Pese a los robos, asaltos y
secuestros exprés en la Autopista Monterrey-Reynosa, las autoridades abandonan
a su suerte a los usuarios de esa vía de cuota.
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Durante un recorrido, EL NORTE
constató ayer que es casi nula la vigilancia estatal y federal a lo largo de
esta carretera.
Aunque en las casetas de cobro
localizadas en Guadalupe y Cadereyta los despachadores aseguran no saber nada
sobre reportes de asaltos o secuestros, la situación cambia en el restaurante
Los Ahijados, en el municipio de China.
"Aquí está muy tranquilo, pero
cuídese de 'El 30' hacia allá (en Tamaulipas)", respondió un mesero.
"El 30" es un paradero
que se localiza justo en la frontera de Nuevo León y Tamaulipas, que marca el
final de la autopista y la carretera libre al ingresar a Reynosa.
La inseguridad en torno a la
frontera de Tamaulipas fue evidenciada ayer y el viernes, cuando EL NORTE
publicó que, pese a la promesa que hizo el Secretario de Gobernación hace tres
años, de frenar al crimen, los delincuentes han mantenido y hasta incrementado
su control en la región y las aduanas.
Esta situación de inseguridad se
refleja, entre otros, en el acoso que sufren los regiomontanos que viajan por
esta vía a la frontera, donde se ha vuelto común que sean interceptados por
comandos que los despojan de su dinero y vehículos, y hasta los privan de su
libertad.
En la mayor parte de los más de
180 kilómetros recorridos ayer destacó que no se vieron puntos de revisión ni
convoys de ninguna autoridad.
Por ejemplo, en los kilómetros
29, en Cadereyta, y 131, en General Bravo, se localizan dos puntos fijos de
Fuerza Civil, pero ahí no hubo personal a la vista.
De Monterrey a Reynosa sólo hubo
dos retenes: uno de la Sedena en el kilómetro 171 y otro de la Policía Federal
en el kilómetro 185, donde hay revisiones aleatorias a conductores.
"Aquí no han reportado nada
de problemas, sólo llantas ponchadas y descomposturas de carros, pero sólo
eso", aseguró un militar sobre los reportes.
Pese a que el recorrido de ayer
se realizó entre las 9:00 y 16:00 horas, lapso en el que hay un mayor flujo de
vehículos, no se apreciaron patrullas de Fuerza Civil o Fuerza Rural.
Lo común fue ver a los pocos
conductores viajar en caravanas y a altas velocidades.
"Casi todos se van en bolita
desde aquí (en el municipio de China) hasta Reynosa", dijo un comensal.
En la carretera, la mayoría de
los transportistas, autobuses de pasajeros y conductores viajaban en pequeños
grupos y a más de 140 kilómetros por hora por General Bravo.
Durante el viaje se apreció que
los retornos ubicados en los kilómetros 63, 90, 110 y 144, donde habitualmente
se estacionaban patrullas de la Policía Federal, ahora estaban vacíos.
Sólo después del mediodía se
observó a una patrulla de la Policía Federal y una camioneta de la Marina entre
Reynosa y General Bravo.
La Policía Federal puso un retén
cerca del kilómetro 168, ya en terrenos de Nuevo León, alrededor de las 12:40
horas, en el sentido Reynosa-Monterrey.
Cerca de las 13:30 horas, tres
unidades de la Marina se apostaron unos 30 minutos en la caseta de Bravo, pero
no armaron un retén.
Vive drama otra familia
Un matrimonio de Cadereyta que
regresaba de McAllen con su hija vivió en carne propia el terror que impone el
crimen en la frontera de Tamaulipas.
Luego de que EL NORTE publicó los
casos de varias familias regias que fueron víctimas de la delincuencia cuando
iban o regresaban de McAllen la semana pasada, ayer se reveló que esta pareja y
su hija también fueron asaltados y hasta privados de su libertad en la
Autopista a Reynosa.
Los hechos, señaló un informante,
fueron alrededor de las 17:00 horas del domingo 29 de enero en el kilómetro 20
de la vía de cuota, en territorio de Reynosa, luego de que la familia cruzó el
Puente Anzaldúas a su regreso de Estados Unidos.
Cuando circulaban en una SUV de
la marca Ford, se detalló, fueron interceptados y amenazados por delincuentes
con pistolas desde otra camioneta.
Ahí bajaron a la fuerza al esposo
y lo subieron al vehículo de los criminales, mientras que uno de los pistoleros
ocupó su lugar en la camioneta familiar.
Los delincuentes
"pasearon" a la familia y la intimidaron, asegurándole que eran de un
cártel del crimen organizado que opera en Reynosa.
A las mujeres les dijeron que lo
que les interesaba era su camioneta y no les harían daño, y más tarde todos
fueron llevados a la Central de Autobuses de Rey- nosa, donde los delincuentes
les dieron dinero para que compraran boletos y regresaran a casa.
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