Carlos Monsiváis dijo un día que la doctrina del Partido Acción Nacional era la hipocresía; la verdad es que —por mucho tiempo y a causa de que he conocido decenas de militantes decentes en su partido— había sido reacio a aceptar sus palabras.
La última coyuntura, no obstante, parece dar vigencia a la caracterización del cronista. No hay voces panistas, ni de militantes ni adherentes o simpatizantes que se hagan cargo de su política respecto a las gasolinas y la industria petrolera. Parece que, ante la crisis, surge lo más elemental de su verdadero código de principios. Sólo por la extrañeza que eso me causa, y para desacreditar al discurso que seguirán repitiendo, escribo este texto, con una explicación tan breve como sencilla al respecto.
El PAN se comporta como un amigo desleal del PRI, como un cómplice chivatón y mentiroso. Los panistas han dicho y repetido que votaron en contra del aumento a la gasolina porque votaron en contra de la reforma fiscal de 2014, pues ésta fue la que estableció un impuesto a las gasolinas (IEPS). Es cierto que votaron contra ese impuesto, pero la molestia de la gente difícilmente puede explicarse a partir de él; lo paga desde 2014, esto es, hace tres años. La molestia viene de otra cosa.
El gasolinazo actual es parte de un proceso llamado “de liberalización de precios”, que tuvo los siguientes pasos:
1. La reforma energética que dispuso la liberalización de los precios para 2018. Esto fue en la Ley de Hidrocarburos de 2014, en su transitorio 14. El PAN la votó a favor.
2. En segundo lugar, el primer avance en la liberalización efectiva se dio en 2015, con la famosa banda móvil de precios, que negoció el PRI con el PAN, el cual impulsó, defendió en tribuna y aprobó la medida. Como puede verse en la siguiente imagen, sólo Morena votó en contra.
3. Finalmente, se votó junto a la Ley de Ingresos 2017, aprobada el año pasado, una reforma a la Ley de Hidrocarburos para permitir que, en lugar de 2018, los precios se liberaran este año. Obviamente, en esa reforma, los panistas fueron también promotores. Ellos ya sabían que entraría con el esquema actual de impuestos, así que ahora no pueden rasgarse las vestiduras de ninguna manera.
Pero quiero enfatizar la hipocresía del PAN, que llega a niveles inimaginables. Margarita Zavala, por ejemplo, incluso hizo un video condenando el alza mencionada, omitiendo que fue un alfil suyo, Jorge Luis Lavalle, quien promovió la liberación anticipada de los precios de las gasolinas en la Comisión de Energía del Senado, permitiendo que la gasolina diera el subidón que dio en enero y los que dará en febrero.
El senador Lavalle fue promotor en público y en privado de este mega gasolinazo. Es un campechano al que podemos presumir ligado a negocios petroleros si advertimos que su suplente es la madre de Juan Camilo Mouriño —María de los Ángeles Terrazo—, el calderonista que utilizó al poder para enriquecer a su familia en negocios con Pemex.
Si no fuera eso suficiente, ha de recordarse que en el sexenio de Felipe Calderón las gasolinas aumentaron 70 por ciento y que fue en ese sexenio también cuando comenzó la política de retiro del subsidio a las mismas.
Lo que está de fondo es todavía peor: los gobiernos, desde el de Vicente Fox hasta el de Enrique Peña, han desmantelado la industria petrolera nacional para privatizarla y hacer negocios. Según la Agencia Internacional de Energía, tan sólo en los últimos 13 años ha sido más grande la disminución de nuestra producción petrolera que la de Libia —que padeció una guerra— y si nos lo propusiéramos podríamos recuperar los anteriores niveles de producción ¡hasta 2040!
Hay que dimensionar lo que esto significa: una guerra destruye la infraestructura estratégica, con bombas y armas de alto poder, obviamente con toda la intención, no podría causarse tanto daño a menos de que se hiciera a propósito. Eso ha pasado en nuestro país, pero en este régimen que se dice pacífico. El PRI y el PAN han sido peores que bombas y armas de alto poder lanzadas contra la industria petrolera.
Poco podría esperarse de una cúpula que ha ordeñado a Pemex con contratos para sus familiares, como hicieron Calderón y Zavala en su momento.
Y menos se podría esperar la verdad de Ricardo Anaya, el dirigente que escondió cientos de miles de pesos en ingresos en su famosa 3 de 3 y la vida de lujos de su esposa e hijos en Atlanta, mientras presuntamente trabaja para el bien de los mexicanos. Vale, pero ¿dónde quedó el panismo decente?
•Fuente.-Gibran Ramirez Reyes
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