domingo, 7 de agosto de 2016

LA "CONVENCION del NARCO"..."CIENTOS de AÑOS CARCEL JUNTOS" en un "RANCHITO de MICHOACAN"....


El corresponsal de Excélsior, Miguel García Tinoco, publicó ayer un reportaje en el que el exlíder de la autodefensa de Michoacán, Hipólito Mora, había alertado a las autoridades sobre la posible existencia de narcoalcaldes haciendo negocios con los capos del crimen. 

En la misma nota se delata, que los informes de inteligencia del gobierno federal, confirmaron una reunión de los capos de los diversos cárteles del crimen organizado que operan en México, en 2008. El magno evento tuvo lugar en el rancho Santa Fe.
¿Y saben quién es el dueño del ranchito?
Nada menos que el alcalde de Álvaro Obregón, Juan Carlos Arreygue Núñez, detenido hace un par de días por ser el autor intelectual del asesinato de diez personas en Michoacán. Por pura coincidencia, el edil es consuegro de Enrique Kike Plancarte, quien fuera líder del cártel de los “Caballeros Templarios”.

NOTA RELACIONADA:

(Y no dije “presunto culpable”, porque es uno de los lugares comunes favoritos de las notas periodísticas y, aunque pueda tener fundamento legal, me cae gordo).
En la convención de narcos estuvieron presentes los grandes jefes de los cárteles de Tijuana, del Pacífico, de Juárez y por supuesto, de La Familia Michoacana, representados por Enedina Arellano Félix (la primera narca), Ignacio Coronel (muerto), Vicente Carrillo (preso), Eduardo Costilla (preso), y como anfitriones: Jesús Méndez (preso) y Nazario Moreno (Muerto).
Y me quedé pensando en cómo sería una convención de los líderes de las mafias mexicanas. Cuántos meses habría trabajado el comité organizador para el evento central de la corporación.
Tendría que ser un evento bien organizado, al estilo de los que celebra Coparmex, Canacintra, el IMEF, o la Comisión Nacional Bancaria y de valores.
Qué la imaginación vuele.
El comité de recepción daría la bienvenida a los asistentes de todos los estados de la República. Les entregaría sus portafolios con las ponencias y su gafete de identificación (no lo fueran a agarrar a balazos por confundirlo con otro capo).  
Imaginemos después al maestro de ceremonias, presentado a los integrantes del presídium y solicitando al director nacional de ventas que rindiera su informe:
“El año ha sido un éxito rotundo, las ventas globales tuvieron un incremento superior al setecientos por ciento y se rebasaron los pronósticos más optimistas. Estoy convencido, de que tenemos un futuro excelente, y que podemos crecer nuestras ventas en el mundo a niveles extraordinarios. Este año creamos nuevos nichos de mercado inexplorados en el pasado: niños, adolescentes, amas de casa”.  
 Tocaría después el turno al director de producción:
“A pesar de ciertas dificultades, hemos incrementado la producción en más de unmil por ciento en el año. Implementamos procesos de calidad total y de reingeniería con excelentes resultados; aumentamos la productividad de las plantas en un doscientos por ciento, y cubrimos sobradamente los requerimientos de ventas”.
Al terminar entre aplausos y vítores cedería el podio al director de administración y Finanzas:
           
“Tengo el gusto de informar que, a pesar de las turbulencias de la macroeconomía, las utilidades de la empresa se incrementaron al triple de lo esperado. Las inversiones de capital en los mercados financieros en los países del tercer mundo han rendido intereses extraordinarios. Nuestra industria —modesta en sus comienzos— se ha convertido en una de las cinco más grandes del mundo. Los dividendos que hoy entregamos a los accionistas superan en promedio los de cualquier otro tipo de negocio.
La ovación llegó a niveles apoteóticos. Los resultados eran inigualables, y el futuro se veía muy prometedor. El presidente del consejo felicitó a todos los participantes, anunció bonos extraordinarios, y se congratuló asimismo por dirigir un negocio tan próspero en medio de la crisis mundial.
Fuente.-


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