El presidente Enrique Peña Nieto anunció durante su Tercer Informe de Gobierno tres alternativas para enfrentar el panorama económico originado por la caída en la producción petrolera y los bajos precios del crudo: Incrementar impuestos, incrementar deuda, o reducir el gasto público.
Las dos primeras, fue enfático, no son opciones. Entonces, ¿cómo hará el gobierno para apretarse el cinturón?
El ingreso gubernamental dependía en gran medida de los precios del petróleo a nivel mundial y de la producción de los yacimientos mexicanos, en su momento de los más grandes y productivos del mundo pero que hoy se encuentran en decadencia, de acuerdo a los mismos reportes gubernamentales.
En este contexto, la tormenta perfecta (una baja en el precio del crudo y una caída en la producción nacional) suponía un duro golpe a las finanzas nacionales. Esa tormenta llegó hace un año.
Una de las posibles opciones como respuesta a este problema era adquirir más deuda mientras la tormenta pasaba. Sin embargo, la deuda en México se ha incrementado considerablemente desde la Gran Recesión de 2009, lo que deja poco espacio para incrementarla aún más.
Previendo esta situación, los encargados de las finanzas públicas de nuestro país modificaron el esquema de ingresos estatales con la Reforma Fiscal de octubre de 2013. Esta reforma tenía como objetivo incrementar en 12.82% los ingresos presupuestarios para 2014 con respecto de 2013, fortaleciendo la base del ISR y con ello la capacidad financiera del Estado; es decir, asegurar ingresos provenientes de otras fuentes distintas al petróleo.
El incremento de la recaudación fue mayor al esperado, y sumado a la cobertura petrolera, ayudó a aminorar los efectos negativos en las finanzas públicas.
Debido a todos estos factores, el recorte en 2016 tendría que ser menor, alrededor de 0.4% del PIB (2.3% del gasto público). Con ello, el déficit público se mantiene a la baja, siguiendo la trayectoria prometida por la SHCP. Así, la Reforma Fiscal de 2013 logró cubrir el boquete en las finanzas públicas y comenzar a despetrolizar los ingresos públicos.
Gracias a las medidas tomadas en los últimos años, la tormenta perfecta que representa la coyuntura petrolera para las finanzas públicas es manejable y se hace posible mantener la tendencia a la baja en el déficit público con un recorte más bien pequeño. El 8 de septiembre sabremos por dónde va este recorte, esperando que no sea en áreas estratégicas para el desarrollo nacional.
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Con información de Ángel Rodríguez, Moisés Arizpe y Adrián Fragoso
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