Imagen.-El mañana de Reynosa/ |
¡Cuidado,
nos está espiando Peñita! Sí, sí, Peñita el de la banda presidencial, el mismo
que jura y perjura garantizar la libertad de expresión y prensa en su
administración.
Sí, Peñita, el de la "casa blanca", el que está casado con la Gaviota y está desesperado porque su popularidad se empequeñece hora tras hora.
Peñita es un espía muy especial, él no hace
espionaje a criminales, ni a terroristas, ni a los jefes de los cárteles, él
nada más manda a espiar a defensores de derechos humanos, a periodistas disidentes
y activistas anticorrupción.
¿Por qué a ellos? Porque les tiene pavor. Le aterroriza que continúen publicando investigaciones de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o de actos de corrupción en los que incurren sus subalternos más cercanos o bien, acerca de la "neta del planeta" de las elecciones pasadas tanto en el Estado de México como en Coahuila.
Por eso a Peñita no le importa invertir fortunas en dólares: "para espiar a 10 usuarios de iPhone, el fabricante cobra 650 mil dólares, además de la cuota de instalación de 500 mil dólares, según las propuestas de comercialización de NSO Group". Estos programas de espionaje son de una empresa de origen israelí, como publicó ayer el New York Times.
"El software conocido como Pegasus se infiltra en los teléfonos inteligentes y otros aparatos para monitorear cualquier detalle de la vida diaria de una persona por medio de su celular: llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, contactos y calendarios. Incluso puede utilizar el micrófono y la cámara de los teléfonos para realizar vigilancia; el teléfono de la persona vigilada se convierte en un micrófono oculto".
¿Peñita en el interior de nuestros teléfonos celulares? ¡Así es!
Basta con que alguien critique a su Gobierno haga "clic" al hipervínculo y descargue el software de manera inadvertida para que empiece a recibir avisos extraños, tal como le sucedió a Simón Barquera, funcionario del Instituto Nacional de Salud Pública de México, quien "empezó a recibir mensajes de texto amenazantes el verano pasado, al igual que activistas a favor de un impuesto a los refrescos", como publicó el texto titulado "Programas de espionaje fueron usados contra promotores de un impuesto a los refrescos en México", el New York Times el pasado 11 de febrero.
"Y es que el impuesto al refresco en México, el mercado que más Coca-Cola consume per cápita, presenta una singular amenaza. Después de que el impuesto fue establecido en 2014, Coca-Cola prometió invertir más de 8.2 mil millones de dólares en México hacia 2020. Y los gigantes refresqueros han cabildeado contra el gravamen por medio de varios grupos de la industria como ConMéxico, que representa tanto a Coca-Cola como a PepsiCo".
Una semana después de que se anunció la campaña para finalmente impulsar un aumento al impuesto, los teléfonos de Barquera empezaron a sonar con mensajes extrañísimos.
"Sr. Simón se acaba de accidentar (su hija), está muy grave, espero venga, le paso los datos donde está internada". O bien: "Simón amigo acaba de morir mi padre estamos devastados, te envío dato del velatorio, espero puedas venir".
Hemos de decir que el doctor Barquera es un experto en salud pública, ampliamente reconocido y ha trabajado muy de cerca en el ámbito de la epidemia de la obesidad y sobrepeso. ¿A quién diablos puede interesar espiar a un científico de alto nivel?
Como bien dijo John Scott-Railton, investigador senior de Citizen Lab: "Éste es uno de los casos de abuso más descarados que hemos visto. Muestra una descomposición total de la supervisión sobre el Gobierno en México, y un fracaso total de la diligencia necesaria por parte de NSO Group", cuyo lema es: "Hacer del mundo un lugar más seguro".
Claro, a Peñita no le importa la seguridad del mundo, sino la suya propia. Por eso espía a colegas periodistas como Carmen Aristegui, y a Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competividad, quien redactara e impulsara la legislación anticorrupción apodada Ley 3de3.
Sí, Peñita, el de la "casa blanca", el que está casado con la Gaviota y está desesperado porque su popularidad se empequeñece hora tras hora.
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¿Por qué a ellos? Porque les tiene pavor. Le aterroriza que continúen publicando investigaciones de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa o de actos de corrupción en los que incurren sus subalternos más cercanos o bien, acerca de la "neta del planeta" de las elecciones pasadas tanto en el Estado de México como en Coahuila.
Por eso a Peñita no le importa invertir fortunas en dólares: "para espiar a 10 usuarios de iPhone, el fabricante cobra 650 mil dólares, además de la cuota de instalación de 500 mil dólares, según las propuestas de comercialización de NSO Group". Estos programas de espionaje son de una empresa de origen israelí, como publicó ayer el New York Times.
"El software conocido como Pegasus se infiltra en los teléfonos inteligentes y otros aparatos para monitorear cualquier detalle de la vida diaria de una persona por medio de su celular: llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, contactos y calendarios. Incluso puede utilizar el micrófono y la cámara de los teléfonos para realizar vigilancia; el teléfono de la persona vigilada se convierte en un micrófono oculto".
¿Peñita en el interior de nuestros teléfonos celulares? ¡Así es!
Basta con que alguien critique a su Gobierno haga "clic" al hipervínculo y descargue el software de manera inadvertida para que empiece a recibir avisos extraños, tal como le sucedió a Simón Barquera, funcionario del Instituto Nacional de Salud Pública de México, quien "empezó a recibir mensajes de texto amenazantes el verano pasado, al igual que activistas a favor de un impuesto a los refrescos", como publicó el texto titulado "Programas de espionaje fueron usados contra promotores de un impuesto a los refrescos en México", el New York Times el pasado 11 de febrero.
"Y es que el impuesto al refresco en México, el mercado que más Coca-Cola consume per cápita, presenta una singular amenaza. Después de que el impuesto fue establecido en 2014, Coca-Cola prometió invertir más de 8.2 mil millones de dólares en México hacia 2020. Y los gigantes refresqueros han cabildeado contra el gravamen por medio de varios grupos de la industria como ConMéxico, que representa tanto a Coca-Cola como a PepsiCo".
Una semana después de que se anunció la campaña para finalmente impulsar un aumento al impuesto, los teléfonos de Barquera empezaron a sonar con mensajes extrañísimos.
"Sr. Simón se acaba de accidentar (su hija), está muy grave, espero venga, le paso los datos donde está internada". O bien: "Simón amigo acaba de morir mi padre estamos devastados, te envío dato del velatorio, espero puedas venir".
Hemos de decir que el doctor Barquera es un experto en salud pública, ampliamente reconocido y ha trabajado muy de cerca en el ámbito de la epidemia de la obesidad y sobrepeso. ¿A quién diablos puede interesar espiar a un científico de alto nivel?
Como bien dijo John Scott-Railton, investigador senior de Citizen Lab: "Éste es uno de los casos de abuso más descarados que hemos visto. Muestra una descomposición total de la supervisión sobre el Gobierno en México, y un fracaso total de la diligencia necesaria por parte de NSO Group", cuyo lema es: "Hacer del mundo un lugar más seguro".
Claro, a Peñita no le importa la seguridad del mundo, sino la suya propia. Por eso espía a colegas periodistas como Carmen Aristegui, y a Juan Pardinas, director general del Instituto Mexicano para la Competividad, quien redactara e impulsara la legislación anticorrupción apodada Ley 3de3.
"Somos los nuevos enemigos del Estado", declaró Pardinas, cuya esposa recibiera un mensaje "en el que le ofrecían pruebas de que su marido tenía un amorío".
Respecto a Carmen, dice el NYT: "Quizá ningún otro periodista en México ha dañado más la reputación del Presidente Peña Nieto que Carmen Aristegui. Y pocos han pagado tan caro por haberlo hecho".
Y eso que ella no tuvo necesidad de espiar a Peñita. Le bastó comprar la revista Hola!, para descubrir la "Casa Blanca".
Fuente.-gloaezatovar@yahoo.com/Imagenes/Internet
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