Escondidos tras las faldas de la señora, que es quien ha pagado todos los costos del lodazal que hicieron, los señores del gobierno han dado por concluido —oficialmente— los escándalos de corrupción inmobiliaria que hemos podido conocer a la fecha.
La conclusión fue una suerte de investigación que lo único que hizo fue llevar la imagen del señor Virgilio Andrade a las cloacas de la transa, de las que le será prácticamente imposible salir. Un hombre inteligente convertido en protagonista del ridículo. Siempre da algo de pesar ver hundirse a alguien en el lodo.
Los señores del gobierno han mostrado su cobardía en varios niveles. Escudarse en la autoridad, en lugar de los razonamientos para tratar de calmar la indignación deja mucho que desear. Recurrir al penoso alegato —normalmente usado por quien delinque— de que nada “fue ilegal”, es reprobable en quien está a cargo de vigilar la conducta de los servidores públicos. Esconderse en argucias legaloides rebaja a un secretario de Estado a un abogaducho “chicanero”.
Nadie esperaba cárcel para Peña y Videgaray, ni siquiera la destitución de este último. Pero quizá un par de lecciones de ética pública. Algún mensaje de advertencia, un señalamiento de que lo hecho estuvo mal, alguna mención sobre la manera de hacer negocios de la constructora con el gobierno. Algo de decoro de parte de Virgilio Andrade, quien encabeza lo que en otros países se conoce como fiscalía anticorrupción. Quizá el pudor vino del propio Presidente al pedir una disculpa por su conducta personal, es un atisbo de que se percató de las consecuencias. No veo por qué no aceptar la disculpa, pero tampoco veo que eso pueda generar satisfacción a nadie.
Ya podemos imaginar la respuesta a cualquier pregunta sobre el asunto: eso ya fue debidamente aclarado por la función pública. Sienten que ya aclararon todo. El sábado pasado, en su artículo, Juan Gabriel Valencia (MILENIO, 22/08/15) planteó una pregunta crucial a la que, por supuesto, no se dio respuesta: “Si la casa blanca fue una operación lícita y legítima, ¿por qué demonios se canceló la licitación legal y legitima del tren rápido México-Querétaro…?”. Una respuesta que esperan los mexicanos, y los empresarios chinos también.
En el fondo sabían que nada les iba a pasar, que el costo de las triquiñuelas —las de todos— las pagó la señora Rivera con su imagen. En el video de la ignominia se almacena y resume todo el lodazal. Repito lo que puse en este espacio hace meses: la aventaron a los leones. Lo increíble es que siguen escondidos atrás de ella, quizá la más vilipendiada de lo que va del sexenio, por que son incapaces de aceptar lo que son, porque se señalan unos a otros para que si se hunde uno se hundan todos. Total, que pague la señora. Cobardes.
Fuente.-
Twitter: @juanizavala
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