Alabama ejecutó este jueves a Michael Eggers, un hombre condenado a muerte por asesinar a su jefa en 2000 y que en los últimos años había renunciado a presentar recursos porque quería que el estado lo matase.
A Eggers, un blanco de 50 años, lo declararon muerto a las 19:29 hora local tras recibir una inyección letal en la prisión Holman, de Atmore (Alabama), según notificó el Departamento de Correcciones de ese estado sureño.
Eggers llevaba años pidiendo al estado de Alabama que acelerase su ejecución, había despedido a sus abogados y había renunciado a presentar los recursos a los que tiene derecho todo reo a lo largo del proceso de apelaciones.
Pese a sus deseos, los antiguos abogados de Eggers solicitaron a los tribunales que detuviesen la ejecución alegando que el reo no estaba capacitado mentalmente para tomar esa decisión, pero el Tribunal Supremo rechazó este jueves en última instancia esa petición.
Hoy, 17 años después del asesinato que lo llevó al corredor de la muerte, Alabama finalmente ejecutó a Eggers.
Eggers fue condenado a muerte por asesinar en diciembre de 2000 a Bennie Francis Murray, su jefa en la feria ambulante en la que había trabajado en Alabama.
Según documentos judiciales, tras dejar el trabajo en la feria ambulante, Eggers pidió a Murray que lo volviera a contratar, pero ella no lo hizo, porque en ese momento estaba inactiva.
Murray, sin embargo, trató de ayudar a Eggers: le estaba buscando trabajo y lo acompañaba con su vehículo a varios sitios a los que él le pedía ir.
En uno de esos trayectos, el 30 de diciembre de 2000, Eggers atacó a Murray, la arrojó del vehículo y se dio a la fuga.
Sin embargo, tal y como él mismo confesó, dio la vuelta al poco rato para rematarla y escondió su cuerpo en una zona boscosa.
Michael Wayne Eggers en 2001 (AP Photo/FBI)
Cuando el esposo de Murray denunció su desaparición, el rastro de las tarjetas de crédito de la mujer y algunas llamadas telefónicas condujeron a la detención de Eggers en Florida una semana después del asesinato.
Este jueves, el reo renunció a su derecho de pronunciar unas últimas palabras y también a escoger una última cena.
Además, pidió al estado de Alabama que no permitiera a ninguno de los abogados que lo habían representado durante el proceso que presenciara la ejecución, a la que sí estaba previsto que acudieran su hermano, su cuñada y dos amigos.
Eggers fue el primer ejecutado este año en Alabama y el quinto en todo el país.
Desde que el Tribunal Supremo restituyó la pena de muerte hace ya cuatro décadas, 1.470 presos han sido ejecutados en los Estados Unidos, 62 de ellos, en Alabama.
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