En la entrada de La Plaza Mall de McAllen, en una isla, una vendedora de chalecos antibalas personalizados atrae a decenas de mexicanos, desde ciudadanos comunes, empresarios, guardias de seguridad, policías, políticos y hasta periodistas.
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Con costos desde 900 dólares hasta mil 400 dólares, estos chalecos pueden servir para protegerse de la inseguridad, de la violencia y puede ayudarles a no ser víctimas de secuestros y asaltos, que abundan en la frontera mexicana.
Los hay de varios colores, estilos y precios, hasta para niños y mujeres, en versiones de chamarras, blusas, chaquetas, como los quiera el cliente.
Pero los personalizados se venden sobre pedido y ofrecen de plazo tres semanas para entregarlos, previo pago.
La encargada del negocio explica que no tienen sucursales ni oficinas. El propietario del local tiene tratos directos con la empresa proveedora, establecida en Colombia.
Su blindaje es exclusivo para detener balas disparadas por armas cortas.
"La Policía de Texas sabe que estamos aquí, es un negocio legal", dijo la dependienta. "No vendemos chalecos placa balística cerámica, esos nomás los usan los policías aquí, pero con pedido especial podemos venderles chaleco contra balas de alto calibre".
Para compras de dos o más chalecos la pequeña compañía ofrece descuentos, y para personas que laboran en profesiones como policías o periodistas también hay precios especiales.
La dependienta explicó que el negocio ha tenido éxito por la clientela mexicana y que ya están planeando la expansión a un local más grande y fijo.
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