Entre la preparación de su nuevo libro, el relato histórico El incendio de la mina El Bordo, y los exámenes finales en la Universidad de Tulane (Nueva Orleans), donde imparte clases, Yuri Herrera (Actopán, 1970) ha encontrado un hueco para responder por correo electrónico al cuestionario de este periódico sobre las elecciones presidenciales de julio en México, unos comicios que, para el autor de Señales que precederán al fin del mundo o La transmigración de los cuerpos, son de cambio para el país norteamericano.
Pregunta. ¿Cómo se ve desde fuera la campaña electoral?
Respuesta. No sé si cuando dices “desde fuera” te refieres a las personas que trabajamos fuera de México y que volvemos constantemente. Hay más maneras que la residencia permanente de estar vinculado con tus lugares. Por otro lado, ya no se puede estar “fuera” de los procesos políticos; aún si alguien se propone aislarse (sobre todo quien se propone aislarse o se llama a sí mismo “apolítico”), está cumpliendo un rol dentro de estos procesos. Ya no hay un “afuera” definitivo. Ahora, mi impresión es que buena parte de los medios más poderosos y convencionales no se toman el trabajo de analizar lo que está sucediendo más allá de las encuestas y de la repetición de ciertos términos intercambiables (moderados, reformistas, populistas, etc.) y que solo hablan de la violencia como algo inmanente, sin mucho análisis de sus brazos políticos y financieros, con contadas excepciones. Por fortuna, la información ya circula de muchas otras maneras.
P. ¿Por dónde debería empezar a cambiar México? ¿Cree que estas elecciones supondrán un cambio?
R. Eso espero, y creo que eso espera mucha gente, por eso los especuladores, propagandistas y traficantes de influencias que se han beneficiado de su cercanía con el Gobierno durante los últimos sexenios están en pánico y han comenzado a recurrir al mismo discurso de odio del 2006 y de 2012, las viejas amenazas de que si no gana PRI o PAN vendrá la inseguridad, la pobreza, el descrédito internacional, es decir, lo que ha sucedido con ellos en el poder. O quizá más que una campaña de odio se trate de una confesión de parte: describen lo que creen que va a pasar porque en verdad no entienden otra manera de ejercer el poder que no sea a través del contubernio y el desprecio hacia los ciudadanos. Pero también tengo claro que los cambios más sustantivos ya han comenzado a suceder por fuera de la clase política: gracias a las comunidades que se están organizando para resistir la devastación de las compañías mineras, gracias a las madres que se han organizado para encontrar a sus hijos, por ejemplo.
P. ¿Cree que las últimas agresiones e insultos de Trump (TLC, muro) van a tener algún efecto?
R. Tienen efectos todos los días; para empezar, la legitimación de los grupos de odio que desde hace mucho están ahí pero que ahora han salido a la luz sin máscaras, y hostigan permanentemente a los migrantes, quienes tuvieron que soportar un tremendo acoso institucional durante los años de Obama, pero la diferencia es que ahora la xenofobia se ha normalizado dentro de la esfera pública estadounidense.
P. ¿Va a votar?
R. Sí, las elecciones no son la única herramienta política, pero no debemos desaprovecharlas. Porque además es una falacia eso de que “todos son iguales”, como si el candidato del PRI no hubiera administrado las arcas públicas mientras sucedieron monumentales estafas en los últimos años, o como si el candidato del PAN no estuviera involucrado en lavado de dinero. Solo un candidato, López Obrador, ha establecido como sus prioridades el combate a la pobreza y cambiar la desastrosa estrategia de seguridad pública. Y eso que AMLO no es un izquierdista; es —siempre lo ha sido—, un socialdemócrata con una faceta claramente conservadora, pero es un hombre honesto. No sé qué tanto pueda hacer contra el monstruo de corrupción que le están dejando, lo que sí me entusiasma es el impulso que en estas elecciones puedan recibir los militantes de Morena, no los aliados oportunos que se han sumado a última hora, sino los militantes de verdad, que desde hace tiempo han tenido claridad sobre ciertos asuntos, aún más que su candidato, en especial con relación al derecho al aborto y la legalización de las drogas.
P. Como es escritor, ¿cómo definiría en una frase breve o corta a los tres candidatos?
R. Meade, el último pataleo de la tecnocracia; Anaya, el tétrico delfín de la plutocracia; AMLO, la posibilidad de romper el círculo vicioso.
P. Hay una cierta sensación de hartazgo en la sociedad mexicana ¿por qué cree que no se reclama más?
R. Se reclama mucho, pero ni hay respuestas institucionales expeditas y eficientes ni la prensa difunde lo suficiente esos reclamos. Creo que el Gobierno ha interpretado como apatía y como falta de memoria lo que más bien puede ser una población que está construyendo soluciones al margen de funcionarios incompetentes o corruptos. Además, creo que el desplome de los candidatos oficialistas es también una forma de reclamo y un intento de transformar al país por la vía pacífica.
P. ¿Por qué tantos mexicanos que alcanzan el éxito acaban viviendo fuera del país?
R. Creo que el fenómeno migratorio no puede limitarse a etiquetas simplonas, como el miserabilismo o el exitismo. Los migrantes se buscan una nueva vida por muchísimas razones: por trabajo, porque se han cansado de la violencia, porque quieren ir a ver si eso que les han contado es como les han contado. Pero además entre la gente que se queda hay mucha a la que no se le presta atención: deportistas ninguneados, científicos sin presupuesto, artistas sin espacios para compartir su trabajo, que sin embargo no dejan de enriquecer su entorno. Es cosa de poner atención a la gente que no se deja vencer por el cinismo o el desaliento.
P. ¿En qué México se reconoce?
R. En la gente que se pregunta cómo está su vecino, cómo está su compañero de trabajo, cómo pueden ayudar a los que son menos privilegiados. Los que saben que la calidad de vida es mucho más que una estadística. ¿Recuerdas a Peña Nieto regañando a sus críticos porque “estamos viviendo los mejores tiempos de los que haya registro en la historia de la humanidad”? Lo dijo el presidente de un país plagado de fosas comunes y donde el crimen organizado puede desaparecer estudiantes sin consecuencias. Y lo repiten sus propagandistas, sin moral o sin cerebro, para quienes los promedios son más importantes que las historias concretas de la gente de su comunidad.
Fuente.-Diario Español.
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