El trabajo de los
canes es tan preciso que detectan la mariguana que disfrazan en pastas de
dientes o comida echada a perder.
El olfato de Yago
es certero. Puede detectar el olor de la mariguana y pilas de celulares
envueltas en pasta de dientes y animales muertos.
El perro trabaja
en el Sistema Penitenciario y forma parte de un equipo de 31 canes, llamado
Grupo Especial Canino K9, dedicado a detectar drogas y objetos prohibidos
dentro de los reclusorios. Los internos, explica su adiestrador, intentan
disfrazar los olores de la mariguana con pasta de dientes, comida echada a
perder y ratas muertas para evitar ser detectados.
Sin embargo, en
cuanto Yago —un golden retriever— llega y olfatea, informa al custodio,
rascando o por medio de un ladrido, que hay algo escondido.
El trabajo de los
canes es tan preciso que se han hecho de fama dentro de las prisiones: cuando
los reos ven que ellos harán la inspección, prefieren entregar los objetos
ilegales.
De acuerdo con los
custodios, de cada cinco revisiones en dormitorios, en una se halla algo
ilegal; lo más común: la mariguana.
Los perros son
adiestrados, al menos, cada tercer día, ya sea en la mañana, en la tarde o en
la noche.
“Se debe trabajar
bajo cualquier tipo de clima, para que cuando se utilice a estos animales,
puedan responder bajo cualquier clima y bajo cualquier circunstancia”, explica
Alejandro Maya, jefe del Grupo Especial Canino.
Las razas que son
ocupadas para estos trabajos son rottweiler, pastor alemán, pastor belga,
pitbull y golden retriever.
Algunos son usados
para guardia y protección y otros para la detección de drogas como cocaína y
mariguana, así como armas de fuego y celulares.
Por ahora, señala,
se entrena a un perro para la detección de explosivos de uso doméstico.
Los custodios se
ofrecen a una dar una demostración del trabajo que hacen los canes. La primera
prueba es para Yago. En el piso están colocadas 15 cajas de madera; en una de
ellas hay un arma de fuego.
Yago recorre
cuidadosamente cada una de las cajas y, cuando por fin halla el arma de fuego,
le hace un aviso al custodio.
Los elementos, sin
embargo, también deben de poner de su parte y no dejarle al perro todo el
trabajo de revisión. “A dudas del perro, destreza del manejador”, afirma Maya.
Maverick, un
pitbull, fue entrenado para detener a personas y defender a los uniformados con
sólo gritarle una palabra. Para esta ocasión, un elemento se coloca el traje de
esponja y cuando Maverick recibe la orden, corre tras de él y le muerde un
brazo.
“Debe ser sólo una
mordida por efectos jurídicos. Es por una cuestión de derechos humanos”,
precisa.
Los canes tienen,
en promedio, una vida útil de 8 años. Una vez que se termina, son jubilados, es
decir, siguen bajo el cuidado de los custodios, pero ya no hacen labores de
revisión ni de custodia.
Los perros, afirma
Maya, no son sacrificados, pero tampoco son donados debido al tipo de
capacitación que tienen.
Carlos González es
adiestrador desde que tiene 14 años y hace 15 llegó al Sistema Penitenciario. A
sus pies está Jordan, un pastor belga. En cuanto da la orden, Jordan ladra y
amenaza con morder a quien se le acerque.
González afirma
que los perros son vistos como cualquier compañero. Al igual que con un humano,
es necesario tener vínculos para poder trabajar en equipo.
“Hay días en los
que, como nosotros, amanecen de malas. Y no hay que obligarlos a trabajar”.
fuente.-
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