Apenas el pasado viernes, Michele Leonhart dejaba entrever el inminente fin de su reinado al frente de la DEA, con un mensaje de aliento a sus subordinados que algunos entendieron como despedida y epitafio.
“Quiero agradecerles por sus continuas expresiones de confianza y seguridad mientras navegábamos a través de aguas turbulentas. Sé que seguiremos enfocados en nuestra misión y el compromiso con el afán de excelencia que es el sello de lo que somos, y lo que siempre será la DEA”.
El correo electrónico de Leonhart a sus colaboradores llegaba tras una “semana de perros”.
Con una audiencia en el Congreso, que la había dejado a merced de la furia de demócratas y republicanos, indignados por el escándalo de las fiestas sexuales en las que varios agentes de la DEA en Colombia sucumbieron (entre 2005 y 2008) al encanto de las prostitutas y aceptado los regalos, dinero y favores de los cárteles de la droga.
Balbuceante, Leonhart era incapaz de explicar por qué ninguno de sus subalternos fue despedido y sancionado. Con el gesto contrito terminaba ante el comité de supervisión gubernamental que la trató, no como la mujer que ha sido capaz de localizar, detener y extraditar a una tercera parte de los 183 criminales y capos de la droga más peligrosos en todo el mundo.
Sino como una funcionaria que fue incapaz de mantener a raya a sus agentes en Colombia y que se convirtió en “la piedra en el zapato” de la administración a la hora de facilitar la descriminalización del consumo de la mariguana en al menos 23 estados.
“A juzgar por su testimonio, es evidente que [Michele Leonhart] carece de la autoridad y la voluntad para tomar las decisiones difíciles, pero necesarias para exigir cuentas a quienes han comprometido la seguridad nacional y traído la desgracia a su posición” como agentes de la DEA, fue la carta remitida por los congresistas demócratas y republicanos, al final de la audiencia que se convertiría en su sepultura política.
Alianza con México. Un mes antes de la audiencia celebrada el pasado 14 de abril, Leonhart compareció ante un comité senatorial de apropiaciones para presumir los logros de su agencia en los últimos dos años. Satisfecha, presumía la detención de Servando Gómez Martínez, “La Tuta”, el temido líder de “Los Caballeros Templarios” en Michoacán. Pero también, la captura de Omar Treviño Morales, mejor conocido como Z42, líder del cártel de “Los Zetas”.
Dos meses después la suerte de Leonhart cambió por completo. La carta del Congreso, retirándole la confianza, ha sido la oportunidad de la administración Obama para sacar de escena a una mujer que se oponía a relajar las leyes federales que chocan con las nuevas disposiciones estatales a favor de la despenalización de la mariguana.
El año pasado, tras las declaraciones del presidente Obama, quien aceptó por primera vez que la mariguana era menos dañina que otras drogas como el alcohol, Michele Leonhart fue de las pocas funcionarias en contradecirlo públicamente.
El fin de trayecto para la primera mujer al frente de la DEA, quedaba este martes reducida a una filtración interesada de su caída inminente.
Sus ocho años al frente de una de las agencias más respetadas en todo el mundo, quedaban eclipsados por un escándalo de sexo y corrupción en Colombia.
Michele Leonhart, la agente esforzada que llegaba por méritos propios a la cúspide de la DEA en 2003; que se convirtió en la primera agente de campo en 1997, en San Francisco, y llegó a dirigir toda una división desde Los Ángeles, cayó por ser incapaz de escarmentar a unos subalternos corruptos y libertinos, lo que puso fin a una trayectoria de más de 30 años en las fuerzas del orden.
Fuente.-DEBATE
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