El
narco o la mafia tienen su lado trendy o fashion como cualquier grupo de poder.
Y ese mundo de modas, tendencias, chismes, preferencias, bodas, infidelidades y
compra de autos y residencias ha atraído a mucha gente, incluidos escritores y
periodistas quienes, en su intención de retratar esta atmósfera, quedan
fascinados reproduciendo un modo de vida que ha sido alimentado por la
corrupción, las adicciones, la violencia y la muerte.
El
sociólogo alemán Hans Magnus Enzesberger en su ensayo “La balada de Al Capone”
hace un análisis interesante de cómo el jefe de la mafia en Chicago se
convirtió en un símbolo con su forma de vestir y vivir, la cual fue repetida
por generaciones que vieron en el migrante italiano un modelo a seguir en el
mundo del narco.
Dicho
estilo de vida ha sido reproducido por el cine, la televisión y la literatura
generando una idea o un icono del gangster americano que persiste hasta
nuestros días, como es la lujosa residencia en una isla exclusiva de Miami
Beach en la que vivió sus últimos días el famoso personaje y que apenas fue
vendida por ocho millones 45 mil dólares.
Por
un tiempo, el estilo de vida de los capos colombianos, con sus mansiones con
zoológicos privados, sus mujeres, sus gustos, su música y su lenguaje se puso
de moda. Pablo Escobar se convirtió en un prototipo del crimen organizado y los
carteles de ese país impusieron una forma de vida que varios escritores de
Colombia retomaron para hacer sus novelas que luego convirtieron en series de
televisión (“Sin Tetas no hay Paraíso”, “El Cartel de los Sapos”, etc.) y los
hizo famosos a nivel internacional.
Desde
hace tiempo en México ocurre un fenómeno similar. Lo que podríamos llamar
“cultura narca” (música, ropa, autos, lenguaje, casas, calzado, santos, lentes,
poses, etc.,) se ha puesto de moda y en las redes sociales se reproducen hasta
convertirse en trending topic.
La
entrevista de El Chapo Guzmán con el
actor Sean Penn fue vista por millones y la camisa del jefe del cártel de
Sinaloa que viste mientras saluda al actor se puso de inmediato de moda.
Incluso, se retomó su forma de hablar con la frase: “el señor chaun pen como se
dice en Badiraguato”, el pueblo de Joaquín Guzmán.
La
llamada literatura narca también se ha puesto de moda entre los escritores y
periodistas mexicanos, algunos de los cuales incluso han querido adoptar la
forma de hablar de Sinaloa al decir “morra” en lugar de mujer, “bato” en lugar
de hombre, “levantón” en lugar de secuestro, “tirar piso” en lugar de asesinar
y “troca” en vez de camioneta.
En esa metamorfosis también han optado por escuchar música de banda norteña con el último corrido dedicado aEl Chapo Guzmán en sus fiestas.
En esa metamorfosis también han optado por escuchar música de banda norteña con el último corrido dedicado aEl Chapo Guzmán en sus fiestas.
“El
Señor de los Cielos”, como se le llamaba al jefe del cártel del Golfo, Amado
Carrillo Fuentes, es la serie de moda en televisión por internet y los guapos
actores y actrices mexicanos y colombianos son tomados como si fueran los
verdaderos capos, cuyos nombres son sustituidos por otros parecidos.
Así,
la entrevista con Emma Coronel, la guapa y joven esposa de El
Chapo Guzmán, que dio a la cadena estadunidense
Telemundo, contando las cuitas del jefe del Cártel de Sinaloa en prisión y las
propias en su casa en Culiacán, ha sido la información más importante para
algunos medios.
Las
aventuras amorosas de Guzmán Loera se convirtieron en la información más
buscada en las redes sociales, haciendo de esta parte de la vida de uno de los
jefes del crimen organizado mexicano más violento la más importante, el chisme
más actual.
En
este surrealismo mexicano en el que lo más inverosímil sucede, el mundo rosa
del narco mexicano es lo que se está poniendo de moda. El Chapo Guzmán es lo
fashion, lo trendy, y así se difunde en las pasarelas de moda, en los medios y
en las redes sociales. Así, se deja lado el lado oscuro de la corrupción y los
negocios que tienen con los políticos, empresarios, banqueros e inversionistas
del sistema financiero internacional que siguen nutriendo su vida de lujos con
la plusvalía que genera la industria criminal.
Fuente.-
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