Con el retiro en mayo pasado del último de los generales de
división que disputó la titularidad de la Defensa Nacional en la sucesión del
2012, concluyó una época quizá la más escandalosa en los últimos años en la
cúpula del ejército mexicano.
Para el siguiente par de años los nuevos
“aspirantes” para la secretaría de la Defensa, asomaran ya en el mapa nacional
de las fuerzas armadas. De momento la lista es reducida, podría crecer o
mantenerse igual, dependiendo cómo evolucionen los problemas en la seguridad
interior del país y la geopolítica que marca la agenda de seguridad y defensa
en América del Norte.
Fue uno de los militares de alto rango que
protagonizó en 2012 una fuerte disputa por la sucesión en la secretaría de la
Defensa Nacional. El pasado 1 de mayo el general de división Augusto Moisés
García Ochoa, dejo la comandancia de la II región militar con cuartel en
Mexicali y jurisdicción en Sonora y la península de Baja California, luego de
que en los primeros días de abril cumpliera 65 años, edad reglamentaria para
pasar al retiro a militares de su rango. Su sustituto fue el general de
división, ascendido en noviembre pasado, Adolfo Domínguez Martínez, quien había
estado al frente de la décima zona militar en Durango hasta hace pocos meses.
García Ochoa era
uno de los militares de referencia cuando se trataba de resumir lo que fueron
12 años de gobiernos panistas en la presidencia de la república. Fue secretario
particular del titular de la Defensa durante el sexenio foxista, y con Felipe
Calderón ocupó la dirección general de Administración de la Sedena. En el
último tramo del zedillismo a finales de los años 90, fue jefe del Centro de
Inteligencia Antinarcóticos (CIAN) del ejército. Con su retiro ya no queda
nadie en servicio activo de aquel grupo de generales de división que en 2012,
protagonizaron la sucesión en la secretaría de la Defensa más politizada que
haya sucedido hoy día.
Fueron los meses
de acusaciones de corrupción contra García Ochoa, el encarcelamiento del
divisionario Tomás Ángeles Dauahare, ex subsecretario, el señalamiento contra
su colega Carlos Demetrio Gaytán Ochoa de estar detrás de un grupo militar que
se oponía a ambos, y la entronización del chisme y rumor como mecanismo clásico
para desprestigiar al adversario. Aquella disputa pasó de largo para el que
resultó ungido por Enrique Peña Nieto, el general Salvador Cienfuegos Zepeda,
para quien ya comenzó la curva descendente del sexenio y en los próximos dos
años aparecerán a su lado los posibles aspirantes a sucederlo en 2018.
La posibilidad de
que en 2018 sea un civil el que ocupe por primera vez la secretaría de la
Defensa Nacional, forma para de una propuesta de reforma constitucional por la
que también desaparecería la secretaría de Marina. Esta iniciativa “duerme” en
la Cámara de Senadores desde finales del 2012, cuando la senadora Layda
Sansores la presentó como parte de una reforma que buscaría acotar el poder de
las fuerzas armadas y subordinar por completo al mando militar al poder civil.
Al desaparecer la
secretaría de Marina, la fuerza que administra llamada Armada de México,
pasaría a formar parte de la secretaría de la Defensa Nacional donde se
conformaría un Estado Mayor Conjunto, compuesto por el comandante en jefe del
ejército, el comandante general de la Armada y el comandante en jefe de la
Fuerza Aérea.
Esta propuesta
contempla al secretario de la Defensa Nacional como un vínculo entre el poder
militar y el poder político, entre las fuerzas armadas y la administración
pública. Parte del papel que tendría el hecho de que un civil asumiera esta
responsabilidad, es que permitiría analizar en perspectiva y a fondo las
necesidades militares, de seguridad y defensa del país, según la iniciativa.
También buscaría regular “el equilibrio” entre la política y la fuerza, acotar
los “excesos” militares y restringir la “imprudencia política”. Las lecciones de
la sucesión del 2012 en la secretaría de la Defensa, fueron diversas pero hubo
una que quedó como consenso: las exhibiciones públicas causaron un severo daño
en la imagen de la institución.
Los que vienen
El general de
división Domínguez Martínez, sustituto de García Ochoa en Mexicali, nació en
Puebla en 1953, para el año 2018 cumplirá en agosto 65 años, lo que lo pone con
un pie en el retiro en los meses en que se prepare el relevo en la Defensa. El
mismo caso es el del también divisionario Juan Manuel Castillo Segura, nacido
en el mismo año pero en Yurécuaro, Michoacán. Como subjefe administrativo y
logístico del Estado Mayor de la Defensa, fue ascendido a divisionario en 2015.
También estaría en el umbral del retiro en el año de la sucesión.
Uribe Toledo
Sibaja, nacido en marzo de 1954 en Juchitán, Oaxaca, es el militar que le tocó
administrar el conflicto de seguridad por los grupos de autodefensa y el narco
desde Morelia, Michoacán como comandante de zona. Ascendió hace un par de años
al rango de divisionario, para el 2018 tendrá 64, es un año más joven que sus
colegas anteriores.
El actual
comandante de la cuarta región militar con sede en Monterrey y jurisdicción en
Nuevo León y Tamaulipas, el divisionario Miguel ángel Patino Canchola, quien se
volvió célebre tras su enconada disputa con el doctor José Manuel Mireles,
líder de autodefensas en la Tierra Caliente de Michoacán, cuando era comandante
de zona militar en Apatzingán, nació en el DF en mayo de 1954, es de la misma
edad que el general Toledo, y de otro de sus colegas recién ascendido al grado
de general de división, Lucino Carlos Piedra Lezama, oriundo de Puebla, quien
estuvo en Reynosa de comandante de donde lo mandaron a Guadalajara como
comandante de la 15 zona.
El general de
división más joven de momento en el ejército es Alejandro Saavedra Hernández,
nacido en marzo de 1958 y quien cumplirá 60 en el año del relevo en la Defensa
Nacional. Es el militar que carga la mancha de lo ocurrido con los 43
estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, cuando era comandante de la 35 zona
militar de Chilpancingo. Quien resulte electo como presidente de la república
en 2018, tiene en el general Saavedra un candidato demasiado cuestionable y una
segura bomba política por su polémico paso por Guerrero.
En enero pasado el
periódico El Sur de Acapulco publicó una nota
informativa que aseguraba que Saavedra había sido relevado al frente de la
comandancia de la novena región militar, la cual ocupa desde que dejó la 35
zona de Chilpancingo el año pasado. El texto refería que su sustituto era el
general de brigada Gabriel García Rincón, comandante de la segunda zona en
Tijuana, Baja California. El supuesto cambio nunca se confirmó, la página de la
Sedena actualizada al mes de julio de 2016, mantiene al divisionario como
comandante del cuartel de Cumbres de Llano Largo, y en Internet su presencia en
eventos con el gobernador guerrerense tienen fecha de meses recientes.
Alfonso Duarte
Mújica, quien llegó a divisionario como “pago” de Felipe Calderón por haber
participado en el “montaje” para capturar a Jorge Hank Rohn cuando era
comandante de zona en Tijuana, es visto como un militar “político”, con poca
experiencia en el mando de tropas y propenso a perder la calma. Colegas suyos
lo consideran “pusilánime” y poco reflexivo. Sus escándalos en Baja California
quedaron consignados por la prensa local, como aquella ocasión en que le llamó
la atención en público al secretario general de gobierno de la administración
del panista José Guadalupe Osuna Millán.
Otro que también
ha tenido problemas por sus formas es el actual comandante de la octava región
militar con sede en Ixcotel, Oaxaca, el general de división Juan Ernesto
Antonio Bernal Reyes, nacido en Valle de Bravo en abril de 1955 y quien
cumplirá 63 años en 2018. Su poca experiencia en el mando de tropas y las
acusaciones de corrupción “destapadas” tras el suicidio de un coronel ingeniero
militar, a cargo de unas obras para la Judicatura, sucedido hace pocos meses en
la ciudad de México, lo pusieron en el punto de mira por haber sido señalado
como uno de los que presionó para que el hoy difunto presuntamente desviara
dinero para repartir entre sus superiores.
Del mismo año de
1955 y con mayores posibilidades de competir por la secretaría de la Defensa
está el general de división Juan Manuel Rico Gámez, ascendido en 2015, actual
comandante de la sexta región militar en Veracruz. Es bien visto por el actual
secretario y su experiencia en el ejercicio de mando en dos de los estados más
conflictivos, como Guerrero y Veracruz, le han dado suficientes credenciales
entre sus contemporáneos. Aunque la desaparición de civiles presuntamente a
manos de militares, que reconoció en 2012 cuando estaba a cargo de la 35 zona
en Chilpancingo que ocurrió en 2010, es un lastre que podría revertírsele.
Otro que cumplirá
63 años en 2018, nació en 1955 en Coatepec, Puebla, es el general de división
Dagoberto Espinosa Rodríguez, ascendido el año pasado, quien tuvo un papel poco
relevante en Tamaulipas tras ocupar hace unos meses el mando de la octava zona
en Reynosa, una de las ciudades en manos de grupos armados identificados como
miembros del Cartel del Golfo.
Para los mandos
militares consultados, el general de división que aparece como el más firme
aspirante hasta este año es Pedro Felipe Gurrola Ramírez, ex secretario
particular adjunto de Enrique Cervantes Aguirre, titular de la Defensa Nacional
en el sexenio de Ernesto Zedillo. Nacido en marzo 1956, tendrá 62 para 2018, y
su experiencia de mando al frente de la Fuerza de Tarea Sierra Madre, que tuvo
su cuartel en Badiraguato, no lo dejó bien parado tras la muerte en noviembre
del 2012 de la ex miss Mujer Sinaloa de aquel año María Susana Flores Gamez,
quien resultó muerta en un tiroteo entre pistoleros al mando de su pareja
sentimental, Orso Iván Gastelum, el “Cholo Iván”, quien fue detenido junto al
Chapo Guzmán en enero pasado en Los Mochis.
Tras su llegada a
Michoacán como responsable de la estrategia de seguridad federal, y como
comandante de la doceava región militar con cuartel en Irapuato, y jurisdicción
en éste estado así como en Guanajuato y Querétaro, el general Gurrola Ramírez
tiene el visto bueno también estadounidense, donde fue agregado militar hace
varios años en la Embajada en Washington.
Son los
divisionarios con mayores posibilidades, otros como Gerardo Rubén Serrano
Herrera al frente de la primera región militar en el DF, Eduardo Emilio Zárate
Landero al mando de la quinta en Guadalajara, Germán Javier Jiménez Mendoza
comandante de la séptima región militar con sede en Tuxtla Gutiérrez y quienes
ocupan puestos de la plana mayor del ejército como el subsecretario Noé
Sandoval Alcázar, o el jefe de Estado Mayor de la Defensa, Roble Arturo
Granados Gallardo, sus posibilidades se limitan por la edad, aunque por
tratarse de una decisión política cualquier cosa podría suceder.
Para este 2016
tres de los generales de brigada con amplias posibilidades de sumar una tercera
estrella al escudo nacional que identifica a los generales de división, son
Gustavo Nieto Navarro, quien actualmente aparece como comandante de la décima
región militar con sede en Mérida y jurisdicción en los estados de Yucatán,
Campeche y Quintana Roo, un puesto reservado para divisionarios lo que fue
interpretado por sus colegas como un aviso de que su promoción llegara este
año. Otro es el actual comandante de la octava zona en Reynosa, el general de
brigada Luis Crescencio Sandoval González, ex subjefe del Estado Mayor de la
Defensa, con un amplio currículum lo mismo en puestos administrativos que
operativos y comisiones en el extranjero. Su colega Genaro Robles Casillas, es
subjefe operativo de la Defensa el sexenio pasado, aparece también entre
militares de alto rango consultados como uno de los que podría ascender a
divisionario este año con lo que el abanico de opciones para el 2018 se
ampliará.
Fuente.-
Juan Veledíaz
@velediaz424
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