El viaje a Uruguay que efectuó en enero Eric Trump, hijo de Donald Trump, cuando su padre aún no había jurado en el cargo, le costó a los contribuyentes casi 100,000 dólares en habitaciones de hotel para el Servicio Secreto y equipo de la embajada, informó The Washington Post.
Ello a pesar de que el objetivo deo viaje fue hacerle promoción a la empresa familiar,
“El viaje uruguayo muestra cómo el gobierno está inevitablemente mezclado con la compañía Trump, como resultado de la negativa del presidente sobre deshacerse de su participación de propietario”, afirmó el diario.
“En este caso, las agencias gubernamentales están obligadas a pagar para apoyar operaciones de negocios que finalmente ayudaron a enriquecer al propio presidente“, agregó.
Un vocero de Eric Trump declino comentar la historia o contestar las preguntas de los periodistas sobre el viaje. La Casa Blanca tampoco quiso comentar el tema.
La cuenta de las habitaciones de hotel para los agentes del Servicio Secreto que escoltaron al hijo del presidente durante el viaje sumó 88,320 dólares, mientras que la embajada de EU en Montevideo pagó 9,510 dólares adicionales para que su equipo se hospedara en el mismo hotel y “apoyara” a la seguridad presidencial.
El dinero para las habitaciones se pagó a través del Departamento de Estado.
Desde 1917, el Congreso de EU aprobó que los oficiales del Servicio Secreto extendieran su protección a familiares inmediatos del presidente y otros individuos clave, como la familia cercana del vicepresidente.
Tanto George W. Bush como Bill Clinton, obtuvieron además un periodo adicional de custodia de los agentes de este departamento para proteger a sus hijas adultas una vez que hubiera concluido su presidencia.
Eric Trump viajó a Uruguay en relación con Punta del Este, un proyecto residencial de lujo aún en construcción, al que la Organización Trump le vendió el uso de su marca y que le ha pagado a la empresa del presidente entre 100,000 y un millón de dólares.
En una entrevista con el diario La Nación, el hijo del presidente dijo que la separación entre la administración de su padre y la empresa que lleva su apellido sería como “la del Estado e Iglesia“. Pero expertos en ética afirman que no es suficiente que el mandatario haya encomendado a su hijo la dirección de la empresa para eliminar los conflictos de interés.
La implicación es “si haces un buen trato con nosotros, estarás bien con los Estados Unidos. Y la presencia del Servicio Secreto sólo exacerba esto”, dijo Richard Painter, ex abogado de ética de la Casa Blanca.
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