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El
clamor tras las elecciones del domingo, jornada "democrática" en la
que los "ganadores" apenas y logran una TERCERA PARTE de la
aprobación ciudadana, es la urgente necesidad de que en México -como en muchos
países avanzados- instalemos un proceso de segunda vuelta para que el eventual
ganador realmente obtenga la mayoría del apoyo ciudadano.
Resulta absurdo que gobierne, y que lo haga bien, un tipo que tuvo más votos en CONTRA que a favor: ¡eso no es democrático, sino todo lo contrario!
No es el Gobierno de las mayorías, sino de las MINORÍAS... ¡Aprendamos a Francia, por Dios!
Acabamos de presenciar cómo allá tras unas elecciones fraccionadas se efectuó una segunda ronda que le obsequió al pueblo de Francia un claro ganador, dotado de amplio respaldo, y con la autoridad moral para gobernar.
Sin un apoyo mayoritario, de arranque toma el poder un candidato que obtuvo escasos votos apenas encima del 30 por ciento careciendo de un consenso de aprobación ciudadano suficiente como para conformar un buen gobierno.
Resulta insólito que "gane" en México quien en las urnas no alcanza un claro apoyo mayoritario.
La urgencia, pues, de que instauremos en México la segunda ronda nace como imperativo de las absurdas elecciones del pasado domingo.
El otro aprendizaje tiene que ver con la cuestionable imparcialidad de los Institutos Estatales Electorales, los que -por lo menos en estas elecciones- parecían más parte del aparato político dominante que entes independientes cuya labor IMPARCIAL es dar certeza al proceso.
En el Estado de México, por ejemplo, parecía que se pelaban por declarar ganador al candidato del PRI, y anunciaron su triunfo en el conteo rápido siendo que había -y hay- un TRES POR CIENTO de la votación anulado, mismo que supera el margen de triunfo.
Hasta que esas actas no se cuenten no puede haber certeza absoluta, ¿entonces por qué la prisa por señalar un ganador?
Mientras que en Coahuila, el Instituto Electoral del Estado cometió una "pifia" (esto para quienes creen en Santa Clos) al afirmar un resultado pretextando un conteo de 100 por ciento de actas, cuando en realidad aún faltaba más del 28 por ciento de las mismas.
Da la impresión de que los Institutos Estatales Electorales -por lo menos en estos casos- fueron de alguna manera influidos para apresurarlos a declarar ganadores "oficiales", esto es, proclamados no por los partidos o los candidatos mismos, sino por la "autoridad electoral".
En ambos Estados se reportaron serias irregularidades; ¿cómo estará de brava la perra que Humberto Moreira acusó a su hermano Rubén, el Gobernador, de haberse robado la elección (sic) en Coahuila?
A pesar de todo esto, y de lo que pronto nos enteraremos que deja mal parada la democracia en nuestro País, no debemos los ciudadanos caer en la desesperanza o en el desánimo.
Hay que seguir luchando, hay que seguir en la brega exigiendo, demandando, protestando las fallas en nuestro sistema democrático, las cuales, aun siendo de buena fe, no deben permitirse ni tolerarse: estarán de acuerdo, estimados amigos, que del 2000 a la fecha no hemos avanzado, sino que estamos retrocediendo.
Hemos vuelto a las elecciones de Estado, a la intervención desde el poder a favor de los correligionarios, el anteponer los intereses partidistas por encima de nuestras leyes y de la tradición democrática.
Han vuelto los vicios de retacar urnas, de no dejar votar a la gente que se identifica como favorecedora de la oposición, la compra de votos, el acarreo; en fin, todos aquellos pecados antidemocráticos que pensábamos que ya habían sido superados.
No nos demos por vencidos, ciudadanos, lo peor que podemos hacer es resignarnos y aceptar lo que NUNCA debemos aceptar: la imposición electoral mediante la simulación.
Si los pueblos se merecen los Gobiernos que tienen, pugnemos sin cejar por tener los Gobiernos que queremos y que nos merecemos.
Fuente.-fricase@elnorte.com
Resulta absurdo que gobierne, y que lo haga bien, un tipo que tuvo más votos en CONTRA que a favor: ¡eso no es democrático, sino todo lo contrario!
No es el Gobierno de las mayorías, sino de las MINORÍAS... ¡Aprendamos a Francia, por Dios!
Acabamos de presenciar cómo allá tras unas elecciones fraccionadas se efectuó una segunda ronda que le obsequió al pueblo de Francia un claro ganador, dotado de amplio respaldo, y con la autoridad moral para gobernar.
Sin un apoyo mayoritario, de arranque toma el poder un candidato que obtuvo escasos votos apenas encima del 30 por ciento careciendo de un consenso de aprobación ciudadano suficiente como para conformar un buen gobierno.
Resulta insólito que "gane" en México quien en las urnas no alcanza un claro apoyo mayoritario.
La urgencia, pues, de que instauremos en México la segunda ronda nace como imperativo de las absurdas elecciones del pasado domingo.
El otro aprendizaje tiene que ver con la cuestionable imparcialidad de los Institutos Estatales Electorales, los que -por lo menos en estas elecciones- parecían más parte del aparato político dominante que entes independientes cuya labor IMPARCIAL es dar certeza al proceso.
En el Estado de México, por ejemplo, parecía que se pelaban por declarar ganador al candidato del PRI, y anunciaron su triunfo en el conteo rápido siendo que había -y hay- un TRES POR CIENTO de la votación anulado, mismo que supera el margen de triunfo.
Hasta que esas actas no se cuenten no puede haber certeza absoluta, ¿entonces por qué la prisa por señalar un ganador?
Mientras que en Coahuila, el Instituto Electoral del Estado cometió una "pifia" (esto para quienes creen en Santa Clos) al afirmar un resultado pretextando un conteo de 100 por ciento de actas, cuando en realidad aún faltaba más del 28 por ciento de las mismas.
Da la impresión de que los Institutos Estatales Electorales -por lo menos en estos casos- fueron de alguna manera influidos para apresurarlos a declarar ganadores "oficiales", esto es, proclamados no por los partidos o los candidatos mismos, sino por la "autoridad electoral".
En ambos Estados se reportaron serias irregularidades; ¿cómo estará de brava la perra que Humberto Moreira acusó a su hermano Rubén, el Gobernador, de haberse robado la elección (sic) en Coahuila?
A pesar de todo esto, y de lo que pronto nos enteraremos que deja mal parada la democracia en nuestro País, no debemos los ciudadanos caer en la desesperanza o en el desánimo.
Hay que seguir luchando, hay que seguir en la brega exigiendo, demandando, protestando las fallas en nuestro sistema democrático, las cuales, aun siendo de buena fe, no deben permitirse ni tolerarse: estarán de acuerdo, estimados amigos, que del 2000 a la fecha no hemos avanzado, sino que estamos retrocediendo.
Hemos vuelto a las elecciones de Estado, a la intervención desde el poder a favor de los correligionarios, el anteponer los intereses partidistas por encima de nuestras leyes y de la tradición democrática.
Han vuelto los vicios de retacar urnas, de no dejar votar a la gente que se identifica como favorecedora de la oposición, la compra de votos, el acarreo; en fin, todos aquellos pecados antidemocráticos que pensábamos que ya habían sido superados.
No nos demos por vencidos, ciudadanos, lo peor que podemos hacer es resignarnos y aceptar lo que NUNCA debemos aceptar: la imposición electoral mediante la simulación.
Si los pueblos se merecen los Gobiernos que tienen, pugnemos sin cejar por tener los Gobiernos que queremos y que nos merecemos.
Fuente.-fricase@elnorte.com
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