Sopla en las calles de la Ciudad de México una gran mentira. Que aquí no hay carteles mafiosos ni organizaciones criminales grandes. Marketing ralo para maquillar una urbe tan corrupta como el resto del país.
Es falso que las organizaciones ilegales que dominan México no tengan presencia en la capital. En la realidad todas están presentes. Si alguna no lo estuviera querría decir que no es un cartel, sino una red menor y sin importancia.
La Familia Michoacana, el Cartel Jalisco Nueva Generación, la Federación de Sinaloa, Los Zetas, Los Rojos o cualquier otra expresión delictiva —para ser relevante— necesita tener presencia en la Ciudad de México.
Hace tiempo ya que Animal Político publicó Narcodata, para exhibir la presencia de los carteles nacionales en la capital del país. Su fuente fue la secretaría de la Defensa Nacional y la información ofrecida al público no dejó dudas: en la CDMX cohabitan todas las mafias que gobiernan algún territorio mexicano.
Es falso que en la Ciudad de México no haya presencia de cárteles; todos tienen un pie en la antigua Tenochtitlán, y si no lo tuvieran perderían el status de cártel.
Pero el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, afirma que en la Ciudad no hay carteles, sino asociaciones delictuosas.
¿Cuál es la diferencia entre un cartel y una asociación de delincuentes? A propósito de la mafia que opera en Tláhuac, el jefe de Gobierno insiste: “el grupo de El Ojos era amplio, violento y operaba fuera de Tláhuac, pero no era un cartel”.
¿Por qué no era un cartel? Mancera se equivoca y probablemente lo hace con conciencia. La organización que hasta hace poco lideraba Jesús Pérez Lara, alias la Mano con ojos, tiene presencia —no sólo en Tláhuac— sino también en Iztapalapa, Milpa Alta, Chalco, Los Reyes la Paz y Ciudad Nezahualcóyotl.
Podría no ser un cartel, pero la jefatura de estas plazas la tuvo El Ojos hasta que la Marina lo eliminó del mapa. Es impreciso el jefe de Gobierno al decir que la mafia de Tláhuac no es un cártel, pero tiene razón al colocarla como una estructura criminal que juega en las ligas menores.
Un cartel es una organización criminal que tiene bajo su férula varias plazas. Por ejemplo, el viejo Cártel del Golfo fue un empresa que tuvo bajo su axila las plazas de Reynosa, Nuevo Laredo, Miguel Alemán, Victoria o Camargo. Bajo la misma definición, el Cártel de Juárez logró asociar a los jefes de plaza del valle de Juárez, Ciudad Juárez y Casas Grandes.
La definición de cartel tiene que ver con la magnitud. Cuando Mancera dice que el Cartel de Tláhuac no existe, quiere decir que no hay jefes de plaza que gobiernen toda la urbe.
En la Ciudad de México La Familia Michoacana nombra a los jefes de plaza en Iztapalapa. Lo mismo hace La Federación de Sinaloa en Tláhuac, Milpa Alta, Valle de Chalco y también, parte de Iztapalapa.
No hay un solo cartel en la CDMX, sino varios, que han aprendido a cohabitar.
Ser jefe de plaza significa estar arreglado con la autoridad y, a la ves, ofrecer protección para los negocios ilegales. Las cuotas que se cobran producen ingresos cuando se tiene un negocio relacionado con la apuesta, la prostitución, el consumo de bebidas alcohólicas, el secuestro, el robo de vehículos o el tráfico de migrantes.
Todos esos negocios, más la venta de estupefaciente, son boyantes en la CDMX y tienen mayor éxito que en el resto del país. Su éxito depende de la presencia de cárteles en la capital del país, que cobran derecho de piso a los jefes de plaza, mientras ellos exigen —a su vez— impuestos informales a quienes operan y se enriquecen fuera de la ley.
Nos engañamos los habitantes de la Ciudad. En la CDMX operan cárteles muy poderosos y también jefes de plaza que no están dispuestos a ceder poder frente a las autoridades.
ZOOM: en la CDMX existen carteles —es decir empresas que agrupan a un número extendido de jefes de plaza que, para operar, están arreglados con el gobierno porque, de otra manera, no podrían proteger los negocios delictivos que florecen dentro de su territorio.
Fuente.-
@ricardomraphael
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