La Fundación Alfredo Harp Helú le ofreció al Instituto del Deporte del Distrito Federal la donación de decenas de gimnasios al aire libre; pero el ente acabó pagando 6.7 millones de pesos a una de las empresas del propio magnate. Además, la caridad le permitió deducir millonarios impuestos en una transacción que terminó siendo promovida como ejemplo de la filantropía del empresario y del éxito de las asociaciones público-privadas del gobierno de la Ciudad.
- Costaron 6 millones 782 mil 694 pesos a las arcas de Distrito Federal el ofrecimiento filantrópico de la Fundación Alfredo Harp Helú, AC (FAHH).
- Con la habilidad de sus mejores bateadores, el empresario pegó un hit de tres esquinas: en el mismo turno consiguió forzar al gobierno de la Ciudad a comprarle mercancías, deducir impuestos a través de su fundación… y publicitar todo como un acto de caridad.
Las ganancias de la “filantropía”
Desde la primera cláusula del contrato firmado entre la fundación y el Instituto del Deporte del Distrito Federal (Indeporte o IDDF), quedó claro de qué se trataba el asunto:
“Una vez que el IDDF haya realizado la adquisición que le corresponde”, la Fundación “donará” 150 gimnasios urbanos. Fue el gancho que quedó asentado en el documento del cual Contralínea posee copia, en virtud de la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública del Distrito Federal (031 5000028114).
Lo que tenía que comprar el Instituto eran “156 conjuntos o juegos de equipos de acondicionamiento físico y deportivo” más.
Así, 6 millones 782 mil 694 pesos gastó el Instituto para saldar la condición impuesta por la Fundación. “Y a la persona moral a la cual fueron adquiridos [los gimnasios] es Pro Italy Mark, SA de CV”, admite Juan Carlos Estrada, director de Administración del Indeporte, en respuesta a las solicitudes 0315000001115 y 0315000001215, presentadas por Contralínea.
Pro Italy Mark es de Grupo Martí. Y Grupo Martí es del banquero que a su nombre agregó la palabra “Fundación”: Alfredo Harp Helú.
Ni el contrato de donación ni el Instituto ni la publicidad anunciaron abiertamente que la empresa beneficiaria con los casi 7 millones de pesos sería del mismo que propuso la transacción.
Lo que sí se aclaró sin fisuras en la cláusula segunda del documento fue que además de tener que pagar para recibir la donación, el Instituto también se obligaba “a entregar a la fundación un recibo” que reuniera “los requisitos establecidos por las disposiciones fiscales vigentes para considerar el donativo como deducible”.
El recibo se basaría en la factura que “el proveedor” le extendiera a la fundación “por la compra de los gimnasios urbanos”. Es decir que la Fundación Harp Helú compraría los aparatos a la empresa hermana y, a través de la primera, el grupo deduciría impuestos por lo autocomprado, autovendido y después “donado”.
“Te voy a decir cómo funciona esto”, dice en entrevista Horacio de la Vega, director del Indeporte: “Fue una iniciativa propia de la Fundación. Don Alfredo Harp nos dona 150 gimnasios, que tendrían un valor superior a los 60 mil pesos [cada uno]. Por tanto, de 9 millones de pesos…”.
De acuerdo con lo dicho, el Indeporte no sólo le entregó a “don Alfredo” casi 7 millones de pesos a cambio de los gimnasios que estaba obligado a comprar; también le dio un recibo para deducir impuestos por alrededor de 9 millones de pesos, según datos ofrecidos por De la Vega.
Con la complicidad del gobierno de Miguel Ángel Mancera, el batazo del también dueño de los Diablos Rojos del México fue rotundo:
—Los gimnasios se los compró a una empresa llamada Pro Italy Mark. ¿Sabía que esta empresa es también del grupo de Harp Helú? –se le pregunta a Horacio de la Vega.
—Por supuesto que sé. Es del Grupo Martí –responde, con naturalidad, el exdeportista olímpico.
Pero eso sí, “no necesariamente los teníamos que adquirir con él”, se apresura a aclarar el encargado del deporte en la Ciudad.
De la Vega asegura que el Indeporte hizo “un concurso, un ejercicio para ver cuáles eran las condiciones más adecuadas para hacer una adquisición de este tipo de aparatos”.
Y en tono de convencimiento mercadológico agrega:
“No hay manera de competir contra el precio que se da por todo el Grupo Martí.”
La tercera ganancia
Además de los millones conseguidos por la venta de gimnasios urbanos al Gobierno del Distrito Federal más los millones deducidos por el desprendimiento de otros tantos aparatos, el triplete se completa con el beneficio en la imagen, tanto de las empresas de Harp como en la de él mismo.
Una placa plateada elevada por dos postes recibe a los usuarios de los gimnasios públicos. Una flecha partida que forma un corazón enmarca la frase “Circuito de la salud”. Las esquinas del letrero las ocupan los logos de Sport City, Interceramic y Martí; el cuarto tiene el nombre de su propietario: Alfredo Harp Helú, pues éste es la denominación de su Fundación.
La estrategia de mercadotecnia está anclada en espacios públicos, y a nadie le queda la duda de quién es el “benefactor”.
Los capitalinos que van a hacer ejercicio o que sólo pasan por ahí dan por hecho que todo se debe a las empresas y a la “Fundación” del multimillonario quien fuera uno de los principales accionistas de Banamex –aún presidente honorario de su Consejo de Administración– y uno de los mayores beneficiarios del rescate bancario del gobierno de Ernesto Zedillo. Por supuesto, lo último no está inscrito en la placa.
“Es evidente que la empresa necesita que se conozcan sus actuaciones filantrópicas”, escribe Manuel Palencia-Lefler Ors, de la Universitat Pompeu Fabra.
El autor de Donación, mecenazgo y patrocinio como técnicas de relaciones públicas al servicio de la responsabilidad social corporativa recomienda a los empresarios comunicar “a todos los públicos” sus acciones supuestamente filantrópicas. No deben esconderlas, dice el académico, pues “para las relaciones públicas eficaces, el principio judeocristiano de que ‘tu mano derecha no sepa lo que hace la izquierda’ no tiene sentido alguno. Todo lo contrario”.
Precisamente eso es lo que hace el banquero. “Cuanto más altruista parece una donación, mayor y más positiva es la actitud del consumidor. Y si los consumidores están implicados con la causa o actividad, la actitud hacia la marca es más positiva”, explica Carmen Valor, de la Universidad Complutense de Madrid.
Es decir que, al ser gimnasios urbanos, el objeto de la caridad del empresario, sus firmas deportivas (Sport City y Martí) lograrán un mayor posicionamiento entre los usuarios, induciéndolos a comprar ahí. “La información precampaña (el hecho de hacer filantropía) es muy apreciado […]. Cuanto más desinteresada parece la donación, mejor percibida es” por los posibles clientes, agrega Valor en el estudio Donaciones y marketing causa: influencia en la decisión de compra.
En el caso de los gimnasios públicos, el “donante” sí recibió un beneficio múltiple. Pero no hay nada que le aclare a la gente que lo señale así.
Ello no molesta al actual gobierno del Distrito Federal. Al contrario. Y así lo expresa Horacio de la Vega para que no queden dudas:
“No me voy a cansar de decirlo abiertamente, de manera honesta y con mucho orgullo, es que todos los proyectos que están en la Ciudad, el 95 por ciento tienen una participación público-privada. Me encantaría que fuera del ciento por ciento.”
Los gimnasiosOnce aparatos componen un gimnasio urbano. Están repartidos en las 16 delegaciones. En respuesta a la solicitud 315000001315 presentada por Contralínea, el Instituto del Deporte del Distrito Federal entregó información sobre 294, acotando que 60 se encontraban “pendientes de instalar”.Iztapalapa es la demarcación con más aparatos con 75 asignados y 61 instalados; le siguen Tlalpan (29 programados, 23 colocados) y Xochimilco (21 listos). Las delegaciones con menos son Cuajimalpa (tres), Milpa Alta (dos puestos, tres más en espera) y Cuauhtémoc (siete enlistados y seis ya en su lugar).
Donación condicionada, en 2013 ocurrió lo mismoEn 2013 la Fundación Alfredo Harp Helú, AC, y el Instituto del Deporte del Distrito Federal (Indeporte) firmaron un contrato similar al de 2014, sólo que en ése se establece que la Fundación daría 50 gimnasios menos; es decir, 100 aparatos.En ese primer contrato también se condicionó la donación a la compra de 150 de gimnasios más, por parte del gobierno.El documento fue entregado a Contralínea tras la resolución del recurso de revisión RR.SIP.1476/2014. El Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Distrito Federal modificó la intención del Indeporte de clasificar el nombre de los firmantes, el de Silvia Sisset de Guadalupe Harp Calderoni, específicamente.No obstante que el primer contrato se firmó en 2013, y la fórmula se repitió en 2014, el Indeporte dice oficialmente tener sólo 294 gimnasios de los 556 que suman ambos instrumentos jurídicos. De tal diferencia el Instituto no informa nada.Tampoco hace referencia al monto que pudiera haber implicado ese primer contrato.
Fuente.-Contralinea/Mauricio Romero
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