La renuncia del presidente de Guatemala Otto Pérez Molina la noche del 2 de septiembre podría cambiar radicalmente las arraigadas redes criminales militares o —como ha sido tradicional en Guatemala— dejarlas intactas.
Pérez Molina pasó su carta de renuncia al Congreso sólo unas horas después de que el órgano legislativo decidiera por votación quitarle su inmunidad y un juez les ordenara a las autoridades que lo arrestaran por su participación en un enrome esquema de falsificación de documentos aduaneros, estafa a importadores y malversación de recursos del Estado.
El expresidente Pérez Molina fue un perfecto ejemplo de la élite burocrática guatemalteca —alguien que construyó su poder económico y político utilizando sus posiciones en el Estado, principalmente gracias a sus conexiones con los militares—.
Además, por mucho tiempo el presidente hizo parte de lo que se conoció como el Sindicato, una oscura red de militares activos y retirados que eran a la vez facilitadores del crimen y actores criminales.
La red facilitaba esquemas como "La Línea", el nombre con el que se conoce la red de fraude aduanero que presuntamente incluíaa la exvicepresidenta Roxana Baldetti, quien ya está en la cárcel.
En las llamadas telefónicas interceptadas, hay referencias al presidente y la vicepresidenta como "número uno" y "número dos", entre otros apelativos. Y el presidente debió responder preguntas en la corte sobre ésta y otras acusaciones poco después de haber renunciado.
Durante mucho tiempo, el Sindicato compitió con la que se conocía como la Cofradía, otra turbia red de militares activos y retirados que eran a la vez actores criminales y facilitadores del crimen.
Estas redes se conocían como Cuerpos Ilegales y Aparatos Clandestinos de Seguridad (CIACS), y fueron la razón por la que las Naciones Unidas respaldaron en 2007 la conformación de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala, CICIG (cuyo mandato hace referencia directa a los CIACS).
Hasta cierto punto, la CICIG ha cumplido su mandato de ir tras los CIACS. La CICIG se enfocó en redes como aquella con la que el expresidente Alfonso Portillo estuvo vinculado; además, otros casos relacionados con los CIACS han llevado a la encarcelación de los miembros de estas redes.
La dimisión de Pérez Molina es sin duda el mejor testimonio hasta el momento de que estas redes han sido por lo menos parcialmente desmanteladas. Y con el tiempo ha ido desapareciendo el poder de redes como la Cofradía y el Sindicato.
Los CIACS son más bien una cosa del pasado en Guatemala. Sin duda, la presidencia de Pérez Molina fue pensada como una fusión de las dos redes en las que los miembros de la Cofradía y el Sindicato trabajaron juntos.
Ejemplo de ello es el caso de Francisco Javier Ortiz, alias "Teniente Jerez", quien fue detenido como parte del escándalo de La Línea. Ortiz participó en un escándalo de fraude aduanero en los años noventa, que era exactamente como La Línea, sólo que bajo dirección de la Cofradía.
El jefe de la Cofradía era el general retirado Francisco Ortega Menaldo, y, hasta cierto punto, Ortega Menaldo representa lo que queda por hacer en Guatemala.
Ortega Menaldo es casi un fantasma. Dejó de trabajar oficialmente con los gobiernos después de intentar dar un "auto golpe" en 1993, pero ha seguido siendo un importante actor político y del hampa.
Este exgeneral fue conectado extraoficialmente con el esquema de corrupción de Portillo en los primeros años de este siglo, pero no fue acusado formalmente. Y hace poco, en 2012, se creía que controlaba Puerto Quetzal, el puerto más grande deGuatemala, donde tenía establecida su propia miniversión de La Línea.
Ortega Menaldo ha sido además objeto de numerosas investigaciones por el Ministerio Público (que en Guatemala ejerce las funciones de la Procuraduría General) e incluso quizá en Estados Unidos, país que revocó su visa, al menos temporalmente, por presuntos vínculos con narcotraficantes.
Sin embargo, Ortega Menaldo nunca ha sido acusado de ningún delito. Y aunque puede ser anacrónico hablar de la Cofradía, sigue siendo pertinente referirse a las redes criminales conformadas por exmilitares que tienen un papel activo en el gobierno o que podrían hacerlo en el futuro cercano.
Uno de los principales candidatos a la presidencia, Jimmy Morales, encaja en este molde. Más precisamente, su partido político, el Frente de Convergencia Nacional (FCN), fue fundado y está conformado por exmilitares de la Asociación de Veteranos Militares de Guatemala (Avemilgua), la cara pública de algunos de los peligrosos militares que iniciaron todo este lío. Aunque Morales se ha presentado como un candidato de la lucha contra la corrupción, este excomediante representa los intereses de Avemilgua.
Morales aparece encabezando la más reciente encuesta sobre la primera ronda de elecciones este 6 de septiembre. No se cree que ninguno de los candidatos obtenga suficientes votos para evitar una segunda vuelta (programada para el 25 de octubre) entre los dos que obtengan la mayor parte de los votos.
Además, Pérez Molina no ha sido condenado todavía, y los antecedentes de juicios contra expresidentes en Guatemala no son buenos. Alfonso Portillo fue finalmente absuelto en un tribunal guatemalteco por un tecnicismo. Por otro lado, después de una victoria histórica en el caso contra el exdictador militar Efraín Ríos Montt por genocidio, la decisión fue revocada por la corte constitucional pocos días después.
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