En medio
de la discusión de la Ley de Seguridad Interior, marinos son acusados de
ejecutar a dos civiles y desaparecer a tres más en el Puerto de Veracruz,
apenas en enero pasado.
El caso ya fue presentado por las organizaciones
Ideas y el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia ante el Comité
Contra la Desaparición Forzada de la ONU.
El organismo internacional ya emitió una petición de acción urgente al Estado mexicano, en la que pide realizar todas las medidas necesarias para localizar a las víctimas y dicta medidas cautelares para sus parientes.
El caso comenzó cuando la familia Ramírez Bravo y algunos amigos, originarios de Huajuapan de León, Oaxaca, decidieron pasar el año nuevo en la ciudad de Veracruz, a la que llegaron el 30 de diciembre.
En total fueron 20 personas, entre adultos y menores. Una parte viajó en dos camionetas, la otra los alcanzó en el puerto. Tenían la intención de regresar a Huajuapan el 5 de enero, pero se intensificaron las protestas por el gasolinazo.
Los hermanos Jaciel Ramírez Ramírez, Levi Ramírez Ramírez y Hugo Ramírez Bravo, junto con su primo Rafael Ramírez Bravo y Luis Ortega, un amigo de la familia, decidieron verificar si las carreteras estaban cerradas y ponerle gasolina a una de las camionetas, una Escalade, Cadillac, 2008.
Al cabo de un rato, el padre de Levi le marcó para saber cómo estaban. Contestó que se encontraban cerca. Jamás regresaron. Hora y media después de la llamada, una de las mujeres que se quedaron en el hotel se enteró de la tragedia.
En su celular vio la nota de un medio local. En la foto, uno de sus familiares tirado boca abajo, muerto; al fondo dos patrullas municipales con marinos, aparentemente sometiendo a otra persona, en una gasolinera, cuyas cámaras de vigilancia fueron borradas.
Estaba claro que Hugo, de 35 años, era el
muerto. El cuerpo sin vida de Luis, de 26 años, apareció unas cuadras más
lejos, frente al jardín de una casa. A Jaciel, quien en el 3 de febrero cumplió
18 años; a Levi y a Rafael, de 28 años, no se les ha vuelto a ver, aunque sus
familiares acusan que los tiene la Marina.
Ángela Ramírez -madre de Levi, Jaciel y Hugo-, y su hermano Miguel -padre de Rafael- acudieron al lugar de los hechos. No encontraron nada.
"Cuando llegamos ya estaba el de la funeraria. Me quise bajar y me dice: 'los cuerpos ya se los llevaron, no se baje, aquí está caliente la cosa'", recuerda Ángela, quien después identificó los cuerpos.
"Él (el de la funeraria) me llevó a la Fiscalía por las actas de defunción".
En la Fiscalía de Veracruz presentaron denuncias por homicidio y por la desaparición, a pesar de que el Ministerio Público se negó en un inicio.
Después de sepultar a Hugo en Huajuapan, Ángela regresó a Veracruz para buscar a sus otros hijos y a su sobrino. Acudió junto con su abogado a "El Penalito", donde asegura que un marino les confirmó que los jóvenes estaban ahí recluidos.
"Cuando entramos le dijimos: 'traemos un oficio' y le enseñamos las fotos. Le digo: '¿no los ha visto?'. 'Sí', dijo, 'pero es que no puedo hablar por las cámaras'. Luego él (el abogado) le dijo que traían una camioneta Escalade, y el marino dijo: '¿blanca?'. 'Sí', le dijimos", narra Ángela.
La mujer explica que el marino, con uniforme de camuflaje en tonos claros, siempre les habló con la mirada clavada en el escritorio, de modo que no pudo ver ni su nombre. Instantes después salieron sus superiores y lo metieron.
En el expediente del caso se registra que el mando de la marina da nombres distintos en diferentes momentos del marino que los recibió en "El Penalito".
La camioneta apareció en un corralón también a cargo de la Marina, a pesar de que días antes buscaron ahí mismo y lo habían negado. El vehículo fue sometido a peritajes, pero no tiene ninguna huella.
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El organismo internacional ya emitió una petición de acción urgente al Estado mexicano, en la que pide realizar todas las medidas necesarias para localizar a las víctimas y dicta medidas cautelares para sus parientes.
El caso comenzó cuando la familia Ramírez Bravo y algunos amigos, originarios de Huajuapan de León, Oaxaca, decidieron pasar el año nuevo en la ciudad de Veracruz, a la que llegaron el 30 de diciembre.
En total fueron 20 personas, entre adultos y menores. Una parte viajó en dos camionetas, la otra los alcanzó en el puerto. Tenían la intención de regresar a Huajuapan el 5 de enero, pero se intensificaron las protestas por el gasolinazo.
Los hermanos Jaciel Ramírez Ramírez, Levi Ramírez Ramírez y Hugo Ramírez Bravo, junto con su primo Rafael Ramírez Bravo y Luis Ortega, un amigo de la familia, decidieron verificar si las carreteras estaban cerradas y ponerle gasolina a una de las camionetas, una Escalade, Cadillac, 2008.
Al cabo de un rato, el padre de Levi le marcó para saber cómo estaban. Contestó que se encontraban cerca. Jamás regresaron. Hora y media después de la llamada, una de las mujeres que se quedaron en el hotel se enteró de la tragedia.
En su celular vio la nota de un medio local. En la foto, uno de sus familiares tirado boca abajo, muerto; al fondo dos patrullas municipales con marinos, aparentemente sometiendo a otra persona, en una gasolinera, cuyas cámaras de vigilancia fueron borradas.
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Ángela Ramírez -madre de Levi, Jaciel y Hugo-, y su hermano Miguel -padre de Rafael- acudieron al lugar de los hechos. No encontraron nada.
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"Él (el de la funeraria) me llevó a la Fiscalía por las actas de defunción".
En la Fiscalía de Veracruz presentaron denuncias por homicidio y por la desaparición, a pesar de que el Ministerio Público se negó en un inicio.
Después de sepultar a Hugo en Huajuapan, Ángela regresó a Veracruz para buscar a sus otros hijos y a su sobrino. Acudió junto con su abogado a "El Penalito", donde asegura que un marino les confirmó que los jóvenes estaban ahí recluidos.
"Cuando entramos le dijimos: 'traemos un oficio' y le enseñamos las fotos. Le digo: '¿no los ha visto?'. 'Sí', dijo, 'pero es que no puedo hablar por las cámaras'. Luego él (el abogado) le dijo que traían una camioneta Escalade, y el marino dijo: '¿blanca?'. 'Sí', le dijimos", narra Ángela.
La mujer explica que el marino, con uniforme de camuflaje en tonos claros, siempre les habló con la mirada clavada en el escritorio, de modo que no pudo ver ni su nombre. Instantes después salieron sus superiores y lo metieron.
En el expediente del caso se registra que el mando de la marina da nombres distintos en diferentes momentos del marino que los recibió en "El Penalito".
La camioneta apareció en un corralón también a cargo de la Marina, a pesar de que días antes buscaron ahí mismo y lo habían negado. El vehículo fue sometido a peritajes, pero no tiene ninguna huella.
Fuente.-
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