Cuando los medios y las redes sociales se llenaron de información sobre el nacimiento del primer nieto del presidente Andrés Manuel López Obrador la semana pasada, el mandatario, tan afecto a hacer públicos en videos y mensajes los asuntos personales y familiares, nada dijo en sus redes sociales de la llegada de Salomón Andrés, que vino al mundo en un hospital de Houston, Texas, justo en medio de una fuerte crisis en el sistema de salud pública en México.
El niño había nacido desde el 9 de enero; la noticia la publicó la revista Eme Equis el 14 de enero y no fue sino hasta el 15 de enero que, presionado por las preguntas de los reporteros, el abuelo dijo escuetamente que su primer nieto “es una bendición”.
Es decir que ni en varias conferencias mañaneras ni en sus redes sociales, el presidente quiso compartir la llegada de un nuevo miembro a su familia, algo que llama la atención por tratarse no sólo de su primer nieto, sino del primer hijo de su primogénito, José Ramón López Beltrán. Detrás de ese inusual silencio presidencial, de acuerdo con allegados a la familia presidencial, existen “diferencias” entre López Obrador y su hijo José Ramón que surgieron por la relación entre éste y la brasileña Carolyn Adams, una ejecutiva involucrada en el mundo del petróleo y el gas, y que trabaja en México contratada por la firma Cava, Energy, que es parte de un fondo financiero especializado en construcción de gasoductos, y que son proveedores de Petróleos Mexicanos.
Tal vez fue esa vinculación con el sector energético por parte de su nuera y madre de su nieto, la que no le gustó desde un principio al presidente que, según las fuentes consultadas, nunca vio bien la relación de su hijo con Carolyn, quien en México se desempeña como “cabildera” de la mencionada empresa y antes trabajó en Dubai durante 15 años para la petrolera inglesa British Petroleum. Incluso, entre los allegados a la familia presidencial se habla de que esa relación, que comenzó justo en la etapa de transición, cuando López Obrador era presidente electo, “pudo ser sembrada” y que habría intereses de los fondos financieros para los que trabaja la joven Adams.
Lo cierto es que, tras varios meses de relación, en septiembre pasado a José Ramón y a Carolyn se les vio juntos en el evento del 1 de septiembre en Palacio Nacional con motivo del primer informe de Gobierno del presidente. Ya en las fotos de ese día, donde a ella se le veía con un embarazo de varios meses, la pareja estuvo sentada a un lado de Beatriz Gutiérrez Muëller en la primera fila. En los rostros serios y en lo poco que se dirigieron la palabra, se percibía la tensión entre los miembros de la familia presidencial.
Pero, según las fuentes cercanas, antes de esa aparición pública hubo un encuentro privado en el que, tras varios meses de salir con ella, José Ramón decidió presentar formalmente a su novia con su padre. Y en un desayuno familiar se produjo la presentación que no terminó del todo bien. Cuentan que el presidente salió molesto de aquel desayuno porque, en un momento en el que su hijo se había levantado de la mesa, la joven ejecutiva le hizo un comentario que no le cayó nada bien: “Voy a hacer de tu hijo todo un empresario del sector del gas”.
Tras el encuentro —narran quienes conocen la información de primera mano— el presidente le pidió a José Ramón que terminara con esa relación. Y sí hubo un distanciamiento en la pareja por unos meses, que se hizo evidente el 1 de diciembre de 2019, cuando el mayor de los López Beltrán acudió al mensaje del presidente en el Zócalo, con motivo del primer año de gobierno; mientras sus hermanos Andrés Manuel y Gonzalo iban acompañados de sus respectivas parejas, el hermano mayor iba solo. Pero al parecer, el nacimiento de su primer hijo cambió las cosas y José Ramón decidió, contra la opinión de su padre, continuar con su pareja.
Por eso el primer nieto del presidente nació en Houston, donde radica la madre desde hace algunos meses en los suburbios de Woodlands y porque la pareja así lo decidió ante el distanciamiento de la casa presidencial. Por eso también, tras la publicación en México de la noticia del nacimiento de Salomón Andrés, José Ramón López Beltrán rompió el silencio y el 14 de enero publicó en su cuenta de Twitter el mensaje: “No voy a negárselos, estoy extremadamente feliz por todo esto que me ha sucedido", junto a una foto con su hijo Salomón al que le cubrió el rostro, mientras que el 9 de enero, día del nacimiento, había escrito en esa misma red social: “Amor único, auténtico, eterno, verdadero e incondicional 22:36 (hora que nació) #Reyes2020”.
En contraste con la alegría de su hijo, el presidente no habló, durante más de 6 días, del nacimiento del primer hijo de su primogénito ni quiso anunciarlo en la mañanera (“mi pecho no es bodega”) ni mucho menos difundirlo en un video festivo, como hizo con el reciente cumpleaños de su esposa.
Al final, la familia presidencial, como todas las familias, no escapa de diferencias o desencuentros, ni de situaciones difíciles entre los padres, hijos y nueras incómodas, aun cuando siempre quieran vender la imagen de una “familia perfecta” por ser lo más políticamente correcto y conveniente. Veremos si el amor fraternal ablanda al abuelo y si pronto hay reconciliación y vemos al presidente cargando en brazos al primer nieto de su descendencia.
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