Wikileaks distribuyó hoy un estudio de la CIA donde se recomienda
a gobiernos del mundo que enfrentan conflictos armados con grupos insurgentes
lo que considera “las mejores prácticas” para realizar operaciones contraobjetivos de alto nivel (HVT por sus siglas en inglés, High Value Targeting)
como una herramienta contrainsurgente efectiva. Estas “operaciones” incluyen el
asesinato político como un recurso válido, además de capturas, “remoción” de
liderazgos, “neutralización” y marginación de dirigentes guerrilleros.
El estudio, clasificado como ultrasecreto, --secret/nonforn-- fue
filtrado por la agencia de periodismo de investigación que dirige Julian
Assange.
Mexico,D.F 18/Dic/2014 Esta nueva filtración ocurre apenas 10 días después de que el
Comité de Inteligencia del Senado estadunidense decidiera hacer público un
informe secreto sobre cómo el Pentágono y la CIA utilizaron la tortura en
sus formas más brutales durante los años del ex presidente George Bush y
cómo estos interrogatorios atroces resultaron “innecesarios e ineficaces
“.
El nuevo golpe mediático de Wikileaks hace público un documento
con una serie de recomendaciones a modo de manual para
ataques contrainsurgentes, elaborado por la Dirección de Inteligencia de
la CIA. Tiene fecha del 7 de julio de 2009 y está dirigido a los
operadores políticos y oficiales militares de la Agencia involucrados en
toma de decisiones para autorizar la planeación y ejecución de operaciones
HVT.
Se titula “Las mejores prácticas en contrainsurgencia. Cómo hacer
de las operaciones de ataque a objetivos de alto nivel una herramienta
efectiva”. Cita como una de las operaciones más exitosas de los casos bajo
estudio el asesinato del líder y diplomático de las Fuerzas Armadas
Revolucionarias de Colombia (FARC) Raúl Reyes en marzo de 2008, resultado
de un ataque de la Fuerza Aérea colombiana a territorio ecuatoriano a un
campamento guerrillero en la zona
selvática de la Angostura. Ahí
resultaron muertos 22 milicianos más y cuatro estudiantes mexicanos.
También cita otro caso de éxito en América Latina, la captura
del peruano Abimael Guzmán, máximo líder de Sendero Luminoso, y de
buena parte de sus dirigentes en una serie de golpes decisivos propinados
en un corto periodo de tiempo, septiembre de 1992. Desde ese momento el
grupo fue incapaz de reorganizarse.
Incluye estudios de casos de Afganistán de 2001 a la fecha de
la conclusión del manual (2009); Argelia 1954-1962; Colombia de 2002
a 2009; Iraq de 2004 a 2009; Israel en dos periodos, de 1972 a mediados de
los noventa y de mediados de los noventa a 2009; Perú 1980 a 1999, Irlanda
del Norte 1969 a 1998 y Sri Lanka 1983 a mayo de 2009. Incluye
algunos ejemplos adicionales de Chechenia, Libia, Paquistán y Tailandia.
Especifica sus fuentes: “La mayor parte de nuestra información
está basada en reportes clandestinos de agregados militares, discusiones
internas con solicitantes de permiso para la realización de este tipo de
acciones y la revisión de casos actuales o históricos”.
El documento es definido como un intento de “consolidar las
lecciones aprendidas, proporcionar un marco para evaluar la utilidad
estratégica de las operaciones de ataque a objetivos de alto valor y
ayudar a los políticos y oficiales militares responsables de autorizar
este tipo de ataques”.
El concepto High-Value Targeting es definido como una
acción enfocada a atacar individuos o redes específicos “cuya
remoción o marginalización debe lograr una degradación de la eficacia” de
determinado grupo insurgente.
El asesinato de Raúl Reyes en Sucumbíos
Este documento de la CIA aporta evidencias sobre el
involucramiento de la agencia en la lucha antiguerrillera durante el
periodo de Álvaro Uribe, en Colombia.
Indica que de acuerdo a reportes de la CIA anteriores, el
gobierno colombiano empezó a utilizar técnicas de HVT combinadas con
operaciones de información y operaciones militares convencionales y
programas para generardeserciones.
Refiere que al tomar posesión en su primer periodo de 2001, Álvaro
Uribe inició una campaña contrainsurgente con la mira puesta en atacar a
las FARC en sus filas intermedias y superiores. Después de varios
años de golpes fallidos, la
embajada de Estados Unidos en Bogotá empieza a reportar aciertos a partir
de que las fuerzas contrainsurgentes lograron afinar estrategias de espionaje,
precisión en los ataques, planificación de misiones y
despliegues, seguridad operacional y coordinación interinstituticonal.
De este modo el gobierno pudo capitalizar políticamente los golpes
infligidos a la guerrilla para incrementar su legitimidad y erosionar la
moral de las bases de la guerrilla.
El estudio evalúa que en 2008 los golpes contra jefes de primer
nivel de las FARC, combinados con golpes contra figuras de segundo y
tercer rango, especialistas en financiamiento y logística, sí provocaron
una erosión real a la organización.
La muerte de Raúl Reyes ese año, en el bombardeo del ejército
colombiano (asistido por el Pentágono y con información de inteligencia
estadunidense) a territorio de Ecuador, donde además murieron una veintena
de colombianos, un ecuatoriano y cuatro estudiantes mexicanos que estaban
de visita en el campamento guerrillero) “dañó seriamente la moral y la
disciplina” de las FARC, según “comentarios de campo” de la CIA. Una
semana después de ese golpe otro miembro del secretariado, Iván Ríos, fue
asesinado por uno de sus escoltas y en mayo, un comandante e ideólogo
veterano se rindió.
El análisis no incluye, desde luego, que para las elecciones de
2010 Uribe ya no logró reformas la constitución para contender para un
tercer periodo y que su sucesor, José Manuel Santos –fuertemente criticado
por Uribe—emprendió una estrategia diametralmente opuesta, que la llevado
el conflicto colombiano a una mesa de negociaciones.
La utilidad del asesinato político, según la CIA
La CIA aprueba que gobiernos civiles o militares que enfrentan
conflictos armados con grupos insurgentes recurran frecuentemente a
operaciones de ataque a objetivos de alto valor, descritas como acciones
para “remover” o neutralizar a sus cabezas para degradar la eficacia del
grupo.
El criterio de la Agencia para la definición de quien es un HVT
(un objetivo atacable) es flexible: varía de acuerdo a “factores” que
enumera: fuerza del grupo, estructura, dinámicas de liderazgo y alcance
del resultado deseado por el gobierno.
Se advierte que entre los “efectos contraproducentes” de una
acción de este tipo está el de romper ciertas “reglas del juego”
establecidas entre los rebeldes y el gobierno, lo que lleva a una escalada
del conflicto que no siempre está en el interés del gobierno.
Pero en el caso en el que los golpes causen daños mayores a los
que el grupo insurgente sea capaz de absorber, ya sea por su incapacidad
de reponer sus liderazgos o por los golpes infligidos a sus líneas de
financiamiento o logística, puede conseguirse un mayor debilitamiento de
su capacidad de acción.
Las “mejores prácticas”
En una revisión de operativos de ataque contra objetivos de alto
nivel hechos por la CIA se demuestra –sostiene el documento—que estos
“pueden tener un papel importante como parte de una estrategia
contrainsurgente de mayor alcance. Estos suelen arrojar mejores
resultados cuando los gobiernos analizan previamente sus posibles efectos
y factores que lo puedan impactar y simultáneamente aplican otros
instrumentos contrainsurgentes de carácter militar y no militar.”
Entre los efectos positivos de estos ataques enumera la erosión de
la capacidad insurgente, debilitamiento de su voluntad, reducción de su
base de apoyo, división o fragmentación del grupo, forzar que el grupo
modifique sus estrategias de modo
que beneficie al gobierno y levantar la moral del gobierno y generar
apoyo.
Entre los efectos negativos cita: “puede generar mayor apoyo al
grupo insurgente, lo cual podría obligar al gobierno a distraerse de otros
aspectos de su estrategia; puede hacer que las estrategias insurgentes se
modifiquen, que refuercen sus bases de apoyo y simpatía de la población,
conducir a una mayor radicalización a los líderes sobrevivientes, generar
condiciones para la adhesión de liderazgos más radicales y escalar o
desescalar el conflicto de modo que favorezca la insurgencia”.
Estas son algunas de las “buenas prácticas” que recomienda la CIA
-Definir el impacto deseado sobre la trayectoria del grupo
insurgente, considerando que en algunos casos pueden generarse efectos
indeseados. -Definir la decisión del ataque en base de un sólido
conocimiento de los mecanismos
internos del grupo y sus debilidades específicas, información que se puede
obtener mediante los interrogatorios a sus desertores.
-Incorporar la operación de ataque a una estrategia integral, que
permita capitalizar el resultado de la operación o compensar algunos de
los efectos producidos. -Proteger a los actores más moderados. Los
ataques contra los líderes más violentos y extremistas pueden resultar en
un acuerdo político. En muchos grupos insurgentes hay divisiones internas
entre sus dirigentes más militaristas y los más políticos.
-Aprovechamiento de las contradicciones internas. Exacerbar o
explotar las fisuras en los liderazgos puede funcionar de manera tan
efectiva como el dirigir un ataque militar contra uno de sus liderazgos.
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