Algo pasa en diversos ámbitos que las cosas que no están mal, están al
revés. Son múltiples los textos y comentarios que hemos podido leer en estos
días en los que priva el asombro y la desesperanzaen donde la nulidad
comunicativa se ha vuelto una especialidad del gobierno en estas semanas.
Mexico,D.F 03/Dic/2014 De la mano va la pasividad de la oposición
—provocada por su propia miseria moral, pues el PRD no puede exigir cuestiones
de seguridad, ni el PAN de corrupción, los grandes temas del momento—, así que
los huecos se llenan con cuestionamientos, planteamientos de todo tipo y
mentadas de madre generalizadas. Tiempos difíciles.
El decálogo planteado por el gobierno es visto con suspicacia, si no es
que con abierta incredulidad. Quizá porque al primero que tendrá que convencer
el gobierno es al PRI, que desechó las mismas propuestas hace unos años. Y es
que en política todo se paga: su cinismo de entonces lo pagan con la urgencia
de hoy.
Insisto, algo pasa que nadie pide saber en qué andan las
investigaciones con Abarca, y el desastre de Guerrero o por qué se incluyó
Jalisco en la lista del operativo especial. Ya no es lo del día, sino lo del
momento. Uno se entera que el Presidente va a Iguala, luego que no va, después
de que sí va pero que a lo mejor no.
Hasta hace un par de días, para muchos la cosa estaba en si Peña
renunciaba o no. Ignoro si alguien pensaba en que esa fuera una solución
viable, lo cual está fuera de toda lógica. Quizá el único que quería renunciar
era Peña que, seguramente, ya está hasta la madre de tanto problema y de tanta
ineptitud a su alrededor.
Un día estamos en la tragedia demencial del crimen y al otro en
la patética carpa de nuestras contradicciones. Nos movemos de manera extraña y
ambivalente. Exigimos alto a la violencia en marchas y no se ven pancartas de
rechazo a los encapuchados que la ejercen. Nadie exige que detengan a
los narcos. Queremos que el Presidente arregle el municipio, pero que
respete el pacto federal. La oposición ve de lejitos para no ser juzgada,
cuando en cualquier país este sería el momento opositor. Rechazamos a los
violentos, pero no queremos que la policía levante sus macanas. Detestamos a la
clase política, pero ni siquiera somos capaces de señalar quién es nuestro
diputado. Los policías son tundidos por los aficionados de un partido de
futbol. Tenemos una autoridad que tiene miedo de serlo. Exigimos la verdad pero
estamos dispuestos a creer lo más disparatado, quizá porque a nuestras
tragedias le siguen los disparates.
Algo pasa que ni nuestros delincuentes son los que pensamos. Los
Abarca, pareja criminal que ordenaba muertes sin piedad, amos y señores de
Iguala, huyeron de la ley. Fueron encontrados vestidos de manera formal en la
madrugada. No sabemos si el ex alcalde dormía con saco por si se le ofrecía
salir a un evento, dar una declaración o entregarse a las autoridades.
Sorprendente por ridículo. Nuestros anarquistas tienen también su
versión pacotilla. Poseedor de nombre revolucionario como el que más, el
joven Sandino lanza bombas Molotov a diestra y siniestra, se manifiesta contra
el Estado, organiza y participa en disturbios, es anarquista, promueve la
defensa de su identidad encubierta y el ejercicio de actos violentos. Es un
vándalo, un anarquista, un delincuente, un aspirante a terrorista al que ¡lo va
a recoger su mamá! Ya no los hacen como antes, ni hablar.
@juanizavala

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