazó con los servicios de KPMG.
HR Ratings publicó en un reporte del año pasado que la única razón por la cual no había rebajado la calificación de los fondos de operación de Value del grado de inversión AA al grado de bono basura B- fue porque la compañía se comprometió a realizar un rebalanceo del portafolio. La estrategia empujada por Carlos Bremer fue muy clara: invertir en sectores en los que Value esté políticamente conectado.
Los estados financieros consolidados auditados por KPMG muestran que Value Grupo Financiero registró inversiones por 12,250 millones de pesos al cierre de diciembre del 2022. De ese monto, 4,528 millones de pesos se destinaron a la compra de bonos de Pemex, el 37 por ciento del portafolio. Las firmas calificadoras Fitch, Moody’s y S&P coinciden en el argumento de que la empresa paraestatal no es solvente sin el apoyo financiero del gobierno federal. En otras palabras, Carlos Bremer es uno de los grandes beneficiarios de la costosa política de respaldo incondicional a Pemex de parte de la administración de Andrés Manuel López Obrador.
Esta es la muestra de que el presidente de Value Grupo Financiero es un empresario políticamente conectado, un modus operandi que se esconde detrás de gestos como la compra de la casa de Zhenli Ye Gon para donar 102 millones de pesos al gobierno federal, de la visita a Washington en la que Bremer acompañó a López Obrador, de la declaración mediática reciente de que Bremer está a favor de que los trabajadores sólo laboren 40 horas a la semana o de la inclusión de Jon Davidson, jefe de Oficina del ex presidente Bill Clinton, como parte del consejo de administración de Value. Todo es parte de un esquema mediático cuidadosamente construido para impulsar la imagen y los intereses de Carlos Bremer.
No es casualidad que las dos principales líneas de crédito bancarias de Value Grupo Financiero sean de instituciones del Estado: Nafinsa, con 498 millones de pesos, y Bancomext con 513 millones de pesos. Tampoco es casualidad que los dos principales fondos de operación de la firma, Value F2 y Value F7, tengan una sobre exposición a activos en los que Bremer tiene ventaja política: 1,053 millones de pesos de inversión en activos del gobierno de Veracruz, 921 millones pesos en activos del gobierno de Nuevo León y 570 millones de pesos en activos de deuda de la Comisión Federal de Electricidad. Y esto es sólo lo que está visible.
La relación de Bremer con el poder en Nuevo León es un claro ejemplo de este fenómeno. El presidente de Value fue uno de los principales impulsores públicos de la candidatura presidencial de Samuel García, a quien le consiguió una audiencia con Bill Clinton que el gobernador publicó en todas sus redes sociales. Bremer es un asesor informal de Samuel García a pesar del historial de Value en el estado. En el sexenio de Jaime Rodríguez ‘El Bronco’, el fiscal anticorrupción, Ernesto Canales, acusó a la compañía de malos manejos y de ser la principal responsable en un desfalco de más de 350 millones de pesos en los fondos de pensiones de los trabajadores del estado.
Uno de los grandes negocios de Value Grupo Financiero es fungir como intermediario y administrador de fondos de pensiones de gobiernos estatales y universidades públicas. Por ejemplo, la empresa de Bremer tiene derecho a gestionar de manera discrecional más de 7 mil millones de pesos del fondo de pensiones de docentes de la UANL gracias a la firma en 2012 de un fideicomiso irrevocable de inversión. La cercanía de Bremer con Samuel García toma mayor sentido en este contexto.
En Veracruz sucede algo similar. Value Grupo Financiero administra 1,500 millones de pesos de las pensiones de los empleados estatales y ha obtenido 1,300 millones de pesos entre 2018 y 2022 en contratos de arrendamiento con el gobierno de Cuitláhuac García. El intermediario de estas operaciones habría sido el empresario Bernardo Pasquel, dueño del equipo de beisbol ‘El Águila’ de Veracruz, y quien también tiene acceso a Palacio Nacional, de acuerdo a versiones periodísticas.
Esta es la historia de Carlos Bremer, una trayectoria de escándalos y de conexiones políticas: el caso ÁBACO-Confía, la toma fallida de TMM, el fiasco de GICSA y los cuestionamientos en el manejo de fondos de pensiones en todo el país. El reporte de HR Ratings podría significar una advertencia de que el modelo de Value Grupo Financiero no es sostenible. La vida social de Carlos Bremer está a la vista de todos, pero sus secretos están escondidos en las auditorías y estados financieros que el tiburón pretende ocultar.
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