InSight Crime advierte que el modelo del crimen mexicano de consolidar lazos con grupos criminales locales en nuevos mercados es una amenaza para la seguridad nacional australiana. “Uno de los riesgos implica lo que en el informe se llama endulzantes: el ofrecimiento de pistolas y otras armas de los cárteles a los locales, como incentivos por sus negocios”.
Más aún, la asociación indiscriminada de las organizaciones mexicanas con cualquier grupo local capaz de manejar grandes cargamentos de droga podría derivar en enfrentamientos por el control de las redes de distribución. La presencia del cártel puede poner en riesgo la estabilidad de la seguridad fronteriza y los puntos de tránsito, según el grupo de estudios sobre defensa con sede en el College of Asia and the Pacific adscrito a la Australian National University.
Hay reportes de que las organizaciones narcotraficantes mexicanas aparecieron en la escena australiana en 2010, cuando varios ciudadanos mexicanos que tenían vínculos con los cárteles fueron arrestados en operaciones antinarcóticos. El informe del InSighne Crime alerta, sin embargo, que es difícil confirmar si la presencia de cárteles mexicanos involucra “franquicias permanentes” en el país o si consisten meramente de “vínculos periféricos” separados de la estructura central de la organización.
Las recomendaciones claves de política del SDSC son que el Sur Pacífico “se centre en acopio de inteligencia, interdicción marítima y creación de capacidad en centros de tránsito” con el fin de obstaculizar los flujos de narcóticos y desbaratar las redes criminales.
De acuerdo con el análisis de InSight Crime del informe de SDSC, los cárteles mexicanos de la droga llevan algún tiempo mirando más allá de sus vecinos del norte para aprovechar los lucrativos mercados de la droga en Europa y Asia Pacífico. La incursión de las organizaciones mexicanas en Australia se debe a una serie de factores de “repulsión” y “atracción”, señala el SDSC. Los cárteles son “repelidos” por la merma en la demanda de drogas en Estados Unidos, importante país consumidor de los narcóticos mexicanos, refiere.
Advierte que el factor de “atracción” más importante de Australia es su mercado interno, uno de los más grandes del mundo, y los elevados precios de las drogas que se venden en el país. Mientras que los precios de los estupefacientes en Estados Unidos van a la baja, según el informe, la dificultad del transporte ilegal de los estupefacientes a países más distantes dispara las ganancias.
El SDSC señala que el mismo kilo de cocaína puede venderse por 54 mil dólares en Estados Unidos, por 87 mil dólares en el Reino Unido, y entre 228 mil y 259 mil dólares si alcanza a llegar a Australia. La gigantesca demanda en aquel país por los estimulantes de tipo anfetamínico (ATS, en inglés) también se acomoda al auge de la producción de estas sustancias en México. La metanfetamina vendida al por mayor en territorio australiano puede alcanzar un precio casi 20 veces superior al de México.
La expansión extrínseca de los cárteles mexicanos a nuevos mercados se ha sentido en otras partes del mundo, sin hablar de la Unión Europea. Y no son los únicos; los traficantes colombianos también están extendiendo sus tentáculos a países distantes, incluyendo a Australia.
Dos decomisos de cocaína de varias toneladas cerca de Australia y Nueva Zelanda alcanzarían en las calles un valor estimado superior a los 1 mil millones de dólares, lo que obliga a repensar el envío de drogas hacia Oceanía desde Latinoamérica.
A comienzos de marzo, la policía federal australiana anunció el decomiso de 2.4 toneladas de cocaína en tránsito hacia ese país, lo que batió un nuevo récord nacional. Aunque sólo se reveló recientemente, el decomiso ocurrió meses atrás, en noviembre, cuando agentes antinarcóticos estadounidenses abordaron el barco frente a las costas de Ecuador.
En lugar de sólo decomisar las drogas, las autoridades decidieron atrapar a los traficantes en Australia. Así, reemplazaron la cocaína real, por un valor estimado de 677 millones de dólares por una imitación de narcóticos en paquetes idénticos, la transportaron y la arrojaron al océano a 40 millas náuticas frente a la ciudad de Perth, suroeste de Australia, el 28 de diciembre.
El 30 de diciembre detuvieron a tres hombres que salieron al mar a recuperar los paquetes, y las investigaciones que siguieron llevaron a nueve capturas más en el país.
En febrero, el Servicio de Aduanas de Nueva Zelanda anunció la interceptación de una cantidad de cocaína aún mayor, que sumó 3.2 toneladas. El alijo se encontró en docenas de paquetes flotando en el mar a seis días en barco al norte del país. El cargamento tenía como destino Australia, y representaba “30 años de [suministro de] cocaína” para Nueva Zelanda, comentó Greg Williams, director de la unidad de policía contra el crimen organizado de ese país.
En ambos casos, se sospechó de una conexión mexicana. Se sabía que los traficantes que recogieron la cocaína frente a Perth tenían nexos con un Cártel mexicano no especificado, según declaración del comisionado de policía del oeste de Australia, Col Blanch a InSight Crime.
De igual forma, John Coyne, director de seguridad fronteriza en el Instituto Australiano de Política Estratégica (Australian Strategic Policy Institute), explicó a InSight Crime que “en lo que respecta a la cocaína, no nos equivocamos al afirmar que los Cárteles mexicanos tienen un control monopólico de la oferta y la cadena de valor [hacia Australia]”.
Con el récord constante de producción de cocaína, los traficantes pueden estar dispuestos a afrontar más riesgos para atravesar el océano Pacífico, al sopesar el potencial de ganancias, destaca la organización dedicada a la investigación crimina en el mundo.
En las ciudades del este de Australia, un kilo de cocaína puede alcanzar hasta los 400 mil dólares australianos (266 mil dólares americanos) dependiendo de su pureza, según indicó la policía federal australiana en agosto de 2022. Precios igual de exorbitantes pueden lograrse en Nueva Zelanda, lo que pone a estos dos países entre los mercados de cocaína más lucrativos del mundo.
“Los australianos pagan unos de los precios más altos del mundo por drogas ilícitas. Así, cuando esa realidad se combina con un exceso de oferta de productos en Latinoamérica, es natural que esos grupos busquen expandirse hacia Australia”, observó Anthea McCarthy-Jones, conferencista y experta en el estudio del crimen organizado de la Universidad de Nueva Gales del Sur.
Y aunque los últimos descubrimientos fueron sorprendentemente grandes, representan una escalada lógica. Desde hace ya varios años se acumulan en Australia alijos de cocaína de menor tamaño pero aun así notorios. El anterior récord en decomisos de cocaína en el país solo se impuso en 2020, y ese a su vez batió un récord alcanzado en 2017.
El Cártel de Sinaloa, el grupo criminal más notorio de México, parece haber logrado seguir este aumento de la demanda. Desde 2011, las autoridades australianas han apuntado al grupo como importante proveedor de cocaína y metanfetaminas. Valiéndose de conexiones en Perú y Ecuador para proteger los cargamentos de cocaína, el Cártel de Sinaloa también se ha aliado con bandas de motociclistas australianos para la distribución local de drogas, como le explicó Coyne a InSight Crime.
Una gran proporción de muestras de cocaína halladas en Australia no tienen rastro del alcaloide, lo que indica que el suministro procedente de Latinoamérica está lejos de suplir la demanda del mercado en ese país.
Investigadores de la Universidad Nacional Australiana (ANU) en Canberra hallaron que el 40 por ciento de las muestras de droga enviadas al Servicio de Inspección Sanitaria y de Drogas de la ciudad (canTEST) desde mediados de julio no contenían “ni un gramo de cocaína”, según un comunicado de prensa publicado el 25 de agosto. En las muestras que contenían cocaína, los niveles de pureza eran de solo 27 por ciento.
El CanTEST también recibió 15 muestras de lo que pasaba por fentanilo “pero ninguna mostró indicios de estos potentes y peligrosos opiáceos”, señaló David Caldicott, profesor asociado de la Escuela de Medicina de la ANU.
En contraste, todas las muestras de heroína contenían dicha sustancia ilícita, y la mayoría de las muestras de ketamina y metanfetamina resultaron positivas. De acuerdo con InSight Crime, los hallazgos iniciales del CanTEST revelan la visible dificultad de los traficantes para despachar a Australia, a pesar de los frecuentes decomisos y las denuncias de presencia de Cárteles mexicanos en el país.
Aparte de la falta absoluta de cocaína en el 40 por ciento de las muestras, los niveles de pureza del 27 por ciento están muy por debajo del promedio de otros países desarrollados. En la Unión Europea, la pureza de la cocaína se situó entre 53 y 68 por ciento en la mitad de los países, según el Informe Europeo sobre Drogas de 2021.
John Coyne, director de vigilancia policial estratégica y orden público del Centro de Políticas Estratégicas de Australia (Northern Australia Strategic Policy Centre), dijo a InSight Crime que es de esperarse que haya niveles de pureza tan bajos en mercados tan distantes como el territorio australiano.
“Australia se encuentra en el extremo de la cadena de suministros globales de cocaína. Si bien es rentable, es un mercado de menor volumen en comparación con Norteamérica y Europa. Es preocupante la sustitución [de cocaína por otra sustancia], que sin duda está motivada por la rentabilidad”, comentó.
Las bandas locales de motociclistas por lo general se encargan de la distribución para las organizaciones criminales transnacionales, como el Cártel de Sinaloa de México, explicó Coyne. Pero agregó que esas relaciones son más acuerdos que alianzas institucionalizadas.
fuente.-Jose Reyes/
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