Una forma de medir el uso de fuerza letal por fuerzas de seguridad consiste en establecer la relación entre el número de muertos y heridos de presuntos criminales en enfrentamientos con fuerzas de seguridad.
Una forma de hacerlo, atribuida a Paul Chevigny, divide el número de muertos entre el número de heridos para generar un cociente que identifique cuántos muertos por cada herido producen estos enfrentamientos.
El índice se ha utilizado en México por algunos (entre otros Ahmed & Schmitt 2016, Silva, Pérez Correa & Gutiérrez 2012 y 2015) como un indicador de posible abuso de la fuerza letal por parte de los cuerpos de seguridad gubernamentales. Toda vez que el Índice de letalidad forma parte del debate sobre seguridad en México, es importante entender exactamente qué mide, cuáles son sus alcances y sus limitaciones para guiar las inferencias que podemos desprender de él.
Índice agregado
En un evento donde participan fuerzas del orden público y presuntos miembros del crimen organizado, pueden producirse cuatro posibles combinaciones en el resultado del evento en términos de muertos y heridos.
Estas cuatro casillas deberían aparecer reflejadas en una medición completa sobre la acción de las fuerzas del orden público, sin embargo, no ocurre así en el Índice de letalidad.
Para entender lo que mide el índice de letalidad, pongamos un ejemplo muy sencillo donde ilustramos cada uno de estos cuatro casos, y calculamos el índice de letalidad que comúnmente se utiliza.
En este caso, el Índice de letalidad es simplemente la división del total de muertos (19) entre el total de heridos (11) que resulta en un índice de 1.7. Como es mayor que 1, indica que hay más muertos que heridos. La interpretación que se le ha dado hasta ahora señala que es una prueba del abuso de la fuerza letal en los cuerpos de seguridad.
Sin embargo, como queda claro en el ejemplo, el índice agregado no utiliza información de los casos donde no hay muertos ni heridos, e ignora la ausencia de heridos donde sólo hay muertos, y la ausencia de muertos donde sólo hay heridos.
Entonces, ¿qué mide realmente el Índice de letalidad agregado? Refleja la relación entre totales (de muertos y de heridos). Por esa misma razón no refleja plenamente lo que sucede en cada evento, porque altera la relación entre muertos y heridos que ocurre a ese nivel. En consecuencia, “infla” la relación real entre muertos y heridos.
¿Qué implica eso? Supongamos que durante seis meses todas las confrontaciones terminan en cero muertos y cero heridos entre presuntos miembros del crimen organizado. En el séptimo mes, hay tres eventos donde hay muertos o heridos y uno de ellos con un numero desproporcionado de muertos. El índice agregado reflejaría solamente estos últimos tres casos, e ignoraría los seis meses previos.
Suponiendo sin conceder que la Base CIDE-PPD contiene la información que se argumenta en su documentación, podemos utilizarla también para ilustrar las implicaciones de estas limitantes. Si utilizáramos la metodología del Índice de letalidad en el universo que proveen esos datos, tendríamos que ignorar 57 por ciento de los eventos donde no hay ni muertos ni heridos. Del 43 por ciento de la información restante, tendríamos que utilizar selectivamente la información: 1) el número de muertos y heridos en los eventos con muertos y heridos, 2) sólo el número de muertos en los casos con muertos sin heridos, 3) solo el número de heridos en los casos con heridos y sin muertos. (Evidentemente, los números seria distintos segmentando por cada fuerza federal involucrada.)
Índice por evento
Una posible solución para incorporar de alguna forma la información sobre la relación entre muertos y heridos de presuntos miembros del crimen organizado, sería calcular el índice de letalidad para cada evento y generar un promedio que reflejara mejor esta información. Siguiendo con el ejemplo anterior, podríamos calcular el índice en cada uno de nuestros casos hipotéticos y promediarlos.
Sin embargo, a nivel de evento, el índice no puede calcularse en los eventos donde no hay muertos ni heridos, ni en el caso donde hay muertos sin heridos porque la división está indefinida. Por esa razón, el índice sólo podría calcularse en los casos donde hay muertos y heridos (7/5=1.4) y donde hay heridos sin muertos (que siempre será 0), cuyo promedio es 0.7. Siendo menor que 1, indicaría más heridos que muertos en promedio. La interpretación tradicional no sustentaría la tesis del “abuso” de la fuerza letal en los cuerpos de seguridad.
¿Qué mide realmente este promedio de índices individuales? Refleja la relación entre de muertos y heridos solamente en el subgrupo de eventos donde hay muertos y heridos simultáneamente, y descarta los otros tres posibles resultados de confrontaciones.
Llevando de nuevo el caso a la Base CIDE-PPD, el índice por evento podría calcularse solamente en 16 por ciento del total de los eventos, por lo que el promedio ignoraría 84 por ciento de los eventos.
Dando un paso más en el ejemplo con la Base CIDE-PPD -y respondiendo a una de las críticas hechas por este Programa a los autores de este análisis-, presentamos aquí de nuevo el índice agregado y el promedio para los casos en los que expresamente se identifica la participación del Ejército, la Marina y la Policía Federal. Las diferencias son evidentes, y las inferencias que se desprenderían de cada uno, potencialmente opuestas.
Como se define tradicionalmente, el Índice de letalidad tiene limitantes muy evidentes por la información que no incorpora. Cambiar de un índice agregado a un índice por eventos tampoco soluciona el problema. Dado que sólo incorpora parte de la información disponible, tiende a estar sesgado y a generar inferencias incorrectas (o, al menos incompletas). En pocas palabras, algo mide el Índice de letalidad, pero sería difícil argumentar que refleja fielmente la relación entre muertos y heridos en confrontaciones, que típicamente se argumenta como medida del uso de fuerza letal por parte de los cuerpos de seguridad.
Queda claro que necesitamos una mejor métrica para medir lo que deberíamos analizar al debatir la seguridad en México así como para evaluar el papel de las corporaciones involucradas en esta función. O, al menos, calibrar las inferencias a la información que efectivamente captura el índice.
Sin embargo…
Nada de esto evade un punto central que nosotros planteamos al igual que, entre otros, García Ponce y Lajous en estas misma páginas: el índice de letalidad no registra el número total de participantes en cada evento (presuntos criminales que se dieron a la fuga y los detenidos). Si buscamos medir abuso en el uso de la fuerza letal, las implicaciones serían muy distintas si afirmamos que “las fuerzas de seguridad mataron a cinco e hirieron a cuatro de 300 presuntos criminales” en comparación con decir que “las fuerzas de seguridad mataron a cinco e hirieron a cuatro de nueve presuntos criminales”. Desafortunadamente, con el Índice de letalidad – al igual que con la información disponible hasta el momento – no podemos hacer esas precisiones que serían cruciales para entender el uso de la fuerza letal en las fuerzas de seguridad.
El segundo tema, para fines de rigor en la inferencia estadística, es que los enfrentamientos no son generalmente eventos aleatorios. Si bien existen casos donde fuerzas de seguridad y miembros del crimen organizado se enfrentan cuando se encuentran por casualidad, también es cierto que en un buen número de casos los enfrentamientos responden a patrullajes y persecuciones de la autoridad, o a emboscadas y ataques directos a las fuerzas de seguridad por parte del crimen organizado.
Estos últimos dos puntos sirven para subrayar que en el debate sobre la seguridad en México es crucial entender qué tan lejos podemos llevar las inferencias para reconocer los alcances y imitaciones de las métricas que se emplean, como es el caso de la letalidad. Es cierto que aún no tenemos un índice mejor, pero para ello es necesario tener un debate informado, transparente, y donde estén públicamente disponibles todos los materiales para que cualquiera pueda replicar los análisis o validarlos.
Fuente.- Marco A. Morales es doctor en Ciencia Política por NYU. Virgilio Muñoz es maestro en Seguridad Nacional por el CESNAV.
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