Arriba: Pablo Escobar sosteniendo a su hijo. Fotografía cortesía de la familia Escobar. |
"Mi padre me dijo: 'Sí, hijo. Traemos a Michael Jackson y cuando se quiera ir yo le cobro 60 millones de dólares para que se vaya'".
Llego al hotel de Barcelona en el que me han citado y allí está, sentado en un sofá tomando una Coca-Cola. Me estrecha la mano y me mira a los ojos. Las similitudes físicas son evidentes, no hay duda que estoy frente al hijo de Pablo Escobar, el patrón, el mito. No puedo evitar sentir un escalofrío. Me doy cuenta de que yo mismo estoy influenciado por el hype, la fascinación por el narco, el lujo y la música para contar billetes. Pero curiosamente, el trabajo de Juan Pablo Escobar es conseguir todo lo contrario. Desmitificar, enseñar cómo fue realmente su padre. Él fue de las personas que mejor lo conoció en vida y que más está investigando sobre él tras su muerte.
"Cada día puedo convertirme en mi padre y no lo hago", repite a menudo. Juan Pablo, cuya familia tuvo que entregar casi todos sus bienes a los cárteles rivales y marcharse a vivir a Argentina tras la muerte de su padre, se ha asignado como trabajo explicar bien su figura para que no se vuelva a repetir. Comenzó ya hace unos años, con el documental Pecados de mi padre, que recorrió festivales de medio mundo en 2010 y siguió con el libro Pablo Escobar, mi padre, y ahora con Pablo Escobar: lo que mi padre nunca me contó.
Para los que leímos con atención el primero de los libros, este nuevo volumen ha sido un acontecimiento. Más directo, más al grano que el primero, en esta segunda entrega de la historia de Escobar, su hijo recorrió Colombia hablando con las personas que más lo odiaron en vida y vivieron para contarlo.
"Si gustas", me dice Juan Pablo acercándome unos cacahuetes. Yo me como uno y le hago mi primera pregunta.
VICE: Esta es la segunda entrevista que te hago. Hablamos a finales del año pasado en relación a tu anterior libro, Pablo Escobar, mi padre. Ahora llegas con un nuevo volumen, Pablo Escobar, lo que mi padre nunca me contó. El boom del primer libro fue muy importante, ¿cómo ha sido la recepción de tus libros a nivel mundial y en Colombia?
Juan Pablo Escobar: Para mí hay un antes y un después de las narcoseries; la figura de mi padre ha resurgido gracias a estas producciones. El personaje de Pablo Escobar nunca ha pasado inadvertido obviamente, pero sí es cierto que ha tenido una nueva fama. Yo lo noto por ejemplo en la recepción de este nuevo libro; se me ha atendido de forma muy diferente con él que cuando vine a presentar mi documental Pecados de mi padre hace unos años, a hablar de paz y de reconciliación por varias ciudades de España.
¿Cuándo fue eso?
Fue en torno a 2009 o 2010. Presenté el documental en el festival DocsBarcelona. Vino muchísima gente, fue tremendo el despliegue mediático, pero no sé si tanto como ahora y desde luego con un desconocimiento de mi historia muy importante. Entonces nadie sabía nada y me pedían que se lo contara todo, y ahora muchos me preguntan creyendo que saben cuando en realidad no tienen ni idea.
Hablemos de tu relación con los medios de comunicación. Dices que llegó un momento en tu vida, tras la muerte de Pablo, en el que te diste cuenta de que los periodistas podíamos ayudarte a difundir una historia que tú tenías que contar para intentar que no se repitiera. Esto en una época en la que a los medios se les ataca mucho desde instancias tan altas como la presidencia de Estados Unidos.
Los medios me han ayudado mucho. La inmensa mayoría han sido precisos, solidarios con mi mensaje de bien y de paz. Aunque también es cierto que quienes difunden mensajes basados en la violencia a veces reciben más atención que los que hablamos de la paz. Solo puedo dar las gracias a los medios de comunicación de todos los países que he visitado durante estos años.
Voy a contarte una pequeña anécdota relacionada con esto. Hace un mes estaba presentando este mismo libro en Buenos Aires y un chico de unos 13 años me entregó un sobre cerrado. Dentro me contaba que desde los 8 años sabe quién es Pablo Escobar, porque su abuela se lo ha contado. Pidió permiso para ver las series y para profundizar más todavía, también leyó todos los libros que pudo encontrar sobre el tema, hasta que llegó a los míos y se dio cuenta de que lo que quería ser no era Pablo Escobar, sino periodista. Yo creo que esto resume cuál es mi misión y mi labor respecto a lo que hizo mi padre.
Has presentado el libro en más de diez países. ¿Lo harás en Estados Unidos?
Tendría que mandar un clon. En la próxima vida, quizá después de este libro pueda volver a pedir la visa. El requisito que me piden para dármela es uno que no estoy dispuesto a cumplir.
¿Cuál es?
Conozco a muchos narcos que sí tienen visado para entrar en Estados Unidos.
Hablemos un poco de este nuevo libro. El anterior ya era un retrato muy completo de la historia de tu padre. ¿Cuáles son los temas que tratas ahora?
Es la primera vez que los enemigos y víctimas de Pablo Escobar, aquellos que sobrevivieron, hablan de su peor enemigo. Como por ejemplo, el caso de Ramón Isaza, cuyo hijo fue asesinado por Pablo y que sufrió 13 atentados. Aaron Seal, el hijo de Barry Seal, que hizo las únicas fotos de mi padre que le incriminaban en el tráfico de drogas y que fue asesinado por eso mismo. Un testimonio muy importante es el de William Rodríguez Abadía, en el que reconoce abiertamente algo que su familia durante más de 20 años negó, que fue la autoría intelectual del atentado contra el Edificio Mónaco. También el acercamiento con el M19 como grupo al margen de la ley en su momento que tuvo o no ciertas vinculaciones que ellos insisten en negar y que yo veo de otra manera.
No se me ocurre una forma mejor de mostrarle al lector una radiografía más completa de Pablo Escobar. Ya no es el relato del hijo que ama a su padre, sino el de los que más le odiaron, de los que más dinero gastaron para matarlo, que el hijo decide ir a visitar para que le cuenten cómo era.
¿Cómo fue todo el proceso de juntarte con estas personas?
Pues llegué a Colombia sin una idea clara de lo que quería hacer. Había que ir primero a visitar a un montón de personas para ver si estaban dispuestas a hablar y después asegurarnos de que no me fueran a matar antes de decir hola. Por ejemplo, fui solo a la reunión con Ramón Isaza y él se presentó con cinco hombres. Encontrar a estas personas, mostrarles la intención que había en mi visita, lograr que creyeran en mí, que confiaran y que me permitieran utilizar su nombre para reconocer delitos que cometieron combatiendo a mi padre… No es sencillo. Todo esto lo hice al lado de mi editor, que además da fe de todo y fue testigo de estas reuniones. Fuimos a buscar a las personas que más odiaban a mi padre para darle una transparencia total al personaje. Tenemos el punto de vista de la CIA, la izquierda, la ultraderecha, la política y su hijo.
¿Qué nuevas revelaciones sobre tu padre salen a la luz?
Pues se trata de historias muy delicadas. Además del relato de reconciliación que ocurre entre víctimas y victimarios, se habla de hechos muy graves como la ruta del tren, la vinculación de la CIA con el narcotráfico y su utilización de determinados delincuentes que le son útiles para cierto propósito y que cuando el delincuente ya no les sirve pues lo mandan matar, lo persiguen, le ponen un precio a su cabeza y listo. Como fue el caso de mi padre.
Este libro nos muestra toda la corrupción que hay en esta historia. Pablo es 100% responsable de lo que hizo, con estas nuevas historias no he pretendido ni por un minuto decir que era menos culpable de lo que hizo, pero sí que me parecía importante mostrar que Pablo Escobar ejerció el poder que tuvo porque otros contribuyeron activamente a que lo llegara a tener. Y creo que eso hace tan responsable a mi padre como a aquellos que le dieron su poder.
Me parece especialmente duro cuando hablas de las últimas 72 horas de tu padre, afirmas que crees que él mismo se delató para que los dejaran en paz a ustedes. ¿Me puedes hablar un poco más sobre eso?
Para mí es la historia más dura de todas. Fue la que más me costó escribir. Reconocer a mi padre de esa manera me costó horrores, porque nunca lo vi así. Por eso hablé con las tres últimas personas que lo vieron vivo, que no eran cualquier persona, sino gente que ya lo había cuidado en otras ocasiones. Gente de total confianza que en el pasado no lo habían entregado aunque hubiera una recompensa de 20 millones de dólares por su cabeza. Por ello creo totalmente su testimonio. Es difícil para mí ver a un Pablo desesperado, abatido, entregado al dolor de hacer que lo maten para salvar a su familia.
¿Realmente crees que las llamadas que realizó y por lo que fue localizado por sus perseguidores, las hizo siendo consciente de que lo iban a matar?
Claro, cómo no. Si tú llevas toda la vida enseñándole a tu hijo que no puede tocar un determinado teléfono porque se muere y que durante una década le ha repetido a su hijo que no utilice ese aparato, y ese día lo utiliza siete veces seguidas, a pesar de que su hijo le cuelga y vuelve a llamar… Quien no me crea le presto las grabaciones.
En el libro también cuentas historias más divertidas. Me gusta especialmente la de cuando Michael Jackson casi tocó en la Hacienda Nápoles, ¿me la puedes contar?
Es una historia totalmente real a pesar de que hay gente que dice que no es cierta. A la Hacienda Nápoles iban muchos artistas pero nunca de la talla del Rey del Pop y yo estaba harto. Los grupos que venían eran buenos, pero no dejaban de ser artistas de talla regional. Y yo decía, si no había limitación de presupuesto, ¿qué necesidad había de tener siempre a los mismos? Así que se me ocurrió decirle que trajera a Michael Jackson. Y él rápidamente, delante de todo el mundo me dijo, "Sí, hijo. Lo traemos y cuando se quiera ir yo le cobro 60 millones de dólares para que se vaya". Lo que demuestra la facilidad de su mente criminal.
¿Hasta qué punto eso pudo ser una broma?
No fue una broma. Más en serio no podía ser. No era tan mal negocio.
Para terminar me gustaría hablar un poco sobre el proceso de paz de Colombia. La última vez que hablamos todavía no se sabía el resultado del referéndum. A día de hoy, marzo de 2017. ¿Cómo ves el futuro de la paz en tu país?
Después de que 50,000 colombianos dijeran "qué bueno seguir matándonos entre nosotros". Fue una noticia tremenda de digerir. Dan ganas de salir a buscar a quien se le ocurrió preguntar a un pueblo si era bueno seguir en la guerra o en la paz. ¿Por qué preguntar algo cuya respuesta ya conoces? Entiendo que se ha querido legitimar un proceso, pero es que la paz es un deber del funcionario público y una responsabilidad del ciudadano. Entonces háganla y anúncienla, no pidan permiso a nadie. Si yo hubiera tenido las riendas de ese proceso lo habría anunciado cuando estuviera hecho. Qué mejor le puede pasar a un país que vivir en paz. Lo más triste para mí es que lo que ganó ni siquiera fue el no, fue algo peor que eso, el no me importa, los colombianos que se quedaron en la cama y no votaron.
¿Cómo crees que acabará este proceso?
Yo creo que hay que apoyar decididamente este proceso y apoyar hasta que llegue la paz. No puede haber persona sensata que piense que el camino de la guerra puede ser mejor para Colombia. Al que diga eso, le anuncio que comienza a parecerse mucho a mi padre.
¿Te planteas participar activamente en este proceso de paz?
¿Te planteas participar activamente en este proceso de paz?
No, yo lo estoy haciendo a través del ejemplo y creo que mi libro contribuye a este proceso de reconciliación. Yo me pude encontrar con los enemigos de mi padre y ninguno me quiso matar ni me insultaron, pues hay que aprender de eso. Nosotros hicimos la paz con los carteles de la droga hace 25 años y no ha habido un solo tiro desde entonces y allí no había garantes ni prensa ni cámaras. No hay papeles, solo la palabra. Y no puede haber nada más importante que la palabra.
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