Desde 1997, el partido gobernante pierde escaños en la Cámara de Diputados después de las elecciones intermedias. Fue el caso del PRI con Zedillo (por primera vez el tricolor no obtuvo mayoría en su historia), del PAN con Fox y también del PAN con Calderón. Todo indica, sin embargo, que no será el caso del PRI con Peña en los próximos comicios de junio. ¿Por qué?
En las elecciones intermedias sólo se renueva la Cámara de Diputados. Trescientos legisladores se eligen por distritos en un sistema donde gana el candidato con más votos, aunque sea uno solo. Esto suele beneficiar al partido con más presencia territorial. En México es el PRI. Los votos a favor de los demás partidos están más concentrados en ciertas regiones del país.
Cuando hablamos de la próxima elección, en realidad debemos hablar de 300 elecciones a lo largo y ancho del país donde el PRI es competitivo en casi todos. Al PRI le favorece, además, que el voto por los 200 diputados restantes, elegidos a través de cinco listas regionales de representación proporcional, se hace en la misma boleta que los diputados de mayoría. El elector que sufraga a favor del candidato del PRI en su distrito automáticamente vota por el PRI en las lista de los llamados plurinominales. Si el PRI no gana el distrito, sus votos le sirven para la representación proporcional. Estas reglas producen una natural sobrerrepresentación del partido con más votos y mayor presencia territorial en los estados, es decir, el PRI.
Aunque los porcentajes que reportan las encuestas nacionales son indicativos, para saber qué puede pasar en junio debemos hacer un análisis más fino tomando en cuenta estas reglas. La semana pasada, en una mesa de debate con los principales encuestadores del país (Ulises Beltrán, Roy Campos, Jorge Buendía y Francisco Abundis), todos coincidieron que existe una probabilidad alta de que el PRI, junto con el Verde, tengan mayoría en la próxima Cámara de Diputados.
Hoy esta alianza no llega a los 251 diputados que se requieren para aprobar una ley. Para su fortuna, se les ha sumado Nueva Alianza: juntando estos tres partidos alcanzan los 251. La diferencia es que, al parecer, la alianza del PRI-Verde ya no requerirá del Panal. De acuerdo con escenarios presentados porBeltrán, es muy posible que priistas-verdes ganen unos 261 diputados en total. De ser así, se rompería la tradición, establecida desde 1997, de que el partido gobernante pierda legisladores en las intermedias.
Esto, desde luego, sería una estupenda noticia para el gobierno de Peña. Sobre todo para lo que viene: un recorte al Presupuesto de Egresos que sólo aprueban los diputados. Y, de cumplirse este pronóstico, en Los Pinos descorcharían el champagne para celebrar: a pesar de la debilidad de la economía, Tlatlaya, Iguala y los escándalos de las casas, el PRI tendría más diputados que los que ganaron hace tres años.
Pero tienen que tener cuidado de no interpretar esto como una victoria del Presidente. Si en realidad el PRI-Verde sacan más diputados de los que hoy tienen, será un triunfo de los gobernadores. Hay que recordar que el PRI gobierna en 20 estados y el Verde en uno. Son ellos los que están operando esta elección y, hay que decirlo, se han vuelto unos expertos en esta materia.
En 2003, después de analizar los resultados de la elección intermedia, escribí un artículo en Proceso que demostraba cómo los gobernadores se habían convertido en los nuevos “virreyes” del sistema político con una gran capacidad (política y financiera) para ganar elecciones. Y los mejores “virreyes” eran los priistas. No sorprende, entonces, que este partido haya nombrado como delegados en los estados a exgobernadores, sobre todo en aquellos donde no gobiernan. En Oaxaca, por ejemplo, mandaron a un viejo lobo de mar, el exgobernador veracruzano Fidel Herrera, para ganarle la elección a un extraviado Gabino Cué.
Creo que el argumento de mi artículo de 2003 (titulado Los nuevos virreyes) seguirá vigente después de junio: la de 2015 será otra victoria más de los gobernadores, no del Presidente. Supongo que en Los Pinos, urgidos de darle la vuelta a la crisis de popularidad presidencial de los últimos meses, saldrán a “vender” el resultado como un triunfo de Peña. Están en su derecho. El problema es que se lo crean.
Fuente.-Excelsior/ Twitter: @leozuckermann
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